La frase de accidente histórico hace referencia a un suceso que deja un gran impacto en la historia, la priista Beatriz Paredes señaló que la llegada del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, fue un accidente histórico atribuido a los errores de su partido, al no resolver la problemática de los marginados y gobernar para todos.
En ese tenor, habría que recordar que la sucesión presidencial en nuestro país está plagada de accidentes históricos, después de la revolución mexicana estuvo colmado de asesinatos, con Álvaro Obregón se empieza a tener cierta estabilidad en la presidencia. Durante el gobierno de Plutarco Elías Calles, se crea el Partido Nacional Revolucionario PNR, se inicia el Maximato, periodo llamado así debido a que los expresidentes Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio, y Abelardo L. Rodríguez estuvieron bajo la sombra de Calles quien mantuvo el control político del país.
Es hasta la llegada de Lázaro Cárdenas del Rio (1934-1940), donde inician los periodos sexenales de gobierno, se consolida el sistema presidencialista, establece el corporativismo y sindicalismo con fines políticos, reconstituye el partido del poder convirtiéndolo en el Partido de la Revolución Mexicana PRM, expulsa a Calles del país y con ello logra autonomía presidencial.
Manuel Ávila Camacho (1940-1946) reconfigura el partido político en el poder convirtiéndolo en el Partido Revolucionario Institucional PRI, a su vez nombra como su sucesor a Miguel Alemán Valdez (1946-1952), primer presidente civil del periodo post revolucionario, era conocido como el cachorro de la revolución porque era el favorito de los generales, este en un intento de perpetuarse en el poder, designa como sucesor a Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958), el cual por la edad que tenía, pensaba que podía morir en cualquier momento del sexenio. Ruiz Cortines a diferencia de sus predecesores que nombraron a su secretario de gobernación para sucederlos, este nombra a su secretario del trabajo Adolfo López Mateos (1958-1964).
Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), ex secretario de gobernación de López Mateos, apagó el movimiento ferrocarrilero de Demetrio Vallejo, así como el movimiento revolucionario del magisterio. Severo y disciplinado, le valió para ser presidente de México, tuvo por mérito el mayor crecimiento económico y por descredito la famosa operación Galeana, la cual tuvo por desenlace la masacre de Tlatelolco.
Hasta esta fecha, no existía un pronunciamiento real sobre las sucesiones presidenciales, pero se hablaba que los candidatos a la sucesión tenían que tener el consenso de los generales revolucionarios y el visto bueno de expresidentes, los cuales tenían inferencia en la sucesión presidencial, aunque muchos fueron producto de algún accidente histórico. Es con Ruiz Cortines, que comienza la pasarela, la picardía, para seleccionar al que va a suceder. Comienzan a perdurar los gobiernos civiles, llega la era de premiar la disciplina, el trabajo burocrático, el silencio, la gratitud al predecesor, el talento, y desde luego el interés.
Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), ex secretario de gobernación de Díaz Ordaz, al igual que su predecesor fue cauto, silencioso, disciplinado. Jorge Castañeda en su libro “La Herencia”, señala que Echeverría llegó por descarte, lo cierto es, que el mismo forjó su camino; conocía las entrañas de la política nacional; supo eliminar oponentes y supo atraer las miradas; un hombre que prefería el trabajo que la fiesta; de igual forma, los problemas que enfrentaba el país eran de índole social, factor decisivo de su elección, la gobernabilidad del país.
José López Portillo (1976-1982), decía que había un peso por virtud que te hacia merecedor de la sucesión “el fiel de la balanza”. Es el primer presidente proveniente de la secretaria de hacienda, su destino cambió cuando Díaz Ordaz designa como sucesor a Echeverría, amigo de infancia y juventud de López Portillo. Echeverría quizás pensó en un gobierno transexenal, lo fue cuidando de los lobos, en su momento lo mandó a la secretaria de programación y presupuesto, esa mano invisible le dio un giro a la historia de nuestro país en las sucesiones siguientes, López Portillo, impulsó la reforma electoral de 1977 que dio vida al pluripartidismo, con su mandato se acaba el nacionalismo mexicano.
Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) inicia el neoliberalismo mexicano, de la Madrid propició habilidosamente a su favor el juego de la sucesión, se dice que en la secretaria de programación y presupuesto durante la crisis económica y financiera se maquillaron cifras, después compró indulgencias, dado que se lleva al hijo del presidente López Portillo a trabajar a la secretaria, de ahí la frase del expresidente “el orgullo de su nepotismo”, la tecnocracia ocupa un papel fundamental en la administración pública.
Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), consolida el neoliberalismo mexicano, el liberalismo social, ideas retomadas del gobierno de Ruiz Cortines con sus juntas de mejoramiento cívico, moral y material. Al igual que su predecesor se dice que maquillaron las cifras para lograr la sucesión, ante la inminente candidatura priista de Carlos Salinas, surge la inconformidad de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, nace el frente opositor y con ello una oposición real.
En este sexenio hubo dos sucesiones, la primera pensada tal vez por un lazo de amistad o una extensión sexenal, la cual se esfuma con el asesinato de Luis Donaldo Colosio, y una segunda por descarte. Existe el rumor que fue una propuesta del ex asesor presidencial José Córdoba Montoya, quien mantenía una relación de amistad con el ex secretario de educación y posterior coordinador de campaña de Colosio, el tecnócrata Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000), el cual dejo de legado la alternancia política en el país, tras cincuenta años de haber tenido un partido hegemónico; su sucesor priista, el ex candidato presidencial Francisco Labastida en su autobiografía “La Duda Sistémica” señala que el expresidente no lo apoyó en su campaña, es decir, que no influyó en el resultado electoral.
Vicente Fox Quesada (2000-2006), con una estrategia publicitaria logra convencer a millones de mexicanos, rompe el orden natural de la sucesión con anuencia de los pinos. En su gobierno los gobernadores priistas empezaron a crear pequeños feudos; no tenían freno; el narcotráfico empieza a ser un problema local; su sucesión es truncada dentro de su propio partido. Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), opera dentro de su partido y logra ser el candidato, su antecesor sólo le queda apoyarlo, tuvo un gobierno gris, donde su mayor triunfo fue en el rubro de salud y su pecado fue iniciar la guerra con el narcotráfico, si es que eso es posible.
Enrique Peña Nieto (2012-2018), ante el mal gobierno de su predecesor panista, utilizó una estrategia publicitaria, crea un personaje de telenovela, orientado al imaginario femenino, su campaña fue un reality, su presidencia estuvo plagada de buenas intenciones pero con malos resultados, en el contexto histórico si fuese evaluado, sería el primer presidente en reprobar, en su sucesión propone a un candidato carente de simpatía, audacia política, ajeno al PRI, el resultado era predecible, la derrota ante el candidato eterno.
Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), tras dieciocho años de campaña, logró su cometido, catalogado como el peor presidente de la historia moderna del país, tuvo un gobierno populista, utilizó el aparato del Estado para imponer a su sucesora, dejó como testamento político la destrucción de las instituciones democráticas, un neo Maximato, y dejó pactada la siguiente sucesión (su hijo) para continuar su cuarta transformación.
Como podemos advertir, las sucesiones presidenciales de nuestro país están plagadas de accidentes históricos, derivadas de la ambición presidencial de extender su mandato, favorecer al amigo, al complaciente, al más débil, o al más servil. Algunos intentaron poner su propio sello rompiendo con su antecesor, otros solo fueron complacientes. Los mexicanos solo somos olas que mueve el viento, utilizados cuando hay marea electoral, no hemos dado el valor a las luchas democráticas y sus instituciones, hemos retrocedido un siglo, ahora la democracia la dicta un solo hombre, el gran elector, el encarnado del pueblo, la democracia es solo un trámite, nuestras libertades democráticas dependen de algún accidente histórico.
César Gaspar Cortés Zilli
Economista, egresado de la Universidad Veracruzana
X: @cczilli
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