El testimonio de los árboles sobre una de las tormentas solares más violentas

El tronco de un antiguo árbol yace expuesto en la orilla fangosa de un río de Siberia. Las muestras extraídas de estos árboles que vivieron hace mucho tiempo permitieron a los investigadores buscar picos de radiocarbono que documentaran tormentas solares extremas en un pasado lejano. (Foto: Irina Panyushkina, University of Arizona)

Las tormentas solares de gran magnitud son muy inusuales. No llegan a diez las conocidas a raíz de las huellas que dejaron en la Tierra en los últimos 14.500 años. Un nuevo estudio aporta datos reveladores sobre una de ellas.

Si una tormenta solar similar a esas se desencadenase hoy, resultaría catastrófica para la sociedad tecnológica moderna, cortando las comunicaciones en infinidad de puntos, dejando inservibles a los satélites de comunicaciones y provocando apagones eléctricos masivos que podrían durar semanas.

El equipo de Irina Panyushkina y Timothy Jull, ambos de la Universidad de Arizona en Estados Unidos, ha encontrado ahora pruebas de cuál fue el año específico en que se desencadenó una de estas tormentas solares colosales.

Analizando en anillos de crecimiento anual de troncos de árboles la presencia de carbono-14, una variante radiactiva natural del carbono, el equipo descubrió un pico que databa del año 664 a.C o del 663 a.C. Ese pico revela cuándo sucedió la única de las tormentas solares extremas de los últimos 14.500 años de la cual todavía se desconocía la época exacta.

El carbono-14 se forma continuamente en la atmósfera como resultado de la radiación cósmica. Unos meses después, el carbono-14 completa su viaje desde la estratosfera a la baja atmósfera, donde es absorbido por los árboles y pasa a formar parte de la madera a medida que crecen.

Determinar el momento exacto de una erupción solar masiva proporciona datos importantes para los científicos que estudian la actividad del Sol a lo largo del tiempo

Hasta 2012, no se tuvo constancia de la existencia de la clase de tormentas solares extremas hoy denominadas eventos Miyake. Ese año la física japonesa Fusa Miyake presentó los reveladores resultados de un estudio sobre una de esas tormentas solares extremas, la acaecida en el año 775 después de Cristo. Para aquel estudio fueron decisivos los análisis de isótopos radiactivos del carbono en los anillos de crecimiento anual de los árboles.

La mayor tormenta solar observada y documentada directamente por humanos de la época se produjo en 1859 y se conoce como el Evento Carrington. Causó enormes trastornos en la Tierra: destruyó sistemas telegráficos y creó una aurora nocturna tan brillante que los pájaros empezaron a cantar, creyendo que el Sol ya estaba saliendo. Sin embargo, las tormentas catalogadas como Eventos Miyake son del orden de la decena de veces más potentes que el Evento Carrington.

Los eventos Miyake se producen cuando el campo electromagnético del sol se debilita, permitiendo que el plasma de la superficie solar escape al espacio. Con el aumento de la actividad solar, los protones bombardean la atmósfera terrestre y desencadenan reacciones que provocan un pico de isótopos radiactivos.

“Gracias al radiocarbono de los anillos de los árboles, ahora sabemos con certeza que en los últimos 14.500 años se han producido seis eventos Miyake”, afirma Panyushkina.

El estudio se titula “The timing of the ca-660 BCE Miyake solar-proton event constrained to between 664 and 663 BCE”. Y se ha publicado en la revista académica Communications Earth & Environment. (Fuente: NCYT de Amazings)

Comentarios

¡Síguenos!