La pandemia de COVID-19 puso de manifiesto la complejidad del sistema inmunitario y su respuesta contra patógenos emergentes. De hecho, la respuesta inmunitaria a la COVID-19 es un campo de investigación aún vivo y una de las incógnitas que permanecen abiertas está relacionada con la variabilidad en la gravedad de la enfermedad que presentaron los individuos vacunados. A pesar del éxito de las vacunas, que fueron decisivas para controlar la crisis previniendo las formas más graves de la enfermedad, se ha visto que algunos individuos vacunados aun así sufrían formas graves.
El porqué de este fenómeno es lo que ha sido evaluado en un estudio hecho en una colaboración entre el Instituto Catalán de Oncología (ICO), el Hospital Universitario de Bellvitge en Hospitalet de Llobregat y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), que es una de las instituciones CERCA de la Generalitat de Cataluña. El equipo de investigación lo han integrado, entre otros, el Dr. Arnau Antolí, la Dra. Conxi Lázaro y el Dr. Xavier Solanich.
El estudio ha puesto el foco en un posible factor clave que podría explicar la citada vulnerabilidad: los autoanticuerpos neutralizantes de interferones de tipo I (IFN-I). Estos autoanticuerpos ya habían sido relacionados anteriormente con la gravedad de la COVID-19 en individuos no vacunados, pero aún no se había estudiado su rol en los vacunados.
Para analizarlo, se recogieron datos clínicos y de laboratorio de 670 pacientes vacunados que ingresaron en el Hospital de Bellvitge por neumonía derivada de COVID-19 entre abril de 2021 y diciembre de 2022. De todos ellos, el 13,7% (92) tenía autoanticuerpos neutralizantes contra IFN-I, de los cuales un 38% (35) eran capaces de bloquear los IFN-I in vitro. Los pacientes con estos autoanticuerpos neutralizantes desarrollaron una neumonía significativamente más grave. Dicho de otra manera: los pacientes con autoanticuerpos neutralizantes de IFN-I demostraron ser más propensos a desarrollar neumonía grave a pesar de haber tenido una respuesta adecuada a la vacuna. Ahora bien, los autores del estudio también han comprobado que la vacuna ayudó a atenuar esta predisposición: en los pacientes vacunados, la presencia de estos autoanticuerpos hacía incrementar 2,3 veces el riesgo de sufrir neumonía crítica, una cifra relativamente baja si se compara con la de los pacientes no vacunados, donde el riesgo se multiplica por 17 si el paciente tiene estos autoanticuerpos.
A pesar de la vacunación, el riesgo persiste pero es menor
Vistos los resultados y según los investigadores, es evidente que los autoanticuerpos neutralizantes de IFN-I desempeñan un papel clave en la respuesta inmunitaria a la COVID-19, tanto en pacientes vacunados como no vacunados. De hecho, son un factor de riesgo independiente: tener estos anticuerpos conlleva un riesgo añadido, igual que lo hacen la edad avanzada, tener obesidad, o estar inmunodeprimido. El riesgo es menor que en no vacunados, pero persiste.
Esto implica que la detección de los autoanticuerpos que neutralizan IFN-I puede ayudar a distinguir individuos con mayor riesgo de sufrir infecciones víricas graves, permitiendo comenzar un tratamiento antivírico precoz o seguir recomendaciones vacunales preventivas más estrictas. Queda por ver cómo se puede hacer una traslación de esta nueva información a la práctica clínica habitual.
El estudio se titula “Autoantibodies neutralizing type I interferons remain a significant risk factor for critical COVID-19 pneumonia in vaccinated patients”. Y se ha publicado en la revista académica Clinical Immunology. (Fuente: IDIBELL)
Comentarios