Por: Isaac Martínez Pérez/Columna
Las elecciones en Veracruz se perfilan como un escenario complejo. La gobernadora, Rocío Nahle García, ha arrojado una bomba en el debate político: la presunta violencia en el estado es un «teatro» orquestado por los partidos.
Su afirmación ha desatado un torbellino de críticas y aclaraciones, poniendo en el centro del debate la seguridad de la contienda electoral.
¿Es la violencia un instrumento político para generar temor y favorecer a ciertos candidatos, como afirma la gobernadora, o es una realidad que amerita un enfoque serio y concreto por parte de las autoridades?
Veracruz ha sido un estado con una larga historia de violencia política y criminal. La presencia de grupos criminales, la corrupción y la impunidad son factores que han contribuido a la inseguridad en la entidad. En la actual contienda electoral, las amenazas de violencia no son un simple juego político.
Nahle hace una apuesta arriesgada al minimizar esta problemática. Si las elecciones se llevan a cabo en un ambiente de paz, la gobernadora podrá decir «se los dije» y fortalecer su posición en el debate político.
Pero si se registra un acto de violencia contra algún candidato o si se acredita un clima de intimidación real durante la campaña, sus opositores no dudaran en utilizar este hecho como prueba de su falta de control sobre la situación. Es necesario ir más allá del juego de acusaciones.
Esta situación demanda un compromiso real de las autoridades para garantizar una elección segura y transparente. Es urgente implementar medidas concretas para proteger la integridad de los candidatos y de los ciudadanos, fortalecer las fuerzas de seguridad, y combate la impunidad.
Las elecciones en Veracruz son un momento crucial para la democracia de la entidad. Las autoridades deben actuar con responsabilidad y transparencia, y los partidos políticos deben priorizar la seguridad y el respeto al estado de derecho. Es necesario romper con el círculo vicioso de la violencia y la impunidad que han marcado la historia de Veracruz. La gobernadora Nahle tiene la responsabilidad de garantizar una elección tranquila y legítima.
Su apuesta político-electoral está en juego. La gente de Veracruz espera ver un proceso elecoral verdaderamente democrático, libre de violencia y de manipulación política.
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