- ¿Es posible intervenir cuando una persona autista presenta “ansiedad”, “depresión” y riesgo suicida?
Carlos Eduardo González Gómez
El pasado 19 de abril di una ponencia para un grupo de estudiantes del Instituto Especializado de Psicología Basada en Evidencia (IEPBE) titulado: ¿Es posible intervenir cuando una persona autista presenta “ansiedad”, “depresión” y riesgo suicida? Lo expuesto a continuación corresponde a la extracción y análisis de ocho estudios míos realizados a priori, seleccionados de manera intencionada por su pertinencia. Se espera que esta información resulte de mucha utilidad para quienes lo lean y posibilite una comprensión más profunda del fenómeno en cuestión.
Autismo
· El autismo es definido como un “trastorno” del neurodesarrollo con una base neurobiológica, con mayor predominio en hombres, cuyas principales características es la presencia de déficits en la cognición social y la comunicación, intereses restringidos y conductas estereotipadas, siendo el causante de disfunciones sensoriales, problemas neuropsiquiátricos y de sueño, así como la presencia de epilepsia (Ruggieri, 2024).
· La población autista presenta dificultades escolares en materia de inclusión, hostigamiento, soledad, aislamiento, falta de grupo de pertenencia, limitación para integrarse en la adultez en el ámbito laboral, provocando sensación de desprotección para los familiares y quien es autista (Ruggieri, 2022).
Autismo y “ansiedad”
· La “ansiedad” en el autismo es un objetivo de tratamiento importante debido a sus consecuencias para la calidad de vida y el bienestar.
· La evidencia sugiere que la TCC y la terapia basada en la atención plena (MBT) pueden ayudar a reducir la “ansiedad” en el autismo (Cachia et al., 2016; Spain et al., 2015).
· Un programa autoguiado en línea basado en Mindfulness que sigue la estructura de los programas presenciales típicos produce reducciones significativas en la “ansiedad”, la “depresión” y el estrés en población autista (Krusche et al., 2013)
· A nivel social, es muy poco lo que se habla del estado psicológico, vivencia y el trato de personas autistas en la etapa adolescente, una de las más cargadas de síntomas como el estrés y la “ansiedad” (Montañez-Romero & Pérez-Alcalá, 2022).
· La ansiedad en población autista está vinculada a factores compartidos por la población no autista, empero, también presentan en mayor medida intolerancia a la incertidumbre y la atipicidad sensorial (Beneytez, 2019)
Autismo & regulación emocional
· En población autista, se deben implementar habilidades de “regulación emocional”, pues en ellos se presentan estrategias desadaptativas (Gaigg el at., 2020).
· En personas autistas hay ciertos agravantes como son los problemas de “regulación emocional”, cuatro veces mayor en comparación con la población general (England-Mason, 2020, citado en González-Gómez, 2025).
· La “alexitimia”, “desregulación emocional” y las dificultades comunicativas están presentes en personas autistas, además de que tener dificultades para expresar y reconocer emociones (Hervás, 2023, citado en González-Gómez, 2025).
Autismo & “depresión”
· Los adultos autistas pueden correr un riesgo cada vez mayor de desarrollar sufrimiento psicológico a medida que envejecen debido al impacto de eventos vitales traumáticos acumulativos y a la vulnerabilidad al desempleo y las dificultades financieras (Griffiths et al., 2019; Taylor & Gotham, 2016).
· Lo más asociado al autismo es la “ansiedad”, “depresión”, “TDAH”, compulsiones y comportamientos repetitivos, irritabilidad y agresión (Alcalá & Ochoa 2022).
· En un estudio de Davis et al (2011), compararon las comorbilidades en grupos de personas autistas con habilidades verbales y aquellos no verbales, encontrando que los que tenían poca o ninguna afectación a nivel verbal, desarrollaron síntomas más severos de “ansiedad” y “depresión”.
· En población autista, son cuatro veces más propensos a desencadenar “depresión” en comparación con la población general, en ellos, la “depresión” no se manifiesta mediante sentimientos de tristeza o apatía, sino con inquietud e insomnio, por lo que es exponencial el riesgo que tienen de experimentar ideación suicida, planearlo, actuar en consecuencia y morir por suicidio (Ruggieri, 2020, citado en González-Gómez, 2025).
· La “depresión” en población autista incrementa con la edad y de manera ocasional en épocas de cambio: V.gr. terminar el bachillerato y entrar a la universidad, en épocas de incremento de estrés relacionado con estudios -época de exámenes-, pérdidas o enfermedades de personas referentes, situaciones estresantes en sus vínculos -conflictos interpersonales o desilusiones afectivas- (Castro, 2024).
Autismo y riesgo suicida
· No hay nada “enfermo” en la persona, el GEN SUICIDA NO EXISTE, pues este comportamiento solo cobra relevancia mediante la interacción con el medio ambiente (Ortega, 2018).
· En 2024, no se cuentan con datos oficiales acerca de la prevalencia del comportamiento suicida en población autista (Musich et al., 2024).
· La mayoría de investigaciones que hacen mención del comportamiento suicida en personas autistas datan del 2006 en adelante (Orta, 2024).
· En la niñez (a partir de los 7 años), se ha reportado que en niños autistas el riesgo suicida es tres veces mayor que en la población infantil no autista (Kõlves et al., 2021).
· En la adolescencia, se ha reportado que los intentos de suicidio fueron más elevados en comparación con población adolescente no autista (Chen et al., 2017).
· El comportamiento suicida y la “depresión”, es algo muy común en población autista, principalmente por las dificultades sociales, hostigamiento, insatisfacción por no encajar socialmente, complejidad al momento de tener una pareja sentimental (Ruggieri, 2020).
· Las personas autistas pueden llegar a presentar déficits en el reconocimiento de emociones, propias y ajenas, a nivel de expresiones faciales y lenguaje no verbal, todo lo anterior se interrelaciona con lo que se conoce como “depresión”, “ansiedad” y riesgo suicida (Leis & Pego, 2025).
· La población autista que de manera simultánea se identifica como parte de la comunidad LGTBQ+ (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero o queer) transitan en su día a día una serie de desafíos y barreras, detonando vulnerabilidad y con mayor riesgo de suicidio (Musich et al., 2024).
Conclusiones
· Dialectical Behavior Therapy (DBT) es una metodología que ha mostrado eficacia en el comportamiento suicida en población autista.
· El uso del Coaching Telefónico (emanado de DBT) ha mostrado ser viable en casos de ideación e intento suicida. Aquí, la validación emocional (mostrar al consultante que lo que le ocurre y siente es válido dentro de su contexto) es trascendental para que el psicólogo enseñe al consultante a aminorar la conducta problema.
Reflexiones en torno a estudiantes universitarios autistas
1. La universidad espera que las personas autistas se adapten, no que ella cambie. Se habla de “ajustes razonables individualizados” como si el problema fuera el estudiante universitario autista. No obstante, el problema es una estructura que en ningún momento fue diseñada para la diversidad. La carga de la “adaptación” sigue recayendo en el estudiante autista.
2. La universidad patologiza a estudiantes autistas en lugar de reconocerlo como una forma válida más de ser. Aunque no lo reconozcan, se sigue entendiendo el autismo desde el modelo médico patologizante: como un “déficit”, como un “trastorno”, como «condición especial», como aquel que es diferente a los demás estudiantes, como el “problemático”. Lo anterior imposibilita un correcto desenvolvimiento, jamás habrá inclusión si sigue habiendo estigmatización.
3. El modelo educativo excluye sistemáticamente formas autistas de aprender. La rigidez en la forma en que se enseña (clases rigurosas, presión social, interacción social forzada, carencia en hacer ajustes adecuados en la forma de implementar sus clases, inexistencia de “ajustes razonables” para problemas sensoriales), margina a estudiantes autistas, el diseño pedagógico es deficiente.
4. La universidad no cuenta con docentes sensibilizados. La mayoría de docentes tiene un nulo conocimiento de la población autista, impera la ignorancia intelectual. Peor aún, varios operan desde prejuicios y juicios de valor carentes de sentido, cualquier política de la mal llamada “inclusión educativa” es un maquillaje marketero superficial para enaltecer el nombre de una universidad que no es inclusiva.
5. Hay inexistencia de tutores sombra. No se reconoce la pertinencia del tutor sombra en entornos universitarios, pese a haber un artículo publicado en el Google Académico por parte de la misma ANUIES que propone una propuesta para el decremento del comportamiento suicida. Si cuestionan a estudiantes universitarios autistas acerca de la pertinencia de contar con un tutor sombra, ¿Qué opinarían ellos o los padres de familia acerca de ello? ¿Es valido que paguen cuantiosas cantidades de dinero por un tutor sombra particular, acaso su voz no importa? ¿Seguro facultativo gratuito por pertenecer a una universidad pública sí, pero un tutor sombra gratuito no? La evidencia muestra que el tutor sombra debe ser un Psicólogo Conductista que conozca los principios de aprendizaje, especificadamente el condicionamiento pavloviano y operante, se niega que este se circunscriba al eclecticismo teórico. Anexo el articulo original, esperando más adelante hablar de un caso de éxito: https://www.espacioimasd.unach.mx/index.php/Inicio/article/view/447
6. El conocimiento autista no es reconocido como epistemología válida. Las personas autistas merecen estar en la universidad, ignorar las “sugerencias” de reconocer que la universidad no fue hecha para ellos. Una realidad es que tienen formas únicas de conocer, investigar, imaginar, crear, entre otras. No basta con “incluirlos”, es imprescindible escucharlos de manera constante, donde tener PACIENCIA sea el aditamento para el éxito académico.
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