Efraín Hernández
Córdoba, Ver.– En la Arena Córdoba y el gimnasio El Mexicano, instalaciones públicas del municipio, el deporte se ha convertido en una fuente de ingresos particulares para la familia del alcalde Juan Martínez Flores, que ha montado ahí una red de cobros y negocios con total impunidad.
Tan solo el club de voleibol Panteras, dirigido por Mauricio Alarcón, concentra a cerca de 200 niñas, a quienes se les cobra 600 pesos mensuales, más inscripción y venta obligatoria de uniformes. A la par, Rogelio Morales Zamudio, yerno del presidente municipal, cobra 400 pesos mensuales a 60 niños en su equipo de basquetbol.
Estos cobros generan ingresos mensuales superiores a los 140 mil pesos, sin que exista control, recibos oficiales ni supervisión por parte del Ayuntamiento.
Todo opera con la protección directa de Jessica Martínez, hija del alcalde, y su esposo Rogelio, quienes han convertido las instalaciones deportivas municipales en un negocio familiar, desplazando a entrenadores independientes y utilizando recursos públicos como si fueran propios.
Al frente de la Coordinación Municipal del Deporte está Rosalío Martínez Armillas, quien en lugar de fiscalizar o frenar estas irregularidades, actúa como cómplice directo, ha tolerado que Morales Zamudio cobre como funcionario del Ayuntamiento en un horario oficial de 8:30 a 16:00 horas, al mismo tiempo que da clases como maestro de primaria con 22 horas frente a grupo en la escuela 21 de Mayo de Santa Leticia. Es decir, cobra dos sueldos a la misma hora, sin cumplir a cabalidad ninguna de sus funciones.
“Esto ya no es promoción del deporte, es un negocio familiar descarado. Jessica Martínez impone, su esposo cobra, y Rosalío se hace el tonto. Mientras tanto, los niños de colonias populares se quedan sin espacio ni apoyo, porque no pueden pagar lo que cobran en sus clubes”, denunciaron trabajadores del área que pidieron mantenerse en el anonimato por miedo a represalias.
Mientras los espacios deportivos del municipio se privatizan de facto por la familia del alcalde, Juan Martínez Flores mira hacia otro lado, permitiendo que su hija, su yerno y sus allegados saqueen la infraestructura pública, burlándose de la ley, de los contribuyentes y de los propios deportistas.
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