Coatzacoalcos, Ver. Especial/ Plumas Libres.- Seis detenidos por el homicidio del periodista Gregorio Jiménez de la Cruz, reportero del diario Notisur, de Coatzacoalcos, ocurrido el 5 de febrero de 2014, fueron víctimas de tortura, concluyó la Comisión Nacional de Derechos Humanos, al emitir la recomendación 118VG/2023.
En el documento, dirigido a la fiscal General de Veracruz, Verónica Hernández Giadans y al secretario de Seguridad Pública, Cuauhtémoc Zúñiga Bonilla, se indicó que de conformidad con el Protocolo de Estambul, todos los detenidos: Teresa de Jesús Hernández Cruz, José Luis Márquez Hernández, alias “El Pony”, Santos González Santiago, alias “El Many” o “El Gordo”, Jesús Antonio Pérez Herrera, alias “La Yegua”, Gerardo Contreras Hernández, alias “El Gotzi” y Juan Manuel Rodríguez Hernández, alias “El Jumanji”, fueron torturados, para hacer que se auto incriminaran.
Así describió uno de los detenidos los actos a los que fue sometido:
“(…) después le dieron toques eléctricos en espalda, abdomen, testículos y en el ano hasta que se hizo del baño, el 12 de febrero de 2014 lo entregaron a los policías judiciales, quienes lo trasladaron a una Comandancia que él cree era de la “Judicial”, para posteriormente trasladarlo a los separos de la “judicial en el Ex Penal de Palma Sola, en Coatzacoalcos, Veracruz”, donde lo pusieron sobre una colchoneta mojada y le empezaron a dar toques en todo el cuerpo desnudo, y le echaban agua en la nariz para ahogarlo, le introdujeron la cara en un retrete sucio de ese lugar y le decían que tenía que declararse culpable del homicidio de Gregorio Jiménez y como no aceptaba, le arrancaron las uñas de dos de sus dedos y le metían alfileres, además de amenazarlo con matar a su familia, razón por la que accedió a la firma de documentos”.
Otro más, narró:
“Posteriormente, se percató que estaba a bordo de una camioneta, a la que subieron también a una mujer a quien le dieron toques eléctricos, escuchando sus gritos de dolor, de ahí lo trasladaron a una oficina, donde le preguntaron si él había privado de la vida a (Gregorio), al negarse, lo sentaron en una silla, cubriéndole los ojos con una toalla femenina, golpeándolo nuevamente en las costillas y espalda, colocándole bolsas en la cabeza y le dieron toques eléctricos en los testículos y ano, siendo que después de ello le dieron a firmar su declaración”.
Teresa de Jesús Hernández Cruz dijo que fue torturada dos veces, la primera, el 5 de febrero de 2014, en compañía de una de sus hijas y la segunda, el 9 de enero de ese mismo año.
Del primer testimonio refirió:
“Las condujeron a un cuarto de un lugar que desconocían, le colocaron una navaja en el cuello y a (su hija) una pistola en la cabeza diciéndoles que si gritaban las matarían, posteriormente las trasladaron a una casa abandonada donde la continuaron golpeando con los puños en la cara y en el cuerpo, diciéndole que se echara la culpa de lo sucedido a (Gregorio); al negarse, amenazaron a (su hija) con cortarle la mano y/o los dedos, a ella la siguieron golpeando y a (su hija) la lastimaron en otro cuarto, por lo que se desmayó”. Después, ambas fueron liberadas.
No obstante, el 9 de enero Teresa de Jesús fue detenida nuevamente por policías que “tumbaron la puerta (de su domicilio) y la sacaron a patadas de su casa sólo con ropa interior, golpeándola y trasladándola a un monte donde fue sujeta de agresión sexual, continuando con choques eléctricos, después la metieron a una pileta para ahogarla hasta que un señor le dijo que firmara unos papeles para que se pudiera ir”.
Los efectos de la recomendación son para, de ser aceptada, acompañar las denuncias penales y administrativas contra las autoridades responsables, así como capacitar a los elementos en la prevención de actos de tortura.
Se desconoce si esta recomendación pueda favorecer la liberación de los detenidos, tomando en cuenta de que existen otras pruebas que sustentan la participación de algunos de estos en el secuestro, tortura, decapitación e inhumación del periodista, tales como un video del momento exacto en que se le cortó el cuello.
Dentro de la carpeta de investigación por el homicidio del periodista Gregorio Jiménez de la Cruz, existe la versión de un testigo, de nombre José de Jesús Santiago Ortíz, alias “El Changoleón” o “El Maya” –quien posteriormente fue asesinado-, sobre la participación de otras personas vinculadas a los Zetas, en la privación de la libertad y muerte del periodista.
También ubicó a Teresa Jiménez como quien ordenó su asesinato:
“Reconozco a la persona del sexo femenino que tiene el nombre de Teresa Hernández Cruz, por parte de mi primo Andrés, fue la que dio la orden que levantaran a Goyo, el periodista secuestrado, esa orden la dio porque Goyo tenía un problema con un familiar de ella, por publicar asuntos de la delincuencia organizada en las Choapas, Veracruz, a ella la vi en persona en la casa donde estaba Goyo secuestrado, también reconozco a uno de sus sobrinos que tiene el nombre de José Luis Márquez Hernández, quien exigía la cantidad de veinte mil pesos a la familia de Gregorio el periodista, él quería huir de la ciudad cuando se dieron cuenta sus otros compañeros, se iba a escapar con Santos González Santiago, él era quien manejaba la camioneta donde levantaron a Goyo, ese vehículo lo despedazaron en la colonia J. Mario Rosado, esa camioneta la utilizaron para trasladar a Gregorio, no lograron escapar porque los agarraron, a la persona que tiene el nombre de Jesús Antonio Pérez Herrera, a ese no lo conozco”.
Otros personajes ligados a la investigación por el homicidio del periodista Gregorio Jiménez, fue la empresaria María del Carmen Sam Hernández y su hijo, David Arreola Sam. Lo anterior debido a que la empresaria era propietaria de una casa localizada en Villa Allende, Coatzacoalcos, que fue utilizada como casa de seguridad para el secuestro de migrantes, hecho que fue denunciado por el periodista en el diario Notisur. Pese a que el abogado José Luis Espinosa Rodríguez, representante de Teresa de Jesús Hernández Cruz, pidió la comparecencia de la empresaria ante el ministerio público, para aclarar sus posibles vínculos con el homicidio del periodista, esta nunca compareció y el abogado fue asesinado poco después en calles de Coatzacoalcos junto con su esposa.
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