Ciudad de México.- Al cierre de 2024, México había concedido refugio a 150 mil 836 personas procedentes de otros países, mientras que otras 266 mil 710 esperaban respuesta a su solicitud de asilo.
El número de refugiados en México es el cuarto más alto en las Américas, después de los de Estados Unidos, Canadá y Brasil.
Las cifras proceden de los anexos del informe Tendencias Globales de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), difundido este jueves.
El organismo reporta a otros 64 mil 347 extranjeros en la categoría de otras personas que necesitan protección internacional y a 262 mil 411 desplazados internos de interés
El universo de atención de ACNUR en México ascendía a 838 mil 664 mil personas.
En un comunicado, la agencia advirtió que la crisis mundial de desplazamiento afecta profundamente a las Américas, donde la población desplazada por la fuerza a la que asistía o protegía a finales de 2024 alcanzaba los 21.9 millones de personas, es decir, el 17.6 por ciento del total mundial.
«En las Américas, la delincuencia y la inseguridad se han convertido en las principales causas del desplazamiento interno, desde la violencia indiscriminada de las pandillas en Haití hasta el impacto del conflicto en las comunidades de Colombia», apuntó.
«El desplazamiento interno en Haití se ha triplicado en 2024, pasando de 313.900 a más de 1 millón de personas, mientras Colombia tiene una de las mayores poblaciones de desplazados internos del mundo, aproximadamente 7 millones de personas».
José Samaniego, director regional de ACNUR para las Américas, destacó que, a pesar de que las situaciones de desplazamiento forzado, provocadas por conflictos y violaciones de los derechos humanos, suponen riesgos significativos para la estabilidad muchos países han mantenido sus fronteras abiertas.
Han logrado además, afirmó, avances significativos en la protección, la estabilización y la integración de las poblaciones desplazadas.
«A lo largo y ancho de nuestra región, las personas refugiadas están abriendo negocios, incorporándose a la fuerza laboral y revitalizando las economías locales. Pero solo podrán seguir haciéndolo si invertimos en su protección, estabilización e inclusión», recalcó.
«Acoger e integrar a esta población no es solo un imperativo humanitario, sino una importante oportunidad socioeconómica».
ACNUR advirtió, por otra parte, que drásticas reducciones de financiación han obligado la han a recortar actividades esenciales en las áreas de la asistencia humanitaria, la asesoría legal, los servicios de salud, el apoyo a la documentación, la regularización y los programas de medios de vida en países de toda la región.
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