Enardecidos por no tener respuesta, inconformes estuvieron a punto de quemar a reporteros

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Quemaron una patrulla de la policia estatal en demanda de alto a la inseguridad/ Foto el Mundo de Córdoba
Quemaron una patrulla de la policia estatal en demanda de alto a la inseguridad/ Foto el Mundo de Córdoba

Córdoba, Ver.- A las 07:30 horas recibí una llamada de mi jefe inmediato para informarme que en la comunidad de de Agua, en Acultzingo, los vecinos estaban quemando una patrulla de la Policía Estatal y que debía cubrir la noticia.

Desayuné rápido y chequé que mis dos , fotográfica y mi tableta estuvieran cargados para aguantar el día. Abordé un autobús para ir a las oficinas de El Mundo.

A las 09:05 llegó mi compañero, el conductor del , le dije que se apresurara, que tenía “chamba” en Acultzingo, pues se hablaba de que quemaban una patrulla, así que nos enfilamos por la autopista hasta Ciudad Mendoza.

En el trayecto me preguntaba cuál sería la actitud que asumirían los campesinos, pues ya tenemos la de cómo terminaron los policías de Puebla, golpeados y las 3 patrullas quemadas. Me dije: “Espero que estos cuates no hagan lo mismo”.

La llegada

A las 09:45 llegamos a Sierra de Agua, unos 500 metros antes de llegar al bloqueo, vimos varios varados sobre la federal. No había paso a Tehuacán, y a lo lejos se observaba una gran columna de humo negro generada por una fogata. En medio había una manta, en la que los pobladores pedían a las fuerzas federales.

Platiqué con el chofer para que estacionáramos el dos cuadras antes de llegar al . Primero estudiaríamos la situación para saber cómo estaban los ánimos entre los manifestantes.

El ‘ataque’

No tuvimos tiempo de bajar. En esos instantes vimos a dos reporteros que corrían hacia nosotros, atrás de ellos una turba de entre 30 y 40 personas persiguiéndolos.

Los compañeros nos gritaron: “¡Dense vuelta, no quieren fotos!”.

Entonces le grité al conductor “¡regrésate!”, pero un motociclista que perseguía a los otros reporteros, al ver nuestro auto rotulado como prensa, se nos vino encima y nos bloqueó el .

Eran las 09:55 horas cuando 35 personas nos rodearon. de ellos, con chaleco negro y pantalón de mezclilla, robusto, de 1.70 metros de estatura, ordenó: “¡bájalos, que no tomen fotos!”, no nos quieran ver la cara de pen… quítale la cámara, también los celulares.

Nos querían quemar

Mi compañero conductor no se salvó. El sujeto indicó: “Quítale las llaves del y los celulares, que se bajen los dos”; mientras que otro de los manifestantes gritó a los demás, “¡traigan cuerdas, hay que amarrarlos, los vamos a quemar, junto con el auto!”.

También ordenó que uno de los manifestantes condujera el vehículo de El Mundo hasta donde quemaban y leña. Un joven azuzado por el sujeto borró la tarjeta de fotografías de mi cámara.

El temor nos había invadido, todo fue rápido. Pensamos que cumplirían la amenaza de quemarnos. Cuando me revisaban, se escuchó el inoportuno timbre del teléfono celular.

A pesar de que les decíamos, “acabamos de llegar, no hemos tomado fotografías”, solamente nos respondía: “nos vale ma…, tú caminas, también el otro cabr…”.

Y cuando llegamos hasta la fogata nos revisaron y nos quitaron los aparatos.

La libramos

No habían pasado ni 20 minutos, cuando una joven les dijo: “no es la forma, regrésale la cámara, también los teléfonos, así no es como se hace”; otra mujer abogó por nosotros: “denle todas sus cosas y que la metan al carro, que se vayan caminando a Coxolitla de Arriba para que hagan su entrevista, pero sólo con libreta, nada de fotos”.

El chofer y yo empezamos a caminar hacia la comunidad, y no habíamos avanzado 15 metros, cuando un señor nos aconsejó: “no vayan allá, están armados, tienen machetes y cuchillos y palos, mejor aguanten acá.

Acceden a hablar

Poco a poco los ánimos se fueron apaciguando. A las 10:45 horas, los manifestantes empezaron a decirnos sus problemas: que ya están hartos de la inseguridad, por lo que piden una solución al Gobierno federal, aseguran que no confían en las policías y que quieren a la Marina.

A las 11:10 nos permitieron abordar nuestro vehículo retenido por cerca de una hora para que regresáramos por la misma carretera a Ciudad Mendoza. Permitieron que sacáramos tres fotos.

Nunca nos amarraron, sólo hubo intimidaciones verbales. Cuando nos liberaron, mi directora me habló y puso a disposición todo el apoyo del periódico para salir de esta situación. En ese momento, ya en Mendoza, pensé: la libramos…Con información de El Mundo de Córdoba.

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