Cannes. (La Jornada-DPA). A pesar de tratarse de la primera función a las 8:45 de la mañana, la sala estaba a rebosar, algo que no suele ser habitual para una proyección de la Quincena de los Realizadores, una sección paralela del Festival de Cannes. Pero la vigilancia del aparato estatal sobre los ciudadanos despierta indudablemente interés y el aplauso al término de la proyección era además una forma de refrendar la labor de WikiLeaks.
La estadunidense Laura Poitras estrenaba ante un público entregado Risk, un documental sobre el trabajo que hace el equipo que dirige WikiLeaks, la plataforma que revela información confidencial, y sobre todo sobre su director, Julian Assange.
«Apoyo mucho el trabajo que WikiLeaks ha hecho. Me preocupa mucho lo que Estados Unidos está haciendo a nivel internacional», dijo en un encuentro con el público la realizadora.
En su cinta la cámara comparte las reuniones de trabajo de Assange y su equipo de colaboradores más cercano como el ciberactivista e informático estadunidense Jacob Appelbaum y la periodista británica Sarah Harrison desde 2011 hasta el presente.
Poitras comenzó a trabajar en este documental antes de iniciar «Citizenfour», el documental sobre el informante Edward Snowden por el que fue distinguida con el Oscar en 2015.
Más interesante que entretenido, en Risk Poitras no muestra un relato complaciente de Assange, del que se puede ver como su equipo le venera casi como si del líder de una secta se tratase. No obstante, se necesita también una fe muy fuerte en la labor que se está realizando para pasar las privaciones que la investigación de este tipo de información implica.
«Si no luchas por cosas que realmente importan, pierdes el día» y se pierden vidas, asegura en un momento del metraje Assange desde su exilio en la embajada de Ecuador en Londres, a donde llegó en junio de 2012. Y allí sigue todavía por temor a ser detenido en el momento en que pisa suelo británico.
Durante el metraje se aborda esta situación, que se generó tras unas acusaciones por abusos sexuales en Suecia. El australiano siempre las negó. No se presentaron cargos, pero el gobierno sueco quiso interrogarle al respecto. El activista siempre sostuvo que las acusaciones eran una forma de obligarle a viajar a Suecia para, posteriormente, ser extraditado a Estados Unidos.
Appelbaum, que hace tres años que no pisa suelo estadounidense por consejo de sus abogados, y Harrison, que permaneció casi 40 días bloqueada en el aeropuerto de Moscú tras acompañar a Edward Snowden a buscar asilo en junio de 2013 y desde entonces tampoco a regresado a Reino Unido, acudieron a Cannes para apoyar la cinta.
Juntos leyeron un comunicado en el que se pedía la libertad de Assange, al que definieron como prisionero político.
«Julian Assange no ha visto el sol en cuatro años y Reino Unido le niega el tratamiento médico«, dijo Harrison, quien insistió que la situación de Assange atenta contra la legislación internacional y recordó que incluso Naciones Unidas afirma que su situación infringe las convenciones internacionales.
Appelbaum señaló que sus familiares y amigos han sido amenzados y acosados para que se convirtieran en informantes, así que ha optado por seguir viviendo en Europa continental, al igual que Harrison.
El ciberactivista se mostró poco esperanzado con un cambio de situación tras las próximas elecciones. Explicó que una persona próxima a Hillary Clinton, la precandidata por el partido Demócrata, le dio a entender que ni él ni Assange eran del gusto de la ex secretaria de Estado. Asimismo le comunicó que si llegaba al Despacho Oval iba a seguir persiguiendo la publicación de información confidencial.
«Es una perspectiva muy alarmante», señaló, sobre todo con la presión a la que han sometido a Reino Unido, Suecia y otros gobiernos. «Con Clinton podría ir peor. No tengo ni idea de los otros candidatos», señaló Appelbaum.
Poitras, que apenas concedió entrevistas, entró en la lista de las personas a las que los servicios de inteligencia tienen bajo vigilencia desde 2006 tras rodar un documental sobre la vida de los iraquíes durante la ocupación estadunidense (My Country, My Country).
En el documental de hoy se escucha el audio de una filtración en la que se señala que el FBI la sigue considerando una cineasta antiestadunidense. En la sala de cine, sin embargo, contó con el aplauso cerrado de la audiencia por su labor.
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