Por Efraín Hernández/
Amatlán.- Una vez más, el municipio se enfrenta a la crisis de gobernabilidad encabezada por el alcalde Luis Arturo Figueroa Vargas y Daniela Alfaro Canseco, presidenta del DIF.
Ambos personajes han sido señalados no solo por su ineficaz gestión, sino también por utilizar las instituciones públicas, incluida la policía municipal, para intimidar y detener a quienes perciben como adversarios políticos.
El más reciente caso es el de Gilberto Hernández Ramírez, militante de Morena, quien fue arrestado la tarde del lunes por ordenes del presidente municipal tras un supuesto altercado con Alfaro Canseco, en lo que muchos califican como una represalia política.
Lejos de atender los problemas reales del municipio, que permanece sumido en la inseguridad y el caos, Figueroa Vargas y Alfaro Canseco parecen estar más preocupados por mantener el control político a cualquier costo.
Funcionarios municipales, que prefirieron mantenerse en el anonimato, han revelado que ambos estarían buscando fincarle cargos adicionales a Hernández Ramírez, con el fin de prolongar su detención y neutralizar su influencia.
La administración de Figueroa Vargas, caracterizada por el desorden y la falta de control, ha hecho poco por mejorar la seguridad del municipio, mientras la violencia y los delitos continúan en aumento.
En lugar de enfocarse en combatir estos problemas, las autoridades municipales optan por usar a la policía como un brazo represor, persiguiendo a quienes consideran una amenaza para sus intereses personales y políticos.
Por su parte, Daniela Alfaro Canseco ha intentado desviar la atención con sus acusaciones de violencia política, aunque trabajadores del ayuntamiento han señalado en varias ocasiones su prepotencia y abuso de poder.
Así mismo empleadas municipales han denunciado maltratos y humillaciones constantes por parte de la representante del DIF, quien se ostenta como futura candidata a la presidencia municipal, utilizando su posición para amedrentar a aquellos que no cumplen sus exigencias. Amatlán, bajo esta administración morenista, sigue atrapada en una espiral de inseguridad e ingobernabilidad, mientras sus líderes priorizan sus revanchas personales sobre el bienestar de la comunidad.
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