Salvador I. Reding Vidaña
Durante la Segunda Guerra Mundial, en Europa, el señor Hitler, hablando del entonces Papa Pío XII y de su influencia, preguntó a sus generales: “¿en dónde están las divisiones del Papa?” Por supuesto que el Obispo de Roma no tenía ejército alguno, pero tenía algo diferente: autoridad moral.
La autoridad moral es la que distingue a una persona con poder de mando de un líder. A la primera se le obedece por necesidad, a la segunda por convicción.
La autoridad moral no está en las leyes, allí sólo encontraremos la autoridad legal, formal. Pero en el mundo de la política sobre todo, la autoridad moral es muy importante, porque tenerla o no revela la verdadera escala de valores, la integridad moral de la persona, es decir la congruencia entre el decir y el actuar.
En el mundo hay políticos que han sido presionados a renunciar a sus cargos al demostrar, por alguna o algunas razones, su falta de autoridad moral. Renunciar por quedar al descubierto su falta de congruencia, la falta de respeto a la dignidad humana y/o a las leyes, la mentira, el engaño o la corrupción; se ha dado y debe seguirse dando. Quien no tenga o pierda el respeto de la ciudadanía, no debe, políticamente hablando, ostentar un cargo en que dicha autoridad moral, para ser creíble su trabajo, sea absolutamente necesaria, como en procesos electorales.
El señor Lorenzo Córdoba está en el caso. La confianza ciudadana en la legítima y legal actuación del Instituto Nacional Electoral, el INE, depende de la actuación de sus consejeros, y por supuesto, de quien los encabeza. Muchos años costó al anterior IFE ganar confianza entre partidos y electores, o entre formadores de opinión y académicos. Y ante la próxima elección del 7 de junio, tener confianza en el INE es indispensable para los ciudadanos.
Ya ha dado el INE razones para que en algunas de sus decisiones, vayan perdiendo la credibilidad ciudadana. Así que ahora que el consejero presidente, Córdoba, es puesto públicamente en evidencia de una inaceptable falta de respeto a la población indígena del país, toda la confianza en el INE se tambalea. ¿Por unos simples comentarios despectivos evidenciados en una ilegal intervención telefónica? Sí, es suficiente.
Lamentablemente, esa transcripción revela una enorme falta de sentido humano de este encumbrado político. Ahora busca el INE que identifique y castigue a quien cometió el delito de interceptar su conversación, pero eso, ante la nación, no le arregla nada. Que como de costumbre, la investigación difícilmente encontrará a los culpables de intervenir la telefonía.
La burla, en una conversación privada de Lorenzo Córdoba está fuera de toda duda. No tiene respeto por las personas humildes con las que trató. Y la verdad, a su edad, sólo un milagro del cielo lo haría corregir su escala de valores. Algunos quieren, como él mismo dijo, que vaya al psiquiatra, pero no es asunto de psiquiatría, es asunto de moral, de esa que se forma en el hogar y en la escuela.
Sus palabras no tienen ninguna justificación, dan a conocer su verdadera escala de valores, por el suelo. Así que ahora, ¿cómo puede reconocérsele autoridad moral para su elevada función, cosa que como dije afecta la imagen de todo el INE?.
No han faltado quienes comenten en la Red que México es así, racista y que muchos mexicanos dirían lo mismo, quién sabe. Más bien creo que una gran mayoría de los mexicanos sentiría pena por la falta de estudios y de conocimiento del idioma español de esos indígenas, y no burla y desprecio.
¿Debe de renunciar? En este caso, sí, digo que procede su renuncia, si algo le queda de dignidad. Aunque más bien se apegará, considero, a la enorme remuneración que recibe, es mucho dinero y canonjías, y muchos privilegios políticos, mucho glamour. Lo más probable es que no pase nada, pero ojalá los partidos políticos, al menos para lucirse, le pidan que renuncie, y que mucha de la sociedad civil organizada también lo haga, con el apoyo de los medios de difusión.
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Excelente artículo