Por: Isaac Martínez Pérez.
La designación del candidato de Morena a la alcaldía de Perote ha desatado una crisis interna que amenaza con costarle caro al partido en las próximas elecciones. La imposición de Jorge Bonilla Merino, un candidato que carece del apoyo de otros aspirantes locales, ha sembrado la discordia y generado un ambiente de descontento que podría favorecer al PRI, partido tradicionalmente dominante en la región. Este problema, sin embargo, no es aislado, y refleja una situación más amplia de malestar que ha llegado hasta la dirigente nacional, Luisa María Alcalde.
La decisión de imponer a Bonilla, a pesar de las quejas y la falta de consenso, parece haber sido tomada desde instancias superiores, posiblemente desde el gobierno estatal, generando una cascada de problemas que han llegado hasta la mesa de Alcalde. Esta falta de consulta con la base morenista en Perote, replicada en otros municipios de Veracruz, sugiere una estrategia arriesgada que ignora las dinámicas locales y el sentir de la población, llevando a la dirigente nacional a un punto de ebullición. La percepción de imposición, exacerbada por las numerosas quejas que llegan al CEN de Morena, podría generar una apatía entre los votantes morenistas, reduciendo la participación y facilitando el triunfo del PRI.
El descontento en Perote se manifiesta en la abierta oposición de otros aspirantes, quienes denuncian la falta de transparencia en el proceso de selección y acusan a Bonilla de utilizar el apoyo del gobierno estatal para asegurar su candidatura. Esta percepción de favoritismo y abuso de poder no solo erosiona la confianza en el partido, sino que también podría movilizar a los votantes hacia la oposición. La frustración de Alcalde, quien debe lidiar con estas disputas y las consecuencias políticas, es palpable. Las medidas tomadas por la dirigente nacional, como la suspensión de reuniones y la entrega discreta de nombramientos, reflejan la gravedad de la situación y su intento por controlar el daño.
La estrategia de Bonilla, que se basa en el apoyo externo y en una consulta ciudadana para la selección de regidores, parece insuficiente para contrarrestar el descontento generado por su imposición. La falta de unidad interna y la percepción de que la candidatura fue comprada, podrían resultar en una baja participación y un triunfo fácil para el PRI. La presión sobre Alcalde es evidente, ya que la crisis en Perote no es un caso aislado, sino un síntoma de una problemática mayor en la selección de candidatos en Veracruz.
En resumen, la situación en Perote representa un serio desafío para Morena, un desafío que se extiende hasta la dirigencia nacional. La apuesta por candidatos impuestos, sin el apoyo de la base local y con la sospecha de influencias externas, podría resultar en una derrota electoral y un duro golpe a la imagen del partido en la región. La respuesta de Luisa María Alcalde a esta crisis será crucial para determinar el futuro de Morena en Veracruz. El PRI, por su parte, parece estar listo para aprovechar esta oportunidad y capitalizar el descontento para asegurar su victoria.
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