La justicia en Veracruz: ¿Un juego de ajedrez o un teatro del absurdo?/ Jeremías Trejo/ Opinión

Javier Duarte de Ochoa a escasos días de lograr su libertad.

Por: Jeremías Trejo González.

El caso de Javier Duarte de Ochoa, exgobernador de Veracruz, ha sido un capítulo oscuro en la historia reciente del estado. Su gestión estuvo marcada por la corrupción, el desvío de recursos públicos y la impunidad. Su detención en 2017 y su posterior encarcelamiento parecían un triunfo de la justicia. Sin embargo, la reciente absolución por el delito de desaparición forzada de personas, ha desatado una ola de indignación y ha puesto en tela de juicio la imparcialidad del sistema judicial.

Las malas lenguas, como siempre, se han puesto a trabajar. Se rumorea que Duarte de Ochoa podría contrademandar a Miguel Ángel Yunes Linares, su sucesor en el gobierno, por haberlo mantenido en prisión durante siete años. ¿Una venganza política? ¿Un intento de recuperar el poder perdido? Las especulaciones se multiplican, mientras la justicia en Veracruz se convierte en un juego de ajedrez donde las piezas se mueven a conveniencia, sin importar las consecuencias para la sociedad.

El caso de Duarte de Ochoa no es un caso aislado. Veracruz ha sido escenario de una serie de escándalos de corrupción que han salpicado a diversos funcionarios, tanto del PRI como del PAN. La impunidad ha reinado durante años, y la justicia se ha convertido en un instrumento al servicio de los poderosos.

La absolución de Duarte de Ochoa, sin importar las razones que la justifiquen, es un golpe a la esperanza de que la justicia pueda prevalecer en Veracruz. Es un mensaje de que la corrupción sigue viva, y que los poderosos pueden evadir la ley con impunidad.

Es necesario que la nueva administración de Rocío Nahle tome cartas en el asunto. La lucha contra la corrupción debe ser una prioridad. Se necesita un sistema judicial independiente, transparente y eficaz, que no se doblegue ante los intereses de los poderosos. Es necesario que se investigue a fondo las causas de la absolución de Duarte de Ochoa, y que se tomen medidas para evitar que la impunidad siga reinando en el estado.

Veracruz necesita un cambio real, un cambio que se traduzca en justicia para todos, sin importar su posición social o política. La historia de Duarte de Ochoa es un recordatorio de que la lucha contra la corrupción es una batalla que no se puede ganar con medias tintas. Es una batalla que requiere de la voluntad política y la determinación de todos para que la justicia prevalezca.

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