La Suprema Corte de Justicia de la Nación ausente en los debates del Poder Judicial/Opinión

Suprema Corte de Justicia de la Nación

Por Gabriela Warkentin/Reforma

Dicen que estarán presentes a partir de mañana, jueves, y ojalá así sea. Hasta ahora, la voz ausente en el debate público sobre el futuro del Poder Judicial federal ha sido la de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sobre todo desde su presidencia como cabeza de poder.

Y no sé si sea demasiado tarde, pero ojalá aprovechen los espacios y los tiempos que quedan antes de que les caiga la aplanadora de Morena y sus aliados que, escudados tras el mantra del mandato popular, están a nada de redefinir la esencia de la nación como la conocemos. Los vacíos se llenan. Y las buenas intenciones no alcanzan ni para paliar escozores de conciencia.

En juego están la certeza de lo que funciona, la víscera de quien clama venganza y las razones de los que saben que hay que reformar pero sin destruir. En juego está una de las reingenierías sociales más profundas de las que tengamos memoria. Y en ese reacomodo han hablado casi todos, menos las cabezas del sector. O, por lo menos, no nos hemos enterado de que así haya sucedido.

Llevamos meses de discutir la reforma al Poder Judicial, sus pocos pros y sus muchos contras. Cierto, el llamado Plan C fue un motor electoral que le dio al oficialismo las mayorías que ni siquiera imaginaba. El electorado, que votó por infinitas más razones que la reforma al Poder Judicial, sí mandó la señal de querer un cambio de fondo en la impartición de justicia en México.

Barullo, conocimiento, pasiones, debates. ¿Y la Suprema Corte de Justicia de la Nación? Confieso que, a poco más de dos meses de que arranque la nueva legislatura en la que se votará lo prometido, no tengo registro que desde la máxima representación judicial se hayan señalado, reiterada y públicamente, los efectos de una reforma sin cortapisas ni se hayan alertado, informada y sostenidamente, de las consecuencias de la misma.

Quiero pensar que la Suprema Corte tiene algo que decir. Deseo que un falso pudor no le impida hacerlo. En una de esas, la presidencia de la Corte tiene una estrategia de interlocución con quienes promueven la reforma al Poder Judicial. Me encantaría haberme equivocado en mi juicio. En una de esas, aunque ministras y ministros se han pronunciado en diversos espacios, la SCJN tiene vocerías para contribuir a la pedagogía pública de lo que debería ser nuestro sistema de justicia.

Tal vez, la Corte parta de un mea culpa sobre la realidad de la justicia en México, para construir y no claudicar, para ofrecer y no solo resistir. En una de esas, desde Pino Suárez, sede de la SCJN, hay conciencia del choque de poderes en curso sin minimizar la trascendencia del cambio que viene. Pero no lo sé. Hay que rascarle a los monitoreos de noticias para saber si alguien está hablando.

Si alguna institución en México tiene los insumos y la inteligencia para alertar de los efectos de la reforma al Poder Judicial como se plantea, a rajatabla, esa es la Suprema Corte. Creo que a muchos nos encantaría escucharla, más allá de sus privilegios y en la concreción de los tiempos que corren. Y sí, desde el reconocimiento de que el Poder Judicial requiere ser reformado.

Lo que no funciona es mucho y es lacerante. Pero destruir no construye. Comunicar bien y a tiempo, sí. En la esquina de Venustiano Carranza y Pino Suárez, justo frente a una de las salidas del edificio de la Suprema Corte, está una pequeña iglesia, el templo de Porta Coeli, que alberga a un bellísimo Cristo negro. He pasado horas en sus bancas, pensando en la inmortalidad del cangrejo. Y escuchando las plegarias de los demás. Cuando salgo siempre miro a la Corte, en la acera de enfrente, con la sorpresa de palpar los muros que no se tocan, ni siquiera desde las voces de quienes más necesitan ser mirados. Mañana arrancan los foros para discutir los alcances de la reforma al Poder Judicial que propuso López Obrador y que hizo suya Claudia Sheinbaum.

Ya veremos si la cabeza del Poder Judicial tendrá una estrategia de comunicación que no sea solo testimonial. Ya veremos si se afirma como exigen los tiempos o ya veremos si, desde el silencio y la discreción, le da la razón a quienes pugnan por un cambio radical con las consecuencias que éste puede traer consigo. Son tiempos de definiciones, dirían los clásicos. Y que el Cristo negro nos ampare, aunque no le hagamos justicia. @warkentin

Comentarios

¡Síguenos!

A %d blogueros les gusta esto: