Por Diego Durán
En la cuarentena acudimos a las plataformas online para continuar con las actividades que nos es posible realizar a distancia; incluso la interacción social se convirtió en una suerte de vida virtual, similar al imaginario de los autores fundacionales de la ciencia ficción.
Uno de estos escritores icónicos era Isaac Asimov (1920-1992), quien abordaba las relaciones interpersonales en un proceso comunicativo dependiente a los dispositivos digitales. Cuando uno piensa que en 1988, Asimov hablaba sobre la formación académica a través de Internet, en la entrevista El mundo de las ideas, resulta fácil relacionarlo con la actual circunstancia del aprendizaje en México: el programa Aprende en casa II.
El pasado lunes 24 de agosto, más de 30 millones de alumnos de nivel básico iniciaron las clases por televisión y el canal de YouTube de la Secretaría de Educación Pública (SEP). El programa busca adaptar los contenidos que se abordarían en las aulas para la enseñanza a distancia. Además, con el objetivo de alcanzar a una audiencia mayor, el convenio contempla a 36 televisoras estatales.
La modalidad educativa, anunciada por el secretario Esteban Moctezuma Barragán, despertó preocupación por parte de los docentes, pues el programa Aprende en casa II pondría en riesgo la humanización en el aprendizaje de los niños. Como si se tratara de algo profético, esta inquietud también fue planteada en aquella entrevista al autor de ciencia ficción.
Durante su conversación, Asimov planteó la forma en las que las personas podrían aprender entusiasmadas si se presenta otra oportunidad además de las escuelas; para él, las computadoras eran esa otra opción. Apenas terminó el escritor de exponer su idea, el entrevistador arrojó la cuestión que resurge en el programa Aprende en casa II: “¿qué hay del argumento de que las máquinas, las computadoras, deshumanizan el aprendizaje?”.
La pregunta es latente, y Sarah Banderas Martínez, docente de la Universidad Iberoamericana de Puebla, en su artículo “No volver a las aulas, ¿qué perdemos?”, publicado en Nexos, afirma que confinar la educación en casas significa una “desventaja para la humanización y la socialización en el aprendizaje de los niños”, porque en la escuela los estudiantes desarrollan competencias como “la comunicación, la empatía y la negociación”.
Al respecto, Jenny Delgadillo, licenciada en educación y profesora de sexto año, considera que “si bien en la escuela se desarrollan principalmente competencias de desarrollo social, también se hace en casa, aprendiendo a vivir a través de la resiliencia que este cambio social nos ha obligado a enfrentar sin que nadie lo haya esperado”, propone en entrevista.
La adaptación televisiva de una experiencia como el diálogo en clase es difícil de abordar. Delgadillo trabaja con adecuaciones curriculares según lo establecido en la nueva modalidad educativa, pero reconoce que en el programa Aprende en casa II “no hay propiamente contenidos que mitiguen el trabajo que se realizaba cotidianamente en las aulas, el tema es que la parte humana solo se puede vivir, no conceptualizar; es decir, los contenidos televisivos son solo conceptuales, se basan en un plan y programas de estudio”.
La sensación del aprendizaje desde casa contrasta con las memorias de una clase presencial. El testimonio de Carol Domínguez, madre de Iker (alumno de cuarto grado de primaria) y Eder (estudiante de primer año), refleja que los resultados del programa aún están por verse, pues: “no se compara un aprendizaje en casa a uno en el salón, obviamente es mejor en el aula”. Aunque lo anterior supone un panorama difícil para los estudiantes, Carol comenta que “ya pusieron maestros en la tele, ellos les explican mejor a los niños”.
Hay otros elementos en juego además del nivel académico: la comunicación y empatía, son las dos competencias que en la opinión profesional de Delgadillo se deben reforzar en casa. “Empatía para que los padres, niños y docentes comprendamos que esta pandemia es un momento histórico que nadie eligió vivir y que, por ende, debemos ponernos en el lugar de todas las familias afectadas para visualizar que debemos tomar medidas preventivas y de seguridad”.
También es imprescindible “la comunicación”, continua Delgadillo, “entre los roles educativos para atender necesidades socioemocionales desde casa y a través del medio en el cual se esté trabajando con los alumnos; ya que el confinamiento nos ha afectado, principalmente, en lo emocional y en las relaciones sociales”.
Es este último aspecto el que tiene un papel decisivo en el resultado de la educación en casa. “Es importante la socialización del aprendizaje, más en la etapa de la infancia, pues el niño aprende a través de las vivencias, experiencias y del intercambio con el otro; se encuentran en construcción de conocimientos, habilidades y destrezas por medio del contexto que les rodea”, agrega.
Los niños pueden adaptarse al confinamiento que el COVID-19 amerita, pero hay un precio emocional. Carol admite que ha sido difícil para su hijo Iker, de 8 años. “Él me dice –parafrasea Carol- que extraña a sus compañeros y a su maestra, porque es la misma que tuvo el ciclo pasado, extraña las clases, ir a la escuela, jugar con sus compañeros”.
Mantener el contacto con los demás es una necesidad básica durante la pandemia y conforme a las recomendaciones de Delgadillo, existen prácticas para ayudar a los niños a explotar sus habilidades sociales:
1. Fomentar la comunicación virtual con sus compañeros.
2. Mantener lazos afectivos constantes.
3. Dedicar tiempo de calidad.
4. Atender las emociones de los niños.
5. Realizar actividades en familia que antes de la pandemia no se realizaban.
Los puntos anteriores responden a algunos métodos que Delgadillo identifica como complementarios para el aprendizaje desde casa. Además, “hay generalidades con las que podríamos (los docentes) trabajar: valores, socialización del aprendizaje, evitar el tradicionalismo y favorecer el constructivismo; es decir, inteligencia emocional, que aprendan más allá de lo necesario para enfrentarse a un mundo globalizado, y desarrollen competencias para la vida”, complementa.
Sin embargo, el reto de adquirir dichas habilidades comienza desde el medio por el cual las clases son transmitidas. El artículo “Formación online y deshumanización: los riesgos del post-Covid-19”, publicado en ABC, firmado por Pablo Campos Calvo-Sotelo, catedrático Universidad CEU San Pablo-Académico Real Academia de Doctores, advierte que la televisión solo puede comunicar datos, pero no es capaz de transmitir el conocimiento.
Respecto a los posibles resultados del proceso basado en la recepción de datos, Delgadillo habla de un “rezago escolar, también las limitaciones para expresar sentimientos, o emociones, y en varios casos, traumas posteriores al confinamiento”.
Para la Delgadillo, la respuesta ante tal panorama se encuentra en “la empatía, en hacerles ver (a los niños) la realidad y gravedad de las cosas. Evitar minimizar las situaciones actuales y darle énfasis en la adaptación. Para las habilidades sociales, (es necesario) tener comunicación efectiva, en manera de lo posible, con la familia y amigos”. Esta visión es una de las tantas medidas que se deben adoptar para hacer frente a las consecuencias de la actual crisis sanitaria.
Abandono y cuarentena, las barreras para el aprendizaje virtual
“Durante el primer período que trabajamos así (a distancia), solo 5 personas respondieron, de un total de 14 a las que teníamos que dar seguimiento, entonces no se pudo trabajar bien”; lo anterior se tradujo a las siguientes cifras: “los porcentajes generados por el orientador (indicaban que), el 30% de los niños entregaba todo. Son aproximadamente 300 alumnos en escuela”, aclara en entrevista, Melissa Rodríguez, docente de la Unidad de Servicios de Apoyo a la Escuela Regular (USAER), en la secundaria Ignacio López Rayón.
En su trabajo, Rodríguez brinda apoyo a los alumnos que son diagnosticados con “discapacidad intelectual, niños que están por debajo de la media en el coeficiente intelectual. Ellos no prestan mucha atención, o se les dificulta entender instrucciones”, define la docente.
Las materias en las cuales Rodríguez se especializa son Español, Matemáticas y “habilidades básicas” como la lectura y “el orden al acomodar sus cosas, incluso las actividades que yo mando establecen horarios fijos: ‘a tal hora hacen esto’, o ‘ayudar a hacer la comida’”. En cuanto a la clase de Español, Rodríguez explica que mandó “cuadernillos para lectura y escritura”; para Matemáticas, envío “material con operaciones básicas, es decir, suma, resta multiplicación y división”.
Para lograr que los alumnos obtengan el máximo aprovechamiento de las actividades, Rodríguez necesita ayuda de los padres; sin embargo, “los papás no están nada comprometidos con el trabajo”, reconoce la docente, “ese es el otro problema, y lo que nosotros hicimos para tratar de apoyar a los alumnos fue mandar actividades extra, suponiendo que íbamos a regresar antes para que entregaran sus trabajos de manera física; pero no hemos regresado, y a muchos se les repitió la calificación con lo poco que tuvieron. De esa manera se fue evaluando”, explica la estrategia que aplicó la institución desde el 24 de marzo del 2020, cuando suspendieron clases las escuelas públicas en todos los niveles.
Contrario al caso de los padres con los que Rodríguez trabaja, Carol apoya “a los maestros”, al realizar junto a sus hijos las actividades estipuladas en el programa, “y con estrés o sin estrés, hay que hacerlo”, añade.
Carol tuvo que adaptarse a ser ama de casa y complementar los temas abordados en las clases a distancia: “traté, más bien, de explicarle mejor a los niños para que ellos me entendiera y que no se volviera una situación como: ‘no quiero las clases, mamá, porque no entiendo’, y yo comenzara a enojarme con ellos. Intentamos mantener una relación más amable para que, tanto ellos como yo, no nos estresemos y sigamos adelante. Sí es una situación complicada”, comenta Carol sobre la convivencia con sus hijos.
El papel que los padres de familia desempeñan en el programa Aprende en casa II es crucial para el futuro, según al artículo de BBC, “Cuarentena por coronavirus: qué es el ‘efecto padres’ en la educación y cómo podría marcar a la generación COVID-19”, firmado por Ana Pais.
En el texto se explica que la educación académica durante la pandemia inicia desde casa, y las “diferencias educativas que ya marcan el capital físico (conectividad, disponibilidad de computadoras) y el capital humano (educación de los padres) en el hogar, podrían ser aún mayores para los niños de esta generación COVID-19”. Por lo que el resultado de la brecha en el nivel socioeconómico de los padres y su preparación profesional, perpetuarían la inequidad en el futuro.
En ese sentido, la función de los padres no debe resumirse a ofrecer “otros contenidos educativos” a sus niños, sino que debe enfocarse a reforzar habilidades sociales, en específico, las que Delgadillo menciona: “empatía, comunicación y resiliencia”.
Los contenidos y sus ajustes
Una de las metas del programa Aprende en casa II es garantizar la educación a nivel nacional. Aunque al inicio se tenían dudas respecto a cuánto influirían las televisoras en los contenidos, se aclaró que los especialistas en la SEP definen las materias y las adaptarán a lo que cada nivel de la educación básica necesita cubrir a distancia.
Las actividades en la actual modalidad han generado comentarios divididos por parte de los docentes y los padres. “Pienso que los contenidos son buenos, con mis niños han estado funcionando. Las maestras están muy al pendiente de realizar sus trabajos, y si tenemos alguna duda, podemos mandarles algún mensaje para que ellas resuelvan las dudas”, detalla Carol respecto a su experiencia en los primeros meses.
En contraste con el testimonio de Carol, la docente de USAER, Melissa Rodríguez, recupera la opinión de sus colegas: “los maestros dicen que la programación va muy desfasada de acuerdo a los aprendizajes, que no es como tal una clase y está muy básico el contenido”; la valoración personal de Rodríguez concuerda con la de sus compañeros.
Una de las repercusiones del programa a distancia, de acuerdo con la docente de USAER, se refiere al nivel académico de los estudiantes, pues considera que “los alumnos no van a llegar a los aprendizajes que requieren para su grado, porque no es lo mismo que estén en casa sin convivir con otros niños, sin reglas ni nada. Trabajan como quieren”, afirma. El criterio de Rodríguez se basa en la importancia de compartir los conocimientos en clase.
Aprender en un método que exige pasar horas frente a la televisión podría tener daños colaterales; conforme a la docente de USAER, “afecta desde el tema del tiempo, pues hay quienes no mantienen la atención durante el lapso necesario. Me comentaban dos mamás que sus niños no le alcanzaban entender a la programación, que estaba muy difícil. Esto pasó en la primera semana”.
Rodríguez también habla sobre los contenidos que, según su actividad profesional, “no está adecuados para la educación especial, todo es parejo, a ver quién le alcanza a entender. No les es útil a los chicos, por lo menos, no es así para los que tenemos en atención; hay quienes con la mamá se ayudan, pero no es el caso de todos”, concluye.
Ante la necesidad de cada estudiante, declara Rodríguez, los docentes tienen que hacer algunas modificaciones al contenido, o complementar lo visto en la programación; esta última medida también aparece en el testimonio de Carol: “Eder, mi hijo más pequeño (de 6 años), tiene clase una vez a la semana con su maestra, lo mismo con el maestro de inglés y la maestra de educación física. Iker cursa el cuarto grado, tiene dos veces a la semana una clase con su maestra, y una vez a la semana con el maestro de inglés. Gracias a esto se refuerzan los temas que vio Iker. Así no dejan desamparados a los niños”.
Existen casos en el aprendizaje a distancia que requieren mayor atención. La docente de USAER ha trabajado con una chica de segundo año de secundaria “que aún no escribe, debido a su discapacidad. A ella se le adecúan las actividades: tiene que dibujar, o describirle al maestro lo que aprendió. Para estos casos, se les hacen cuadernillos especiales para Matemáticas, los maestros ya están acoplados a ellos, así van sacando las actividades”, describe Rodríguez respecto al método que aplica.
El miedo a volver
Son las 9:00 de la mañana, Carol despierta a sus hijos, Iker y Eder para que desayunen algo antes de que empiece su clase en línea: inicia a las 10 a.m. y termina a las 11:30. Durante ese lapso, Carol ayuda en lo que puede a sus hijos, “porque hay que estar al pendiente de ellos”, enfatiza Carol.
Una vez que terminan su clase, los niños comen su colación e inmediatamente, realizan las actividades que la maestra les planteó en classroom. Si son pocas, las terminarán rápido; de lo contrario, solo acabarán una parte del trabajo.
Si llega la hora de comer, pero los niños aún no terminan sus tareas, las suspenden de nuevo. Después de la comida, deben finalizar sus labores, pues Iker tiene que ver sus clases por televisión a las 4:30 de la tarde. Desde esa hora a las 6 o 6:30 p.m., Carol está al tanto de lo que no entiende su hijo. Juntos terminan las tareas, por lo general, a las 10 de la noche, pues “la maestra ha dejado bastante tarea, pero así es nuestro día”, narra Carol el estilo de vida que fomenta en la educación a distancia.
Aunque la pandemia por COVID-19 modificó la cotidianidad, otras rutinas surgieron para suplir la monotonía. Es gracias lo anterior y al tiempo en cuarentena que, conforme al video de la CNN, “Los niños podrían tener miedo de volver a la escuela tras meses de confinamiento por el COVID-19”, para los estudiantes resultaría abrumador regresar a la normalidad de las aulas.
Hay algunas medidas que buscan mitigar este temor, Melissa Rodríguez, docente de USAER, explica que “desde los consejos técnicos se aborda el problema. Hay un protocolo para el regreso a clases, contempla las medias sanitarias y los aspectos emocionales de los niños. Esto último está en auge, y nos encontramos a la expectativa de ver cómo regresan los chicos, si algunos perdieron familiares. Nos mandaron un cuadernillos (para abordar temas socioemocionales) con actividades que podemos trabajar con los alumnos”.
Por su parte, Jenny Delgadillo, maestra de sexto año, vislumbra una solución basada en el compañerismo entre alumnos y profesores, cuyo ambiente serviría para que el temor aminore “con el apoyo de los docentes, quienes debemos transmitir seguridad y confianza, además de que tenemos capacitación constante en este aspecto, ya que los más ansiosos en regresar son los niños, ellos se adaptan con facilidad a los cambios”, asegura.
Tal vez sea precipitada una aproximación tan íntima hacia el resultado del programa Aprende en casa II, en especial si se habla de los efectos emocionales en los niños; pero hay un testimonio que supera la desventaja para la humanización en el aprendizaje y el miedo a volver a la escuela; se trata de la petición de Eder, hijo menor de Carol: «mamá, ya quiero conocer a mi maestra».
Referencias
https://www.bbc.com/mundo/noticias-50977469
https://www.excelsior.com.mx/nacional/este-lunes-inicia-ciclo-escolar-2020-2021-con-aprende-en-casa-ii/1401544
https://educacion.nexos.com.mx/?p=2426
https://www.jornada.com.mx/ultimas/sociedad/2020/03/16/publica-dof-acuerdo-de-suspension-de-clases-a-nivel-nacional-por-covid-19-5707.html
https://www.abc.es/familia/educacion/abci-formacion-online-y-deshumanizacion-riesgos-post-covid-19-202004300121_noticia.html
https://www.bbc.com/mundo/noticias-52636384
https://www.milenio.com/politica/contenidos-de-aprende-en-casa-es-responsabilidad-de-la-sep
https://cnnespanol.cnn.com/video/ninos-salud-regreso-clases-escuelas-covid-19-nueva-normalidad-mascarillas-realidades-en-contexto-rec-cnnee/
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