La trampa de la medicalización en los problemas de la vida

La medicalización del comportamiento es una decisión ideológica, empero, no se niega que puede haber excepciones donde el fármaco si sea necesario.

La trampa de la medicalización en los problemas de la vida

Mi nombre es Carlos Eduardo González Gómez y me gustaría compartirle lo siguiente:

En nuestra cotidianeidad es bastante común escuchar en plataformas digitales y medios de comunicación a personas decir que tienen “depresión”, “ansiedad”, “Trastorno Limite de la Personalidad”, o peor aún, se adjudican como “neurodivergentes”, término cuestionable desde una óptica científica, meramente porque se identificaron con ciertas características de las mal llamadas “enfermedades mentales”. Desafortunadamente, tal desinformación no ha hecho más que “encasillar” a la persona en dicha etiqueta psiquiátrica, culpabilizando al “trastorno mental” por ejecutar “x” o “y” conducta (“me ocurre y siento esto debido a la enfermedad mental que me dicen que padezco”, “lloro mucho porque tengo TLP, tengo cambios de humor y soy voluble porque tengo bipolaridad, no pongo atención en clase porque tengo TDAH, no hago contacto visual con las personas porque soy autista).

Los problemas psicológicos no emanan del cerebro, sino más bien de la interacción con el medio. En este caso, intentare esbozar algunas consideraciones en relación a los estragos de medicalizar el comportamiento.

  1. El modelo medico patologizante

Pensar que la manera más pertinente de incidir en los problemas psicológicos es a través de fármacos es un gran equivoco, puesto que, se requiere de rigurosidad conceptual y empírica para poder determinar si una persona requiere un fármaco, aquí cabria cuestionarse lo siguiente: ¿Qué tipo de examen, prueba o evaluación implementa el psiquiatra a priori para saber que realmente el paciente presenta, por ejemplo, una disminución serotinergica?

En tal sentido, es falso que si una persona reporta esto que se conoce como “depresión” o lo que se conoce como “ansiedad” requiere fármaco psiquiátrico. Considero de vital importancia que se comience a hablar de la desmedicalización del comportamiento. Por tanto, es menester hablar de Activación Conductual para incidir en lo que se conoce como “depresión”; Técnicas de Exposición para incidir en esto que se conoce como “ansiedad”, porque algo que si hace el modelo médico, además de patologizar, trastornar, psiquiatrizar y medicalizar el comportamiento, es hacerle pensar a las personas que tienen algo enfermo dentro de ellos de lo cual hay que curar o sanar, por lo que ven pertinente ir con el psiquiatra para que “los repare”.

  1. La gran falacia: la depresión percibida como entidad médica interna

Es importante dejar en claro que esto que se conoce como “depresión” en muchas ocasiones se debe a problemas estructurales, donde ni el mejor fármaco ni la mejor atención psicológica podrán incidir de manera pertinente si no se cambian las condiciones del entorno. Se debe reconocer que, en tales casos, la atención psicológica funge como mero “curita” en tanto cambian las condiciones del entorno. Aquello que se conoce como “depresión”, supone un acontecimiento en la que las cosas valiosas han perdido su valor. Lejos de vislumbrarse como algo que tiene el individuo “dentro”, debe percibirse como una situación transitoria en la que cualquier persona podría estar inmerso.

  1. El modelo farmacológico: reforzando la pasividad

Considerar a los antidepresivos como la primera y única línea de intervención es completamente erróneo, toda vez que se debe considerar que no hay estudios concluyentes que puedan afirmar fehacientemente que lo que se conoce como depresión se debe a un desequilibrio químico, en muchas ocasiones, como ya se ha comentado, el individuo requiere cambiar el entorno para que las condiciones de vida mejoren considerablemente.

  1. El sistema refuerza lo que le conviene

Es imprescindible que los problemas psicológicos pasen por el filtro del Análisis Funcional de la Conducta, igualmente se tendría que reconocer que la medicalización del comportamiento no ha hecho más que exacerbar el sufrimiento humano. Y es entendible, es más “rápido” consumir un fármaco psiquiátrico que cambiar las condiciones de vida de la persona, estudios apuntan que aun y estando medicalizada la persona, esta puede llegar a dar fin a su misma existencia. Eso no desestima que hay contextos demasiado aversivos (laboral, familiar, económico, interpersonal) que incrementan la probabilidad de que la persona llegue a presentar algún malestar como lo puede ser la “depresión”, la “ansiedad” e incluso el riesgo suicida.

  1. ¿Qué dicen los autores?

Desde distintos prismas conceptuales, se esbozará brevemente lo que algunos autores han dicho en relación a la despatologización del comportamiento:

  • La psiquiatría y la psicología clínica, como soportes de la “salud mental”, han participado activamente en la creación de nuevas enfermedades, desórdenes, o quizá ya epidemias o PANDEMIAS DEL COMPORTAMIENTO, que se regulan mediante fármacos y distintas formas sistemáticas o intuitivas de “psicoterapia”. Ejemplos de ello son el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y antes daño cerebral mínimo (nunca localizado), la ansiedad, el estrés, la depresión, la bipolaridad, y una similitud creciente de adicciones a todo tipo de consumibles o actividades, sin que, curiosamente, el consumo de los medicamentos, como drogas, sean consideradas una adicción (Ribes, 2023).
  • (…) todo esto supone también despatologizar la psicología clínica, decir sin ningún rubor que los problemas psicológicos no son psicopatología, renunciar a la logomaquia, restituirles su verdadera naturaleza, su génesis y su significado (…) no obstante, despatologizar el comportamiento humano no es una tarea fácil porque el modelo psicopatológico cosecha beneficios a corto plazo que contribuyan a mantenerlo en vigor (López & Costa, 2012).
  • Moncrieff (2020) plantea que “… Mi preocupación es que, en lo fundamental, mal entendemos lo que hacen las drogas psiquiátricas y, debido a esto, sobrestimamos sus posibles beneficios y subestimamos el daño que pueden causar. Las drogas psiquiátricas son sustancias potencialmente tóxicas que cambian la manera en que funcionan normalmente el cuerpo y el cerebro, en modos que no entendemos apropiadamente… NO sabemos el efecto completo de lo que las drogas psiquiátricas le hacen al cerebro, ni tampoco sabemos cuán capaz es el cerebro de recuperarse de su impacto…”
  • Planteamos allí la necesidad de un cambio radical de paradigma que implica realizar un análisis crítico de la ortodoxia del modelo psicopatológico, rescatar a los problemas psicológicos del mundo de la patología, despatologizarlos, emanciparlos de la vieja doctrina que dice de ellos “esto es una enfermedad” y que dictamina que algunas personas, por el hecho de experimentar un problema vital, están enfermas, tienen una enfermedad que necesita ser curada, y que sus experiencias vitales son un fenómeno patológico o son indicios, síntomas y signos de una enfermedad (López & Costa, 2012).

Conclusión

La medicalización del comportamiento es una decisión ideológica, empero, no se niega que puede haber excepciones donde el fármaco si sea necesario (v.gr. la esquizofrenia), pero eso ya no le compete a la psicología. Es más factible culpabilizar al individuo que reconocer que en muchas ocasiones el ambiente posibilita el sufrimiento humano. El reto no es controlar las conductas no aprobadas socialmente con fármacos, sino entenderla, modificar el entorno, posibilitar nuevas formas de aprendizaje y recuperar el poder del Análisis Funcional.

Es un acto inhumano que se usen fármacos cuando se desconoce el efecto completo de lo que las drogas psiquiátricas podrían provocar en el paciente, mucho menos se sabe si el cerebro, riñones, hígado serán capaz de recuperarse. Quien más se beneficia y le conviene que se medicalicen los comportamientos es a las farmacéuticas. No todo se resuelve con “terapia”, se sobredimensiona la pertinencia de la intervención del psicólogo. Se debe reconocer que nuestra participación como psicólogos en los llamados “problemas psicológicos” ocupa un espacio muy pequeño, se debe tener la suficiente honestidad y humildad intelectual para informar al consultante que habrá muchas situaciones donde deberán intervenir otros profesionistas, y que el psicólogo nada puede hacer al respecto. En pleno 2025, la mayoría de los individuos están hiperpsicologizados, el psiquiatra patologiza su comportamiento a pesar de carecer de un objeto de estudio bien delimitado como si lo tiene el neurólogo, ya se normalizó el uso desmedido de fármacos, incluido el internamiento en hospitales psiquiátricos. Se debe comenzar a dejar de percibir al fármaco como la panacea que “cura” todos los males. Es inadmisible lucrar con el sufrimiento y la vulnerabilidad de las personas. En lugar de “anestesiar” el comportamiento con fármacos, es imprescindible “reconstruir” el entorno, reestablecer contingencias reforzantes, enseñar habilidades y modificar contextos.

Comentarios

  1. Correcto, no se debe medicalizar el comportamiento, eso es estar anclado al modelo médico, y lo anterior es incompatible con el Conductismo…

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