Veracruz: las malas noticias/Kairós

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Por Francisco Montfort Guillén/

La situación actual del estado de Veracruz no muestra el punto de quiebre que alerta sobre una transición, desde un punto de mutación, hacia un estadio de completo deterioro o hacia un mejoramiento sustancial. No está en un punto crítico por un cambio finito.  Su situación difícil compromete su presente y futuro inmediato sin que aparezca en su horizonte un proceso de despegue hacia mejores condiciones de desarrollo. Con un poco de conciencia política la permanente crisis hubiera alentado a las instancias gubernamentales a crear un centro de <crisología>, es decir, la formación de equipo de expertos para estudiar permanentemente los procesos sociales que, en conjunto, arrojan resultados alarmantes para la sociedad veracruzana.

La indiferencia con que los responsables de las instituciones públicas tratan las voces de alerta sobre distintos problemas de la economía, la política y, en general, de las condiciones de vida de los ciudadanos y los menores de edad, es directamente proporcional a la hondura de las dificultades que debieran resolver conjuntamente el funcionariado gubernamental y ciudadanía. Las autoridades, investidas de la alcurnia creada por el fallido sistema político mexicano del siglo pasado, reaccionan a opiniones publicadas únicamente si los artículos hacen mención a sus personas y sus respuestas varían, marcadamente, ya se trate de elogios o de críticas a su desempeño.

La personalización de la opinión publicada sobre los funcionarios sirve de capa protectora entre la misma clase formada por políticos/funcionarios/periodistas. La mayoría de las veces la opinión publicada camina por vías distintas de los contenidos de la opinión pública. Y esta publicidad (voces de la ciudadanía que conforman los valores, comportamientos y sentires de los ciudadanos) resulta estéril para empujar procesos de ayuda mutua entre autoridades y grupos sociales interesados en resolver problemas públicos específicos.

La ausencia o debilidad de esta fuerza política transformadora está en la base de la dinámica reproductora de los problemas: en otros términos, como repetición acumulada tanto de dificultades sociales como de agravios del poder público hacia sus gobernados. La permanencia agravada de problemas que por no ser resueltos, congestionan las medidas gubernamentales y deterioran la calidad de vida ciudadana, constituyen la crisis como forma permanente de vida pública. O en conceptos sociológicos: Veracruz está viviendo la reproducción del subdesarrollo por la ampliación del subdesarrollo mismo.

La constatación empírica es sencilla. Es suficiente con viajar por el interior de la república hacia la ciudad de México y continuar por una porción del estado de México y seguir la ruta de la nueva industrialización del país: Querétaro, Guanajuato, Jalisco, Colima, Aguascalientes y seguirse por los estados del norte de la república. Esta visualización de la nueva economía mexicana, la que crece y mantiene el país a flote está respaldada por estudios serios sobre la continuidad del crecimiento económico y la ampliación de factores culturales y sociales que acompañan a una situación crítica, esta sí, que marca la fractura del país en zonas claras de integración a la nueva economía global y la exclusión, de estados de la república completos, del mundo del siglo XXI.

El estudio sobre el comportamiento del crecimiento económico de los estados de la república realizado por el thing tank México: cómo vamos,  es una herramienta indispensable para situar, más que un momento específico o un resultado concreto, la visualización de los procesos sociales detrás de las variables económicas. “Los semáforos económicos estatales” publicados por dicho centro de estudios, muestran algo más que un ranking, como el muy útil sobre la competitividad de México respecto de otros países, o algunos otros sobre la competitividad a escala de los estados de la república (IMCO) o unos más sobre la calidad de la educación en el país (Mexicanos Primero).

Recurrir a etas mediciones es necesario para complementar, por ejemplo, los estudios locales que viene realizando y publicando en portales y periódicos el doctor Hilario Barcelata, además de dirigir un esfuerzo colectivo académico titulado Boletín de Finanzas Públicas radicado en la Facultad de Economía de la Universidad Veracruzana, entre otros especialistas que ahora dedican sus afanes académicos a presentar a la discusión pública las mediciones de la realidad veracruzana mediante el uso de mejores herramientas de medición de los procesos sociales.

Los semáforos económicos estatales>, estudio que me hizo llegar uno de los cuadros directivos más cultos y capaces del gobierno de  la entidad, muestran a Veracruz en el fondo del desempeño del país, en 10 variables. Este último lugar lo comparte con el estado de Oaxaca. Salvo la variable Estado de derecho (Reducción de robo de autos por cada 100 mil habitantes) que muestra una disminución de 83 a 72 para recibir una calificación aprobatoria, el resto de los conceptos analizados están en rojo, es decir, en alerta: Veracruz, trimestre a trimestre se estanca sin que existan visos de que en el horizonte cercano pudiera existir una mejoría…ni tampoco su quiebra total.

El crecimiento anual es de sólo 0.6% (al cuarto trimestre de 2014) aunque informes recientes señalan un plano propiamente recesivo en la economía; el empleo formal ha decrecido en 2,345 plazas y de igual manera se tienen datos recientes más preocupantes; el porcentaje de población ocupada asalariada que carece de la capacidad de comprar la canasta básica aumentó de 48.6% a 52.6%. Recordemos que se miden procesos, no resultados específicos. En este orden de ideas la productividad por trabajador permanece estancada, igual que las exportaciones como porcentaje del PIB estatal o la reducción de la deuda pública o el empleo de la fuerza laboral en la informalidad o los empleos que dependen del gobierno o la desigualdad en el ingreso.

Tal vez el problema mayor vivido en Veracruz es que esta situación no es vista como crisis que requiere la atención enérgica del gobierno, por ahora entretenido en el manejo de grupos peticionarios que demandan arreglos de problemas particulares y canonjías que estos grupos de presión mantendrán, pues el gobierno sólo tiene ojos para atender los procesos electorales. Es el momentum gubernamental de mantener clientelas, los llamados “votos duros”, los votos que carecen de ideología, de análisis, votos utilitarios que son mantenidos a base de dinero público para fines privados, partidistas. Las acciones actuales del gobierno, antaño ejercidas por el PRI, son las más trascendentes para fines de reproducción del estado actual de cosas.

Si la crisis como forma de vida permanente tiene en su cuna en  la ausencia o debilidad del accionar conjunto entre gobierno y sociedad, la fuerza detonadora, la idea en acción que catapulta el desarrollo del subdesarrollo consiste en la transformación de las estructuras gubernamentales en fuerza electoral. El gobierno como fuerza política/electoral del partido político en el poder es la perversión mayor del sistema a-democrático todavía vigente en Veracruz. El sistema no es antidemocrático: es a-democrático o sea que no contiene en su esencia y conformación la organización de un régimen propiamente democrático. Si el régimen, o un grupo gobernante en especial, estuviera en contra de la democracia como forma de organización social del Estado, sería relativamente sencillo detectar cuáles son las fallas que, una vez corregidas, permitirían contar con un sistema político como base promotora del desarrollo y la modernidad.

La conformación de las malas noticias para Veracruz, o más propiamente para su sociedad, para su presente y para su futuro, tienen como punto estelar el desnudamiento del saqueo más fuerte que ha vivido la entidad en su historia. Las dos condiciones antes señaladas en tanto fuerza de aniquilamiento del desarrollo explican, en buena medida, sin tomar en cuenta las condiciones personales de quienes han dirigido los destinos de la entidad, que los presupuestos públicos más altos, consistentes y permanentes resultado del auge petrolero, que ha recibido en toda su historia el gobierno de Veracruz, se hayan esfumado sin dejar rastros visibles, como en las entidades señaladas arriba como las máquinas que arrastran el crecimiento económico del país. En ellas las inversiones en infraestructuras y comunicaciones (que en el estado sólo se reflejaron en el cambio de nombre de una secretaría del gobierno); en escolaridades y sistemas universitarios ligados a los mercados de trabajo, en  la creatividad e invenciones de su fuerza de trabajo; y en la  regulación adecuada para los negocios hicieron que la transformación de sus sociedades hoy tengan que lidiar con otro tipo de problemas, con aquellos de alcanzar mejores satisfactores pues su crecimiento económico ha ido aparejado de disminución de la pobreza y de la desigualdad.

Ciertamente México como país ha tenido un crecimiento económico mediocre. Pero fue mayor, a pesar de las dos grandes crisis mundiales, durante el periodo de 2000 a 2012. Y ese crecimiento mediocre oculta que algunos estados de la república crecen a tasas similares, y ahora mayores, que China. Y otros lo hacen a tasas superiores a Estados Unidos o Europa. Los que contribuyen a la mediocridad son los países del sur, no sólo los tres reconocidos Guerrero, Oaxaca y Chiapas. En este estancamiento destaca ahora Veracruz. Y eso que recibió dinero público como si fuera país árabe. ¿Y a quién le importa esta situación de catástrofe? Es desilusionante que ni los partidos políticos, sobre todo los supuestamente opositores, ni las instituciones públicas, ni la llamada sociedad civil reacciones con indignación frente a esta forma brutal de condena de sufrimientos y pérdida de esperanzas en el futuro de toda una sociedad. ¡Qué importa vivir en crisis permanente, en el desarrollo del subdesarrollo si se mantienen el Carnaval, la Candelaria, los fandangos y las tradiciones indígenas y decimonónicas! ¡Para bailar la Bamba/para bailar la Bamba se necesita/ una poca de gracia y otra cosota: in-di-fe-ren-cia!

 

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