Por: Jeremías Trejo González.
Desde las calles polvorientas hasta las alcantarillas rebosantes, la realidad de Coatzacoalcos contrasta con el slogan que el alcalde Amado Cruz Malpica ha querido imponer: “La ciudad que queremos todos”. Una frase que suena a burla ante la creciente frustración de los ciudadanos, quienes se preguntan si este es el futuro que anhelaban para su municipio.
La crítica se extiende como una mancha de aceite, y no es solo la percepción ciudadana. La ineficiencia en la gestión de Cruz Malpica se ha traducido en un sinfín de problemas que afectan la vida cotidiana de los coatzacoalqueños. Las calles, que antes eran un orgullo, ahora son un laberinto de baches y polvo. Los servicios públicos, como el alumbrado, el drenaje y la recolección de basura, funcionan a medias, dejando a la población a merced de la ineficiencia y la falta de atención.
La pregunta que surge es: ¿será que la ineficiencia de Cruz Malpica lo llevará a ser parte de la administración de Rocío Nahle como nueva gobernadora? La esperanza de los coatzacoalqueños es que la gobernadora electa no se deje llevar por las promesas vacías y la falta de resultados del actual alcalde. Nahle, quien ha demostrado un profundo compromiso con Veracruz, no debería permitir que un funcionario ineficiente empañe el futuro del estado.
Y mucho menos se le debería confiar una posición de poder a Cruz Malpica en la administración de Claudia Sheinbaum. La presidenta de México, quien ha demostrado su amor por el país, no debería permitir que un alcalde ineficiente con un historial de promesas incumplidas tenga la oportunidad de dañar el tejido social de Veracruz.
Es hora de que Amado Cruz Malpica reconozca que su gestión ha sido un fracaso. La ciudad que queremos todos no es la que él ha construido. Es hora de que renuncie a la alcaldía y se retire a descansar a su casa. Coatzacoalcos merece un futuro mejor, un futuro donde las promesas se conviertan en realidad y donde el bienestar de sus ciudadanos sea una prioridad.
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