Veracruz, Ver.- Entre lágrimas y un ambiente de incertidumbre, , amigos y colegas del periodista Juan Mendoza conocido como «El Cuñao», le dieron el último adiós en el panteón municipal.
Debido a los trámites burocráticos y al avanzado estado de descomposición en que fueron encontrados sus restos, Juan Mendoza no pudo tener un velorio apropiado y debió ser sepultado rápidamente.
La sospecha de una trágica muerte invadió el domicilio ubicado en la calle Teotihuacán, donde a «El Cuñao» le fue dedicado un rápido rezo para luego trasladarlo al camposanto.
Alrededor de las 6 de la tarde, un convoy de , particulares y hasta un autobús, siguieron la carroza fúnebre donde viajaba «El Cuñao» para su último peregrinaje.
Su Tayde Pavón se aferró al brazo de su hijo, quien es la viva de su padre, un alto, robusto, moreno y de cabello ondulado, el cual permaneció firma para no hacer sufrir más a su .
Entre los cuchicheos reporteriles y familiares, nadie cree la versión de la fiscalía que afirma, «El Cuñao» murió debido a un , fue atropellado, pero no apropósito.
de sus colegas se cuestiona «¿Por qué Juan tenía una venda en la cabeza como si le hubiesen tapado los ojos?, acaso fue atropellado, medio atendido y dejado a su suerte?.
«¿Y dónde está su taxi? Ese sigue sin aparecer ¿por qué apareció hasta la de Santa Fe-San Julián? A él lo fueron a tirar allá, esto no fue ningún accidente».
Los presentes aseguran que su muerte se dio a causa de su labor reporteril, pues en su portal independiente Escribiendo la Verdad, mantuvo una línea editorial alejada de las instituciones.
Al igual que Moisés Sánchez que fuera encontrado muerto el pasado mes de enero, «El Cuñao» también habitaba en El Tejar, era taxista para obtener más gastos y era reportero independiente.
Las escalofriantes coincidencias hacen que Jorge Sánchez, hijo de Moisés acuda a solidarizarse con la de Juan, conoce a la perfección el dolor de perder a alguien de esta forma.
de la Comisión Estatal de Atención a Periodistas hizo acto de presencia, un «comes y te vas», pues solo permanecieron un par de horas mucho antes de que llegara el cuerpo.
Un amargo entierro se llevó a cabo en aquel refundido panteón dividido a la mitad por las vías del tren, donde imperó la sospecha hacia la Fiscalía, que según los presentes, sabe más de lo que dice.
«Como decías tú: ‘¡No, ta muy lejos cuñao!’, ahora si te nos fuiste cabrón«, expresó entre lágrimas y una risa por demás forzada uno de sus amigos más cercanos.
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