Denuncian que la UV opera sistema de gestión de calidad corrupto: «una sola persona con varias empresas es juez y parte»

Estimados Plumas Libres;

Por favor publiquen esta carta y no pongan mi nombre por temor a represalías.

Desde el año 2018 la Universidad Veracruzana se ha asumido como institución de “calidad”, bajo un esquema de gestión de la misma que ha sido corrupto desde su origen, nos atrevemos a hacer esta afirmación porque desde que sus autoridades decidieron hace tres años darse a la tarea de realizarlo, tal pareciera que lo vieron con un signo de pesos en los ojos, como un jugoso negocio que les redituaría en lo  personal abundantes ganancias mal habidas.

Esta afirmación se basa en que se han pagado cientos de miles de pesos por “asesorías”, “capacitaciones” y “certificaciones” a la misma persona cuyo nombre es Ricardo Hernández Laines, contratado inicialmente para proporcionar asesoría y capacitación para certificar el sistema de calidad y posteriormente se le contrató con su otra empresa, para que proporcionara el servicio de auditoría y certificación.

Ricardo Hernández Laines,

En resumidas cuentas, este personaje coludido con las autoridades universitarias es juez y parte del sistema; con una empresa asesora y capacita, con la otra empresa este mismo sujeto audita y certifica el sistema.

¿Es válido, ético y legal que el mismo dueño de la empresa que proporciona la capacitación y además participa él mismo en dichas actividades, sea el dueño de la empresa certificadora que va a auditar y certificar su trabajo?, es decir ¿que actúe como juez y parte con el pleno conocimiento y consentimiento de los funcionarios de la Universidad?

Esto nos obliga como ciudadanos y sobre todo como universitarios a poner sobre la mesa la necesidad de una investigación al interior de la universidad para identificar qué funcionarios están involucrados en estos actos de corrupción, donde seguramente está la Dirección de Planeación Institucional, la Secretaría de Administración y Finanzas y por obviedad la misma Rectoría.

Es nuestro deber cuestionar cómo las autoridades universitarias ostentan un sistema de gestión de calidad que desde sus cimientos no es confiable.

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