La Contraloría: ¿Refugio de corruptos o bastión de la 4T?

La gobernadora Nahle tiene la responsabilidad de limpiar la casa y asegurar que la Contraloría cumpla con su misión de garantizar la transparencia y la rendición de cuentas en el estado de Veracruz.

Por: Isaac Martínez Pérez.

La Contraloría General del estado de Veracruz, bajo la dirección de Ramón Santos Navarro, se ha convertido en un foco rojo de polémica. En lugar de ser un bastión de la lucha contra la corrupción, como se esperaría de una institución clave de la 4T, la Contraloría parece haber sucumbido a las mismas prácticas que se busca combatir.

La reciente ola de nombramientos en la Contraloría, con la llegada de personajes como Daniel Lugo Carrasco, un ex funcionario de Fidel Herrera y Javier Duarte, ha generado una ola de indignación entre los verdaderos militantes de Morena. Lugo, un individuo con un historial cuestionable y una reputación de «parásito» del presupuesto público, se ha convertido en el nuevo Coordinador de Asesores en Palacio de Gobierno.

La presencia de Lugo, un personaje que se ha caracterizado por su falta de escrúpulos y su habilidad para navegar entre las cloacas de la corrupción, es una señal preocupante. Su llegada, junto con la de otros personajes como Rocío Carolina Sigala Aguilar, hermana del Magistrado Electoral Roberto Eduardo Sigala Aguilar, y Mara Aime Galindo García, ha generado un clima de desconfianza y desánimo entre los empleados de la Contraloría.

Los señalamientos de acoso y hostigamiento laboral, la falta de preparación de algunos de los nuevos funcionarios y la presencia de figuras con un pasado ligado a la corrupción, ponen en entredicho la capacidad de la Contraloría para cumplir con su misión de combatir la corrupción y la impunidad.

La gobernadora Rocío Nahle, quien ha prometido una lucha frontal contra la corrupción, debe tomar cartas en el asunto. La Contraloría, en lugar de ser un bastión de la 4T, se ha convertido en un refugio para personajes cuestionables. La presencia de estos individuos, con un historial de corrupción y falta de ética, mancha la imagen de la 4T y genera desconfianza entre la población.

Es necesario que se investigue a fondo las denuncias de corrupción y acoso en la Contraloría. La gobernadora Nahle tiene la responsabilidad de limpiar la casa y asegurar que la Contraloría cumpla con su misión de garantizar la transparencia y la rendición de cuentas en el estado de Veracruz. De lo contrario, la 4T en Veracruz se convertirá en una farsa, un discurso vacío que no ofrece soluciones a las necesidades de la población.

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