Impredecible cuando se extinga el glaciar del Pico de Orizaba: Víctor Soto

Expertos coinciden en que, aunque el glaciar ya no puede recuperarse, su monitoreo es crucial para entender el impacto climático en zonas tropicales.

Manuela V. Carmona

Orizaba, Ver.- Si bien el glaciar Jamapa, ubicado en el Pico de Orizaba y considerado el último glaciar activo de México y el único en el mundo situado a 19 grados de latitud, enfrenta un acelerado retroceso debido al cambio climático, la exposición de su lecho rocoso y la falta de acumulación de nieve es difícil pronosticar su extinción, aseguró Víctor Soto, investigador del Centro de Ciencias de la Tierra (CCT) de la Universidad Veracruzana (UV).

Recordó que entre 2019 y 2024, el glaciar perdió el 20 por ciento de su superficie, reduciéndose de 0.46 km² a 0.37 km², además de que desde 1958 desaparecen aproximadamente 24 mil 500 metros cuadrados de hielo anuales, mientras que su límite inferior asciende 9.4 metros por año debido al derretimiento.

Expuso que el problema se agrava por el afloramiento de roca en la zona de acumulación (cerca de la cima), que absorbe radiación solar y alcanza temperaturas de 17°C, derritiendo el hielo circundante. «La roca actúa como una plancha caliente, acelerando el proceso», explicó Soto en su estudio Retraction status of Glaciar Norte of Pico de Orizaba, publicado en Journal of South American Earth Sciences.

Aseguró que aunque algunos ambientalistas han estimado fechas para su desaparición, la glaciología no permite predicciones exactas: «Un glaciar no tiene comportamiento lineal; depende de factores como temperatura, humedad y tipo de suelo, que cambian constantemente».

Sin embargo, admitió que el retroceso se ha acelerado en los últimos cinco años, impulsado por el aumento de 0.4°C en la temperatura regional desde el año 2000, la falta de nieve persistente en la zona alta, esencial para mantener el flujo glaciar, la fragmentación del hielo, que reduce su capacidad de regeneración.

Y es que, aunque Hugo Delgado Granados investigador de la UNAM, sugirió que la reducción del glaciar podría estar vinculada a un posible incremento en la actividad del Citlaltépetl, volcán activo cuya última erupción significativa ocurrió entre 1864 y 1867, el Cenapred descartó riesgos inmediatos, señalando que su actividad actual la cual consiste en sismos leves y fumarolas es normal para un volcán en reposo.

De manera permanente el Observatorio Sismológico y Vulcanológico de Veracruz, en colaboración con la UNAM y el Cenapred, mantiene un sistema de vigilancia con estaciones sísmicas y mediciones de deformación. «Más que un símbolo, este glaciar es un termómetro del planeta», destacó Soto, quien urgió a reducir emisiones y promover prácticas sostenibles.

Por ello los expertos coinciden en que, aunque el glaciar ya no puede recuperarse, su monitoreo es crucial para entender el impacto climático en zonas tropicales, pues la desaparición del glaciar Jamapa no solo marcaría el fin de una era geológica en México, sino que sería una señal alarmante de los efectos irreversibles del calentamiento global.

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