En un nuevo estudio se ha demostrado que el cerebro, y en concreto ciertas neuronas hipotalámicas, es capaz de modificar la composición de la microbiota intestinal, al menos en ratones; y puede hacerlo en cuestión de horas. Este descubrimiento representa un cambio de paradigma que amplía la regulación de la microbiota intestinal más allá de la dieta y los ritmos circadianos.
El estudio ha sido liderado desde el Hospital Clínic de Barcelona, el Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS) en Barcelona, la Universidad de Santiago de Compostela, en España, y la Universidad Católica de Lovaina en Bruselas, Bélgica.
Los resultados muestran que los cambios en la microbiota inducidos por el cerebro van acompañados de una reconfiguración de vías neuronales en el duodeno y de una activación del sistema nervioso simpático, la parte del sistema nervioso autónomo encargada de las respuestas al estrés. Además, esta modulación de la microbiota es anatómicamente específica, es decir, que diferentes regiones del intestino responden de manera diferenciada dependiendo de las neuronas que se activan en cada momento. El estudio reveló además que la obesidad inducida por la dieta altera la capacidad del cerebro para regular la microbiota intestinal, descubriendo un nuevo mecanismo que puede explicar cómo la obesidad puede alterar la composición de la microbiota intestinal.
El eje cerebro-microbiota en el mantenimiento del balance energético
Míriam Toledo, investigadora del IDIBAPS y primera autora del estudio, explica: «El cerebro integra la información procedente de la microbiota y de los órganos metabólicos para orquestar una respuesta adaptativa adecuada en cada momento que mantenga el balance energético del organismo». Y añade: «Con este estudio estamos presentando una nueva vía a través de la cual el cerebro puede regular la homeostasis del organismo, y es a través del control en la composición de la microbiota intestinal».
El estudio se titula “Rapid modulation of gut microbiota composition by hypothalamic circuits in mice”. Y se ha publicado en la revista académica Nature Metabolism. (Fuente: Hospital Clínic de Barcelona / IDIBAPS)
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