Por: Isaac Martínez Pérez
Las próximas elecciones en Las Choapas presentan a los votantes una disyuntiva desalentadora: elegir entre dos candidatos con pasados cuestionables, cada uno con un historial que inspira poca confianza. La falta de opciones verdaderamente limpias deja un sabor amargo en la boca y plantea interrogantes serias sobre el estado de la democracia local.
Por un lado, el candidato de MORENA emerge como una figura envuelta en una red de sospechas. Su ascenso político, alimentado por supuestas relaciones de compadrazgo con figuras influyentes, está manchado por acusaciones de corrupción. Obras públicas deficientes, un despilfarro del erario y un abandono sistemático de proyectos cruciales son solo algunas de las manchas en su historial. Más grave aún, se le vinculan con homicidios, incluyendo una masacre con varias víctimas, sin que la protección de altos funcionarios le haya impedido seguir escalando en la política. Su equipo de campaña, plagado de ex funcionarios con reputación dudosa, no hace más que reforzar la impresión de un proyecto político opaco y corrupto. La presencia de un ex delegado de tránsito despedido por corrupción, y un director de CAEV que ha dejado a la mitad de la población sin agua, pinta un escenario desolador para el futuro de la comunidad.
El otro candidato, abanderado por Movimiento Ciudadano, tampoco ofrece una alternativa convincente. Su trayectoria, ligada a un «cacique» local que gobernó durante 18 años, sugiere una continuidad de prácticas corruptas. Su enriquecimiento se atribuye a la concesión de obras públicas millonarias durante el mandato del mencionado cacique, lo que plantea un conflicto de intereses flagrante. El cúmulo de acusaciones en su contra es abrumador: desfalco, amenazas, intento de homicidio, complicidad en asesinatos, y extorsión sistemática a la población a través de un negocio millonario con grúas. Su salida impune de numerosas investigaciones judiciales solo refuerza la percepción de impunidad que lo rodea. Incluso su equipo de campaña está compuesto de figuras políticas desacreditadas, conocidos como “dinosaurios políticos”.
El panorama electoral en Las Choapas resulta profundamente preocupante. La ausencia de candidatos con una plataforma política limpia y un historial impecable deja a la población con la difícil decisión de escoger al «menos malo». Esta situación no solo refleja la falta de alternativas políticas viables, sino también la debilidad de las instituciones encargadas de garantizar la transparencia y la rendición de cuentas. Se requiere un cambio radical para que las próximas elecciones en Las Choapas no solo sean una elección, sino una verdadera oportunidad para elegir un futuro diferente.
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