La Facultad de Trivialidad Comparada y la política nacional/ La Repelente Realidad

- en Sin categoría

Mediante un diálogo transcurrido en la página 71 de El péndulo de Foucault (Umberto Eco, 1989), Belbo y Donatelli, personajes de la segunda novela del escritor y profesor italiano, discuten la pertinencia de llevar a efecto una reforma académico administrativa del saber al interior de la estructura universitaria para crear la Facultad de Trivialidad Comparada -donde se estudiarían asignaturas inútiles o imposibles-, la cual contendría, entre otros, al Departamento de Tripodología Felina -o sea el arte de buscarle tres pies al gato-, mismo que pondría en práctica “la enseñanza de las técnicas inútiles, por ejemplo la Avunculogratulación Mecánica [que] enseña cómo construir máquinas para saludar a la tía [y, posiblemente,] la Pilocatábasis, que es el arte de salvarse por los pelos.”.

El cochupo es práctica arraigada en la política mexicana
El cochupo es práctica arraigada en la política mexicana

Y ese departamento, destinado “a desarrollar el sentido de lo trivial”, se relacionaría con otros incluyentes de materias como “Urbanística Gitana, Hípica Azteca… Morfemática del Morse, la Historia de la Agricultura Antártica, la Historia de la Pintura en la Isla de Pascua, la Literatura Sumeria Contemporánea, los Fundamentos de Examenología Montessoriana, la Filatelia Asiriobabilónica, la Tecnología de la Rueda en los Imperios Precolombinos, la Iconología Braille, la Fonética del Cine Mudo…”

Líneas adelante, al proponer el Departamento de Oximórica, disciplina en esencia autocontradictoria como su nombre lo indica, establecen asignaturas básicas: “las Instituciones de Revolución, la Dinámica Parmenídea, la Estática Heracliteana, la Sibarítica Esparteana, los Fundamentos de Oligarquía Popular, la Historia de las Tradiciones Innovadoras, la Dialéctica Tautológica…” (p. 72) Y  seguramente en este Departamento embonarían a la perfección un conjunto de asignaturas nacionales y patrióticas que este perpetrador de mapas curriculares deja caer aquí: Demostración Práctica Irrecusable del No Entender que no se Entiende Nada; Ética de la Acumulación de Bienes Inmuebles en el Territorio Nacional y Transfronteras; La Praxis Democrática de los Créditos Inmobiliarios Más que Blanditos para Unos Cuantos en Las Lomas, Miami, Ixtapan de la Sal, Malinalco, New York, Utha y otros Espacios Urbanos Emergentes; Ethos y Nombramiento del Subordinado Instruido para Investigar la Honestidad ya Demostrada por su Jefe en el Discurso Redentor del Sí Mismo; Conflicto de Interés como Entelequia en la Cultura Transhistórica Priista; El Cochupo como Fundamento Moral de la Gobernanza Mexicana en sus Tres Poderes y en sus Tres Niveles de Gobierno; Saltimbanquismo como Zeitgeitst de la Alternancia Mexicana;  Apoderamiento de Frutsis y Pingüinos como Imperativo Categórico que Demuestra la Inexistencia de la Inseguridad en Veracruz; El Kitsch como Sustento del Prometido Festival que Aún no Hay pero Habrá y será Mejor que el que ya No Hay, o Hacia una Teoría del Ridículo Manifiesto en el Discurso Suprarrotular que Revela El Ardor por la Quemada Global.

La repelente realidad de este México nuestro de cada día contiene en su seno una  legión de próceres -y próceras, no vaya usted a creer que…- de la cátedra que sin duda no dejarían vacante ninguna de las asignaturas o materias o experiencias educativas enunciadas líneas atrás, a la par que le darían la razón a Belbo cuando, discutiendo con el narrador acerca de lo que hace al imbécil, al estúpido y al cretino,  termina definiendo a este último como aquel que entra en la puerta giratoria por el lado opuesto a pesar de que las muchas flechas le indiquen el sentido en que gira la tal puerta; o sea: no sólo no entiende que no entiende, sino que no entiende por qué no entiende y no entiende porque no entiende. ¿Y los otros?, preguntará usted. Pues “el imbécil es el que habla siempre fuera del vaso… Quiere hablar de lo que hay en el vaso, pero, esto por aquí, esto por allá, habla fuera… es el que siempre mete la pata… no dice que el gato ladra, [pero] habla del gato cuando los demás hablan del perro… Y el estúpido no se equivoca de comportamiento [como el imbécil, sino] de razonamiento. Es el que dice que todos los perros son animales domésticos y todos los perros ladran, pero que también los gatos son animales domésticos y por tanto ladran… [Ocasionalmente] puede decir algo correcto, pero por razones equivocadas.” (p. 61) ¿Y el político?, repreguntará usted. Pues es, para los casos y efectos que nos ocuparon aquí, triubicuo involuntario a fuer de su ser y hacer.

 

Comentarios

  1. Pues acá gobiernan los egresados del Departamento de Oximórica, especialistas en institucionalizar la Revolución,

¡Síguenos!

A %d blogueros les gusta esto: