Aurelio Nuño: Autismo evaluador

- en Foro libre

Wenceslao Vargas Márquez

A la mitad de un sexenio federal agónico, el presidente de la república hizo cambios en su gabinete. Hundido en el descrédito y la desconfianza, el gobierno modifica algunos mandos.

Cambió, entre otros, al titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Coloca el presidente a un íntimo amigo suyo en el cargo. Me imagino la escena donde el presidente le ofrece el cargo que desee y Aurelio Nuño escogió Educación desde antes del principio del sexenio, durante la transición PAN-PRI del segundo semestre de 2012.

Aurelio Nuño no tenía nada para ser secretario de educación...
Aurelio Nuño no tenía nada para ser secretario de educación…

Pero el joven de 37 años hoy no podía entrar de inmediato a disfrutar del juguete ya visto y deseado de la vistosa vitrina: la secretaría que fundó José Vasconcelos en 1921. No podía porque se avecinaba la reforma educativa y las previsibles confrontaciones políticas con el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE): se necesitaba de un rudo y experimentado político, el reciclado Chuayffet, quien al final no pudo derrotar en el terreno político a su contraparte, Elba Esther Gordillo. Con herramientas ajenas a la política, la maestra fue sometida a un proceso penal, pero un proceso penal no es política. Ese proceso penal es el último recurso del Estado para aplanar un camino intransitable. Nuño tenía que esperar.

Así, el joven amigo del presidente (entonces de 35 años) se entretuvo un tiempo en el área educativa de la transición de Felipe Calderón hacia Enrique Peña en los últimos meses de 2012 y a fines de noviembre le entregó los archivos a Chuayffet, quien sería titular desde entonces y hasta la semana pasada. Aurelio Nuño se entretuvo también, en diciembre de 2012 y en los meses iniciales de 2013, en negociar una parte de la reforma educativa a través del Pacto por México y en trabajar en la redacción de la legislación secundaria que apareció en septiembre de 2013.

Después de su nombramiento, un entrevistador de la televisión privada lo presentó como el titular de la SEP desde Los Pinos últimos tres años pero sin cobrar el sueldo. Nuño evadió intranquilo el comentario y no dudó en calificar el reto del cargo como “hermoso”. Sin saberlo, realmente enderezó el adjetivo no al reto sino al cargo en sí. De ese tamaño es el gusto por el “hermoso” juguete nuevo.

Cumplido su deseo de ser titular, Aurelio Nuño Mayer lleva sobre los hombros las limitaciones de quien conoce –o pretende conocer- un tema que le es ajeno y con el que ha tenido una sola área de contacto: la reforma educativa y la evaluación docente durante unos 30 meses. Pero la educación pública es mucho más que eso y parece que Nuño no lo sospecha. Su única perspectiva, reiterada en varias entrevistas, es evaluar “con fuerza”, dijo. Esa limitación autista es preocupante.   

Se encamina el nuevo titular hacia el ensimismamiento en un autismo evaluador cual supervisor industrial de una banda sinfín con escáner lateral y alta silla giratoria para escuchar así, durante los próximos tres años, el bip-bip originado por la lectura automática de los códigos de barras. Esa parece ser su idea; esa parece ser su única perspectiva. Alguien tendría que decirle que su cargo es mucho más que eso.

También entiendo que su dominio del vocabulario es importante. Con frecuencia he escuchado al nuevo secretario referirse al “Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación” como “Instituto Nacional para la Evaluación Educativa”. Lo dice en entrevistas, lo dijo así a senadores del PRI. ¿Qué significa que trastoque el nombre oficial del INEE? Las respuestas de los especialistas en lenguaje deberán apoyarse, quizá, en Humpty-Dumpty, quien en Alicia a través del Espejo (que releo por los 150 años de Alicia en el país de las Maravillas) decía: “Cuando yo empleo una palabra (…) esa palabra significa exactamente lo que yo quiero que signifique, ni más ni menos (…) La cuestión es saber quién dará la norma.” La norma –claro- la da el gobierno.

Dice el nuevo secretario que la reforma educativa es la reforma más importante de las doce que impulsó el gobierno federal. Obsesionado por las evaluaciones docentes se pone verdaderamente espléndido. Su antecesor, Chuayffet, ofrecía un 35% de aumento salarial a los docentes que resulten idóneos en las evaluaciones. Hoy, Nuño ofrece un 180% de aumento salarial a docentes de zonas urbanas y un 220% en zonas deprimidas.

Es increíble la frivolidad del ofrecimiento, un ofrecimiento que suena muy mal por lo siguiente: empleados que dependemos del escritorio del propio Nuño Mayer (no dudo que lo ignore: CBTis, Tecnológicos) ubicados en el Tabulador II de sueldo (vida media; seguramente no sabe el dato) tenemos 35 años esperando a que nos ubiquen en el tabulador III (vida cara, que tienen otras escuelas), lo que implica un aumento salarial de un promedio del 20%. No queremos ni 35% ni 180% ni 220%. Es una cifra inferior a las tres mencionadas y llevamos un tercio de siglo esperando en vano. Ojalá se entere.

Dice el secretario que estará atento a que en las evaluaciones docentes (y vuelta con las evaluaciones) sea tomado en cuenta el contexto socioeconómico del docente para respetar el artículo 68 fracción sexta de la Ley General del Servicio Profesional Docente pero es el caso que hasta ahora las evaluaciones en modo alguno, de ninguna forma han tomado en cuenta el contexto. De los cuatro pasos que hay que seguir para evaluarse para efecto de la permanencia (informe del director, muestra de evidencias académicas, examen de conocimientos, reflexión pedagógica), en ninguno se usa la variable “contexto socioeconómico”. No hay botón, espacio, correo electrónico, zona de arrastrar-soltar, ventana emergente, donde colocar la información socioeconómica. Hacemos exactamente el mismo procedimiento en escuelas de capitales estatales o de la montaña o de la playa o de los desiertos del norte. El secretario bromea cuando dice lo contrario.

Además de eso, de su oficina, desde la oficina de la SEP, no ha salido ninguna indicación de capacitación a sus propios trabajadores del nivel Medio Superior Tecnológico que en su mayoría son universitarios sin preparación pedagógica que serán evaluados como si fuesen normalistas. Quizá tampoco lo sepa el nuevo secretario. La obsesión evaluadora de la ley no toma en cuenta ni la situación socioeconómica ni el perfil académico del evaluado. La inicua evaluación docente arrolla como férreo bulldozer perfiles y áreas geográficas y no mira por el retrovisor los destrozos que hace sobre el pavimento.

Nuño será otro secretario de Educación Pública que trabajará sin modelo educativo pero que se dedicará a evaluarlo. Chuayffet lo prometió para agosto de 2015 y se fue sin cumplir. A Aurelio Nuño Mayer le toca esculcar los cajones del escritorio de Vasconcelos, de Torres Bodet, de Bravo Ahuja, para ver dónde quedaron los borradores.

Supongo que deberá también abrir más su perspectiva para demostrar que ni su edad ni su formación privada son limitaciones para comprender el amplio sentido social de la educación pública mexicana, para que de allí acepte que las siglas SEP significan Secretaría de Educación Pública en un amplio sentido político e histórico y que su limitado y breve acercamiento al tema educativo (durante una treintena de meses) no lo hará trastocar las siglas para convertirlas en una impresentable Secretaría de Evaluación Pública. 

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