Este 20 de noviembre del año 2024, conmemoramos el 114 aniversario del inicio de la revolución mexicana, comenzada por Francisco I. Madero, el cual, tras intentar ser candidato presidencial fue arrestado por sedición, logró fugarse y exiliarse en los Estados unidos en donde proclamó el plan de San Luis; en dicho plan, llamaba al pueblo a levantarse en armas y desconocer el gobierno del General Porfirio Díaz Mori, quien había ocupado la silla presidencial más de treinta años y recientemente se había reelegido.
El llamado a rebelarse, fue un acto propio de Madero, sin embargo, cuál era el clímax social de aquellos años que dio inicio al movimiento revolucionario, si bien es cierto que; México contaba con estabilidad política, la cual fue en parte por la mano dura de Díaz. Nuestro país contaba con crecimiento económico, fomentaba la inversión, se tenía un marco legal favorable a la inversión extranjera, se vivía un proceso industrializador, el uso del ferrocarril y sus vías ferroviarias permitían el trasporte de mercancías por la República Mexicana a las ciudades y puertos más importantes de aquella época, la hacienda era la unidad más productiva del campo mexicano.
Sin embargo, no todo era miel sobre hojuelas, las cifras macroeconómicas que mostraban a Díaz como un gran estadista, ocultaron la gran desigualdad entre mexicanos, no existía una justa redistribución de la riqueza y los sectores más desprotegidos fueron los que pagaron el costo. En 1910 México tenía una población mayoritariamente indígena, analfabeta e ignorante, lo cual permitía el manejo al antojo de los grandes capitalistas, quienes se enriquecían con la esclavitud de los mexicanos, en su mayoría vivían en situación de dependencia hacia sus patrones con las llamadas tiendas de raya; otros, eran obligados al trabajo forzoso en haciendas donde su destino era largas jornadas de trabajo o la muerte.
Ahora bien, el pensamiento revolucionarios puede verse palpado en la novela de la revolución mexicana de corte realista, escrita por Mariano Azuela, “Los de Abajo”, historia que tiene lugar en la revolución mexicana, en donde su argumento principal se basa en dos protagonistas de distintas esferas sociales, un campesino del sur de Zacatecas, Demetrio Macías y un estudiante de medicina Luis Cervantes “el Curro”, cada personaje tiene una diferente visión de la causa revolucionaria, al final coincide que ambos desvirtúan los ideales revolucionarios, al igual que muchos revolucionarios que tras años de lucha ya no sabían ni porque luchaban.
En dicha obra literaria, podemos apreciar al igual que en los sucesos históricos, la exacerbación de la lucha de clases, la mitificación de héroes y paladines, la ignorancia, el machismo y la violencia hacia las mujeres, predomina un nihilismo (doctrina filosófica que considera que al final todo se reduce a nada, y por lo tanto nada tiene sentido), puesto que muchos soldados de la revolución no tuvieron una ideología propia, cada uno se integró por diversos motivos a la lucha armada.
A ciento catorce años, como mexicanos debemos preguntarnos en lo que hemos avanzado durante más de un siglo, si hemos abatido los rezagos que nos dividieron y que nos llevaron a pelear entre nosotros, si comprendimos o intentamos comprender porque un pueblo se divide; porque el daño siempre recae en los más desprotegidos; porque muchos aprovechan la desgracia para enriquecerse y hacer negocios, porque; la miseria humana aflora, y, porque; no existe un pensamiento colectivo por aquellos que dieron la vida luchando por la desigualdad y la justicia del pueblo oprimido.
Hoy en día, nuestro país dejó de ser el México rural de hace cien años, los campesinos son casi inexistentes, la fisonomía del mexicano cambio radicalmente, dejó de tener rasgos fuertes, bronceado permanente, manos ásperas de trabajo rudo a tener rasgos blandos y obesos, se alejó de las tareas del campo, ¿ya no hay amor por la tierra? Los campesinos prefieren emigrar a Estados Unidos donde reciben un mejor salario por sus jornadas laborales, los pueblitos se han convertido en pequeñas ciudades y ni hablemos del pensamiento.
Los de abajo siguen siendo los de abajo, no importa que gobierno llegue, aunque se digan de izquierda o de derecha, sepa la bola lo que eso signifique, en recientes años, México en su alternancia política han llegado al poder personajes que dicen ser de izquierda, los cuales han estado implementado reformas que están socavando la democracia y la república, se están minando las libertades, y advierten un gobierno autocrático como el de Díaz.
Según ellos son diferentes, pero parece que tienen poca memoria, decía Mariano Azuela en su novela: “…mi general; nosotros no nos hemos levantado en armas para que un tal Carranza o un tal Villa lleguen a presidentes de la República; nosotros peleamos en defensa de los sagrados derechos del pueblo, pisoteados por el vil cacique…”
Tal parece, que se les ha olvidado los principios de su cuarta transformación, no mentir, no robar y no traicionar al pueblo, incluso algunos opinólogos señalan que el expresidente saliente es el que sigue gobernando, como lo que hizo Díaz con su compadre Manuel González; que su intención es un Maximato como el de Plutarco Elías calles, que la presidenta sólo le está cuidando la silla al cachorro de la cuarta transformación. Los nuevos gobernantes su perfección es hacer malos gobiernos, y se dedican a Carrancear (robar) las arcas públicas, ya no hay nadie que los detenga, van hechos la mocha (a gran velocidad).
Los ideales y las causas todo es comprable, en una de las frases que se le atribuye a Álvaro Obregón, decía que “no hay quien aguante un cañonazo de 50 mil pesos”, a la nueva elite se le compra y soborna, se les incita a corromperse para que les sean útiles, cuando no estén de acuerdo con algo, serán juzgados, ya tienen al Poder Judicial en las manos.
Ahora, los cañonazos son a la ciudadanía a través de programas sociales, al haber millones de pobres, los ciudadanos son dependientes del estado económicamente, su pensamiento es obtuso, no perciben la realidad, ni los grandes problemas del país, la inseguridad, el estado de derecho. El estado ha sido rebasado por la delincuencia organizada, tiene déficits fiscales a tal punto que tuvo que contratar deuda para poder erogar esos programas sociales, esas alegrías serán tristezas, el futuro de sus hijos o sus nietos está en riesgo, pero prefieren el conformismo.
Decía Mariano Azuela en su novela Los de Abajo: “La revolución beneficia al pobre, al ignorante, al que toda su vida ha sido esclavo, a los infelices que ni siquiera saben que si lo son es porque el rico convierte en oro las lágrimas, el sudor y la sangre de los pobres…”
Al mexicano común, se le ha olvidado el sacrificio de miles de valientes mexicanos que entregaron su vida y pintaron de rojo la patria para tener un mejor país, al igual que al grupo en el poder que consiguió llegar a la presidencia de la república y que ahora es gobierno. Lo importante es su proyecto; populismo, comunismo, socialismo o fascismo, sólo ellos saben que quieren, se han olvidado de los abajo, voltean a otro lado, ponen vallas para no tener el mínimo contacto, que el pueblo vuelvan a su miserable vida, como estaban antes o peor, mientras que nosotros los de arriba, la nueva elite nos hacemos millonarios.
La ciudadanía, el pueblo mexicano, los de abajo, en su mayoría, no tiene educación, y por educación me refiero a un pensamiento critico y constructivo, que los lleve discernir sobre el pasado, el presente y el futuro del país. En 1910 los de abajo, el pueblo oprimido, fueron los que hicieron la revolución, quizás no entendieron sus ideales ni los encarnaron, pero tal parece que ahora como sociedad moderna seguimos sin entenderlos, y estamos propiciando los mismos errores del pasado, que llevaron a una lucha armada.
El fracaso como mexicanos, como país, no se encuentra en los ideales o las causas, somos de memoria corta, hemos fracasado como hombres y como sociedad, y estamos condenados a repetir los mismos errores, los de arriba seguirán estando arriba y los de abajo seguirán estando abajo. Ansina es y ansina ha sido.
César Gaspar Cortés Zilli
Economista, egresado de la Universidad Veracruzana.
X: @cczilli
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