Diego Enrique Hernández Arrazola*
La alternancia en Veracruz llegó, algo que parecía imposible sucedió gracias a todas y todos los militantes, simpatizantes y el hartazgo de la ciudadanía ante la desbordante podredumbre del régimen priista.
Sin embargo, cabe precisar que esta elección no implicó un triunfo real para nuestro Partido. Si bien se ganaron algunos distritos importantes, esto no sucedió con el voto dirigido hacia el PRD, sino al PAN. El PRD disminuyó su preferencia ante el electorado: de un 11.6% en 2015 disminuyó a un desastroso 6.5%. Este declive en la votación se traduce también en un nulo crecimiento en lo relativo a las diputaciones de Representación Proporcional (“pluris”): obtuvimos dos, ¡el mismo número del 2013, cuando fuimos sin alianza! El Sol Azteca fue eclipsado.
Para salir de esta situación, quienes creemos en la necesidad de una izquierda opositora, firme en sus principios, progresista, igualitaria, liberal… debemos redoblar esfuerzos en todos nuestros ámbitos: ser perredistas en todo momento y todo lugar.
Par ello, es necesaria una reestructuración total del Partido en todos los ámbitos de competencia del Consejo Estatal y del Comité Ejecutivo Estatal. Dichos órganos de dirección han actuado sin ética partidaria ni vocación democrática, salvo sus excepciones. En los hechos han resultado inoperantes, tanto así que el proceso interno fue judicializado por no respetar la normativa interna de forma dolosa y reiterada.
El Partido de la Revolución Democrática debe abandonar la política patrimonialista y dar paso a la institucionalidad, debe alejarse de todo centralismo, de las cuotas y pesos relativos. El PRD en Veracruz debe también abandonar toda autocomplacencia por un triunfo que no le pertenece: el Poder Ejecutivo emana del PAN, y el Congreso local se disputará entre el PAN, el partido Morena, el PRI y aliados.
Ya hemos perdido el registro en cuatro estados; de no recomponer el rumbo, el Partido de la Revolución Democrática en Veracruz se acerca cada vez más a la marginalidad y a su extinción. El PRD debe volver a ser una fuerza de transformación de la realidad social.
Son muchas las tareas de recomposición, pero no es imposible: la militancia consciente se subleva.
*El autor es militante del PRD en Veracruz.
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