México. (La Jornada). Lupita D´Alessio vació emociones acumuladas durante sus 45 años de carrera en el concierto que para la ocasión ofreció en el Auditorio Nacional, la noche del pasado viernes, donde hubo elementos que potenciaron la sensibilidad del público, al cantar con Napoleón, su hijo Ernesto y Aída Cuevas.
Estos artistas distribuyeron su participación a lo largo de hora y media de composiciones para exorcizar los demonios del dolor, el llanto, la pena, la debilidad sentimental, provocada por los hombres, reducidos por la llamada ‘Leona dormida’ al nivel de insectos rastreros; es más, Gregorio Samsa sería un gigante comparado con todos los integrantes del género masculino.
Se ha dicho que la intérprete del éxito Mi corazón es un gitano, forma parte de una serie de cantantes femeninas que se desahogan con sus letras y melodías de las traiciones amorosas. En ese horizonte se encuentran Chayito Valdez, Jenni Rivera, Paquita la del Barrio, entre otras, quienes ofrecen la oportunidad de desquitarse en la ilusión de tres minutos de un pasado que ha formado la educación sentimental.
Algo paradójico es que al lado de miles de mujeres de diversas edades, se encuentren caballeros que se unen a los coros y desgañites como si todo fuera una broma.
El concierto de Lupe fue una línea, una cuerda tensa desde el principio. No como otros en los que el artista reserva lo mejor para el final.
Ataviada con un largo vestido rojo diseñado para esa noche, Guadalupe podía dar rienda suelta a los apóstrofes que su histrionismo ha creado en miles de conciertos. Cada frase, cada remate musical, estuvo acompañado del gesto que enfatiza la burla, la ironía.
A sus 62 años de edad, la ‘felina de garras afiladas’ ha ganado en fuerza interpretativa y sus éxitos tienen ahora arreglos modernizados y ejecutados por un grupo y orquesta de cuerdas que la mantienen al día; es decir, no se ha dormido en sus laureles. La ‘Leona’ no duerme esta noche.
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