El poder es el poder, no me importa que digan que no me importa nada ni de dónde viene el dinero

- en Sin categoría

En un pasaje transcurrido durante las primeras treinta/cuarenta páginas iniciales de Dinero fácil (2006), novela de Jens Lapidus que inicia la <trilogía de Estocolmo> -continuada por Mafia blanca (2008) y concluida con Una vida de lujo (2011)-, Ugga, personaje secundario, emite la frase “dicen que no me importa nada, pero no me importa”.

Las mafias se han apoderado del poder
Las mafias se han apoderado del poder

La cual parecería haber sido extraída del patrimonio discursivo y el actuar de los políticos todos en México; y lo que demostraría, en el argot de cierta tía de este perpetrador de asaltos al arsenal de la palabrería familiar como arcón de recursos conceptuales, la <cachaza>  que viste a los  tales políticos, así como que, diría también el tal perpetrador sin citar a la tía, su caparazón -de los políticos- se endurece directamente proporcional al transcurrir del tiempo, por la energía que le insufla la impunidad convertida en la fiel acompañante de la corrupción dentro de un proceso histórico donde el intercambio de posiciones entre ambas genera que a veces una sea consecuencia de la otra y a veces sea precedente.

Ubicada entre el gobierno del partido moderado y la coalición de derecha encabezada por John Fredrik Reinfeldt, la mencionada trilogía de Estocolmo es el mejor trabajo de ficción, basado en una sólida plataforma documental y vivencial, en torno a Estocolmo como síntesis del modelo sueco que, según dice un personaje de Mafia blanca, “dio sus últimos alientos roncos en algún momento de los ochentas”, y puede leerse para corroborar no sólo la ligereza que por desgracia lo políticamente correcto le aportó y atropelló a la llamada <trilogía Milenium,>, de Larsson, sino para clarificar lo que se sabe en este país nuestro     – cuyo nombre conjugado verbalmente fue usado hace unos días en epístola papal como ejemplo de situación pecaminosa-: que los ámbitos empresarial, político y criminal se eslabonan al través de la corrupción/impunidad, donde el lavado de dinero que genera comisiones y los <moches> son el combustible que mantiene en movimiento al capitalismo de compadres en uno de los tres países de Escandinavia y en México porque, como Cercei Lannister dice en algún capítulo de Game of Trhones -la muy adulta serie basada en “Canción de hielo y fuego”, la hasta hoy pentalogía publicada a finales de los noventa e inicios de este siglo por George R. R. Martin-: “el poder es el poder”; conseguido como sea, por supuesto.

Bajo la misma lógica Semion Averin, asesino a sueldo ruso trabajando en Estocolmo, afirma en Una vida de lujo que el trabajo al que se dedica es “la máxima expresión del libre mercado: la supervivencia del más fuerte”; y más aún lo es en tiempos donde lo dicho por Cercei, la Reina Regente, signa el actuar de políticos empresarios -y políticas, no vaya usted a creer que…-, de empresarios políticos -y empresarias, no vaya usted a creer…- y trasciende al discurso para volverse guía de forasteros en pos de la impunidad que sirva de paraguas a la corrupción y a lo que se les ocurra a los Peña, Beltrones, Gamboa, Barttlet, Muñoz Ledo, Calderón, Delgado, Herrera, López Obrador, Ebrard, Anaya, Zambrano, Borge, Velasco, Herrera, Duartes, Yuñes… casi todos y casi todas, pues, sin distingos partidarios ni estigma de género algún que pueda zancadillear la afirmación de este perpetrador de listas incompletas que hace suya la máxima de Pavesse -“escribir cansa”- y le pide complete usted la más que lista censo de la mal llamada clase política nacional, ésa que persigue a costa de lo que sea no quedar fuera de los presupuestos públicos, y que es llevada a esas instancias por una ciudadanía que sufraga a favor de ellos y ellas también cachazudamente porque no le importa hacerlo así ni le importa que le digan que no le importa nada.

Dijo alguien, y si no lo dijo debió haberlo dicho, que hay que ser justos a la hora de los justos, por ello este laico perpetrador de indulgencias para sí mismo y veedor de todo lo que se deje ver deja aquí una de las tres certezas que tiene en la vida -y que contradice la petición mediante el rezo del más reciente <oscareado> director de cine mexicano y que hicieron suya creyentes y no creyentes en México-: la mayoría de la ciudadanía nacional tiene el gobierno que se merece porque con su voto lo eligió. Por qué lo hizo, lo hace y ¿lo hará? En una de ésas porque, como reflexiona ejemplificando el senador Davis en la segunda temporada de The Wire -creada por David Simon y guionizada para el caso por el novelista John Pelecanos-, lo importante es que el dinero llegue a las campañas y no importa su origen; y qué tal que sí los electores -y las electoras, no vaya usted a… piensan igual que Davis.

 

Comentarios

¡Síguenos!

A %d blogueros les gusta esto: