Por Manuela V. Carmona/
Orizaba, Ver.- Un grupo de al menos 10 mujeres, dedicadas por hasta 20 años a la venta de elotes y esquites en el atrio de la Catedral de Orizaba, denunciaron haber sido excluidas del espacio y amenazadas con la cancelación de sus permisos por negarse a pagar cobros irregulares exigidos por Rosario Abad Ramírez, encargada de administrar los puestos supuestamente bajo el aval del párroco “Demetrio”.
Las afectadas relataron que, tras solicitar un permiso alterno en la plazoleta del ayuntamiento durante Semana Santa, ante el hacinamiento en el atrio por otros vendedores, Abad Ramírez les prohibió regresar y cerró las puertas del lugar para que no vendieran adentro, sin embargo, el permiso del Ayuntamiento para vender fuera era provisional por lo que ahora tampoco pueden hacerlo afuera.
«Nos mandó un mensaje diciendo que no nos presentáramos, que el padre no tenía tiempo para nosotras«, explicó una de las vendedoras.
Las comerciantes detallaron que Rosario Abad les exige de manera cotidiana pagos semanales de 150 pesos con multas diarias de 25 pesos por retrasos y cantidades exorbitantes en temporadas altas es decir mil pesos en fiestas patronales y en esta ocasión mil 500 por tres días durante Semana Santa.
«No da recibos; dice que es una ‘cooperación’ para la Iglesia, pero es un abuso«, acusaron. Quienes se resisten.
Además, denunciaron que la administradora favorece a vendedoras allegadas a ella con menos años en el lugar y las obliga a usar uniformes específicos (gorras y playeras) bajo amenaza de multa. «Somos comerciantes, no empleadas de ella», reclamaron.
Las mujeres señalaron que Abad Ramírez se infiltró hace aproximadamente una década bajo el pretexto de hacer labor social, pero en realidad comercia con lotes y esquites dentro del atrio. «No hay papeles que respalden su cargo. Incluso fue al ayuntamiento a bloquear nuestro permiso externo», afirmó una de las afectadas.
Ante la negativa del padre Demetrio para dialogar, quien de acuerdo con las mujeres les mandó a decir que no tenía tiempo de recibirlas, exigieron la intervención del obispo para investigar los cobros ilegales y la exclusión selectiva.
«Ella ya se pasó de su límite. No es justo que nos cierre las puertas por no pagar sus abusos«, concluyeron. Mientras tanto, solo cuatro vendedoras quienes son las más recientes y cercanas a Rosario, conservan sus permisos.
El resto aguarda una respuesta que les permita recuperar su sustento de décadas. Y es que luego de que se prohibiera el comercio ambulante en el primer cuadro de la ciudad, La Catedral de Orizaba ha permitido la venta informal en su atrio como apoyo a familias de bajos recursos, pero la falta de transparencia en la administración ha derivado en conflictos como el que ya no se permita el ingreso a las mujeres que por años tienen esta actividad como su modus vivendi.
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