Efraín Hernández
Fortín.- La indignación y el dolor marcaron el último adiós a Pablo Ortigoza, el joven asesinado por la policía municipal de Fortín. Su sepelio reunió a cientos de personas, entre familiares, amigos y ciudadanos solidarios que exigieron justicia ante un crimen que ha conmocionado a la comunidad.
El caso ha puesto en evidencia la falta de respuesta del presidente municipal Gerardo Rosales Victoria, quien hasta el momento no ha dado ninguna declaración sobre lo sucedido. Mientras la familia de Pablo clama por justicia, la autoridad municipal de extracción morenista ha optado por el silencio, acrecentando la indignación de la población.
El cortejo fúnebre se convirtió en una manifestación de unidad y reclamo. Desde la iglesia hasta las inmediaciones del palacio municipal, la gente se unió en una sola voz para exigir que los responsables sean castigados. El clamor no es solo por el autor material del homicidio, Zuriel Abel Hernández Serrano, policía activo de Fortín, sino también por los altos mandos que han permitido la impunidad: el comandante José Martínez Trujillo, la responsable de enlace de seguridad municipal Teresa Contreras Huerta, y el regidor encargado de seguridad pública Orlando Rosas Sánchez.

El hecho de que Pablo haya sido asesinado a quemarropa y por la espalda mientras intentaba resguardarse, según testigos, refuerza la exigencia de una investigación clara y castigo ejemplar para los culpables. Sin embargo, hasta la fecha, las autoridades municipales se han mantenido omisas, reforzando la percepción de un gobierno local indiferente a la violencia ejercida por su propia policía.
Mientras la familia de Pablo enfrenta su duelo, Fortín de las Flores se mantiene en vilo, esperando respuestas que, hasta ahora, el alcalde parece no estar dispuesto a dar.
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