Por Jorge Manzo/aspirante a rector UV
La tercera ley de Newton señala que a toda acción corresponde una reacción de igual magnitud pero en sentido opuesto. Aunque esta ley pertenece al ámbito de la física, aquí la retomo como metáfora, en concordancia con la frase bíblica de Jesucristo: “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.”
Ayer, la Junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana emitió su Comunicado 04, en el que expresa su preocupación por amenazas recibidas por algunos de sus integrantes o sus familias. Ese mensaje no puede ser ignorado. Desde mi posición como aspirante a la rectoría de la UV, expreso con firmeza mi solidaridad con los miembros de la Junta de Gobierno y mi absoluto rechazo a cualquier forma de amenaza o coacción en un proceso universitario que debe conducirse con legalidad, respeto y, sobre todo, paz.
Pero también me solidarizo —y con igual énfasis— con el personal académico, administrativo, técnico, manual y con las y los estudiantes, porque esta situación no surgió de manera espontánea. Nos corresponde, como comunidad, reflexionar con honestidad sobre el origen de esta penosa situación: ¿quién tiró la primera piedra? Es de conocimiento general que durante la más reciente sesión del Consejo Universitario General y otros medios hubo manifestaciones estudiantiles que denunciaron intimidación por parte de autoridades universitarias, al punto de responsabilizarlas públicamente por cualquier acto en su contra.
Es también conocido que académicos y estudiantes han sido presionados para participar en la consulta para la prórroga convocada por la Junta de Gobierno. Durante la pasada marcha universitaria se leyeron carteles con mensajes como: “No nos dejan bajar”, “Marchamos con miedo”, o incluso por mensaje en celular, “Ya te vimos en la marcha”, enviado por una autoridad a un docente en directa amenaza.
Todo esto no comenzó con el Comunicado 04 de la Junta de Gobierno, es una reacción a algo que empezó mucho antes. Y debemos decirlo con claridad: la primera piedra la arrojaron las propias autoridades universitarias, y el principal responsable es el rector.
La Junta de Gobierno solamente guardó silencio, hasta que esa misma piedra la alcanzó. Entonces reaccionó. Pero ¿y el resto de la comunidad? ¿Y quienes fueron amedrentados antes? ¿No merecían también un comunicado? Ha llegado el momento de recuperar el cauce de paz y legalidad que debe guiar a una institución de educación superior como la Universidad Veracruzana. Es ingenuo pensar que se puede ejercer poder con intimidación sin que haya una reacción.
El conflicto no surgió de la comunidad: tiene un origen claro y un nombre propio. Hoy, con estos hechos, tanto la comunidad universitaria como la propia Junta de Gobierno tenemos los elementos para emitir un juicio sereno pero firme: No a la prórroga.
El Dr. Martín Gerardo Aguilar Sánchez ya no merece conducir la Universidad Veracruzana. Él fue quien tiró la primera piedra.
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