​El Comisionado Incómodo

- en Sociedad

Por Ignacio Carvajal/

Veracruz, Ver.Conformada la Comisión Estatal para la Protección y Atención de los Periodistas (Ceapp), Gina Domínguez soñó con un organismo a modo lleno de periodistas cooptados y que le lanzaran incienso a su paso, mínimo, que no dijeran nada. Eran la mayoría por eso no dudo en dejar pasar a Jorge Morales al seno de la Ceapp cuando fue propuesto por periodistas de la capital.

En medio de la crisis que comenzaba a enfrentar Gina Domínguez y su jefe, Javier Duarte, por las agresiones y homicidios de periodistas, la Ceapp fue la primera opción para lavar la cara y las manos llenas de sangre la ex vocera y del ex gobernador prófugo de la justicia.

De ocho comisionados, sólo siete o seis acudían regularmente a las sesiones, el resto, periodistas de bajo perfil, entrevistadores de políticos y voceros del poder por antonomasia, se sumaron al coro de aplaudidores de Duarte de Ochoa, a quien en esos años el dueño del diario AZ, Oscar Rodríguez, ungió como prócer de la prensa y sin más, con pleno reguero de cadáveres de reporteros, le dio un reconocimiento por su compromiso en la lucha por la libertad de expresión.

No habría mayor problema para Duarte de Ochoa y para ella en medio de esa tormenta sangrienta, delineó la Gina Domínguez, pero como siempre, se equivocó.

Desde la mesa de debates de la CEAPP, Jorge Morales no dejó de señalar, criticar, argumentar, exigir rendición de cuentas y de reclamar por el discrecional manejo de los recursos del organismo. Gina Domínguez se encontraba ante su peor pesadilla. A la que le pudo haber puesto un alto desde el principio, soberbia, lo hizo menos.

Cada vez que un reportero era agredido o asesinado, el primero en salir a dar la cara y tender la mano amiga a los afectados, era Jorge Morales. Ningún comisionado más figuraba, se contentaron con cobrar sus 20 mil pesos quincenales.

Así se fue ganando la confianza de los corresponsales de medios nacionales e internacionales. En su andanza como comisionado, ha sido entrevistado por El País, Time, AFP, AP, Xinhua, Vice, The Washington Post, The New York Times y otros tantos medios de comunicación internacionales que confiaron en sus opiniones al considerarlo congruente con la realidad vivida en Veracruz.

Entre reporteros locales, incluso, se llegó a bromear con la idea de la Ceapp de Jorge Morales y la de Namiko y ahora la de Benita. Dos mundos totalmente distintos.

Siempre que los comisionados intentaban hacer reuniones en lo oscurito para ver como se repartirían el presupuesto con su secretaria Ejecutiva, Namiko Mazumoto, Jorge Morales estaba ahí, alzando la voz, amenazando incluso con denunciarlos penalmente si no se transparentaban las cuentas.

Si a la familia de un periodista asesinado en Veracruz, no le querían dar el apoyo de manera inmediata, Jorge Morales no dudaba en ver de dónde, y conseguir el recurso.

Jamás, nunca, se le vio en los velorios repartiendo café, tamales o galletas, como sí a Benita González y a la misma Namiko Matzumoto.

Lo suyo era en los juzgados, ante las autoridades, atrás del gobernador o de otras organizaciones exigiendo apoyo o investigaciones claras sobre los hechos de violencia que acabaron con la vida de unos 19 trabajadores de la comunicación.

Ninguno de los comisionados de la CEAPP rindió cuentas sobre el recurso percibido, Coque Morales, como se le conoce en el gremio, mes con mes enumeraba en qué gastaba el recurso que cobraba.

También elaboró un estudio sobre el nivel de vida y salarios de los periodistas en Veracruz, evidenciando las condiciones miserables en las cuales se encontraban desde fotógrafos hasta editores, poniendo el dedo en la llaga de que si alguien era culpable de la violencia y la vulnerabilidad del periodista veracruzano, era el gobierno, sí, pero en gran medida, también, los patrones que pagan sueldos de haciendas porfiristas.

En alguna ocasión, se le ocurrió una propuesta de ley para que los medios de comunicación que recibieran recursos por publicidad, sólo fueran aquellos a los cuales cumplieran con lo mínimo en cuanto a seguridad social a sus empleados.

Al proponer eso en el seno de la Ceapp, fue rechazado rotundamente por sus demás compañeros, muchos, alfiles de empresas periodísticas que vieron una amenaza latente en esa exigencia de justicia.

Y claro, los reclamos, insultos y humillaciones no se hicieron esperar para el comisionado incómodo, originario de un poblado rural de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, algo a lo que está acostumbrado, y de plano, mutó en un quelonio.

De Chiapas, Jorge Morales llegó egresado de la preparatoria directamente al puerto de Veracruz, a la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana. Ahí curso la carrera, y antes de egresar, como soñaba con ser escritor, y sus papás no lo dejaron, comenzó a talonear en los diarios jarochos.

Primero en el AZ, de ahí le ofrecieron una mejora de salario en el diario Imagen de Veracruz, donde le tocaba hacer, sólito, notas para la sección de finanzas, pues en la sección de información general, no lo querían; los reporteros de ese entonces sentían rechazo por él ante una cualidad: siempre los dejaba en mal porque no aceptaba chayotes en el café de la Parroquia.

“Nombre, mano, tú le haces mal a este negocio, van a decir que ya todos somos honestos como tú, y si tú no lo quieres, nosotros sí”, le dijo alguna vez un periodista experimentado en introducir grabadoras en la boca de funcionarios y trascribir.

Y así, con tremenda recomendación de los soldados de la calle a sus jefes en la redacción, lo refundieron en la sección de Finanzas, ante la amenaza que representaba para el negocio y conquista laboral que representaba el chayote.

Quien lo conoce de años, siempre dice lo mismo de él, nunca se ha sabido que acepte un embute. Los reporteros que le respetan, hablan de esa cualidad, “es incorruptible”.

EL REPORTERO

Fue Jorge Morales el reportero que durante el gobierno de Fidel Herrera Beltrán documentó y denunció las malas prácticas de Granjas Carroll y que dieron con la creación del virus A-H1N1, el cual puso en jaque a Fidel Herrera Beltrán, pues los altos directivos de la empresa, ofrecieron toda clase de beneficios al gobierno y a Perote para acallar las críticas.

Y por su puesto, Fidel Herrera, mandó llamar al reportero Jorge Morales.

Lo hizo en medio de la crisis cuando Herrera Beltrán dio una rueda de prensa para anunciar la edificación de la estatua del “Niño 0” por haber vencido el virus. Jorge Morales encaró al gobernador grabadora en mano, y de nuevo, lo desnudó y evidenció, dando en la vanidad de Herrera Beltrán.

“Sube a mi despacho, quiero hablar contigo en persona”, le dijo Herrera Beltrán al reportero.

Cuando lo tuvo de frente, mientras Fidel comía un pedazo de canilla que invariablemente traía en su esmoquin, le dijo:

-¿Qué quieres, mano, que buscas?

-Nada, sólo hago periodismo.

-Olvídate de Perote y de las Granjas.

-Es mi trabajo, busco la noticia.

-Soy el gobernador, te lo estoy pidiendo, ¿qué quieres, qué buscas, dime?

-Nada, sólo sigo haciendo mi labor.

Jorge Morales se salió de la oficina y dejó a Fidel, quien se encontraba en la plenitud del pinche poder, con un palmo de narices.

Pionero en el uso de las herramientas de acceso a la información, documentó como en el IPE se estaban generando gastos enormes en el pago de pensiones a unos cuantos. Eran pensiones de 80 a 100 mil pesos mensuales para unos cuantos, magistrados, funcionarios, etc, los dejó al desnudo.

DE JORGE MORALES A PABLO ROBLES

El primer antecedente de la Ceapp, fue el Colegio de Periodistas, creado en el sexenio de Miguel Alemán para que su presidencia la ocupara de manera continua Pablo Robles Martínez, magante de los medios de comunicación, papá de Mónica Robles, quien fue prísta, después del Partido Verde y ahora navega con la bandera de independiente; suegro de Iván Hilmán, priísta, delegado de la Conagua en Tabasco; esposo de una ex diputada del PRD.

Y el Colegio, claro, contaba con un presupuesto para capacitación y apoyo a reporteros, algo que en sus años de periodista, Jorge Morales siempre tuvo clavado, pues nunca, jamás, se recuerda a Pablo Robles rindiendo cuentas. Un día, en su primer proyecto de periodismo independiente en internet,lospasosdeljaguar.com.mx, donde comenzó a delinear una línea mucho más crítica con reporteros como Williams Cortez y Jair García, Jorge Morales se encontró con la historia de unos periodistas noveles a quienes Robles Martínez había prometido un viaje de capacitación en el país de Sudamérica que se les antojara; el costo sería cubierto por el Colegio como un viaje de estudios; sólo tenían que armar un proyecto.

El proyecto fue armado, y el país seleccionado era Argentina, pero los reporteros nunca subieron al avión, tiempo después, en los diarios de Robles Martínez aparecieron varios reportajes, con fotos, sobre sus últimas vacaciones en La Patagonia Argentina, con fotos estelares de los pingüinos y los osos polares, en donde el dueño del diario del Istmo descubrió por primera vez los efectos del cambio climático. Jorge Morales no dudó en escribir la historia y hacerla pública. Al poco tiempo, Fidel Herrera desapareció lo que era considerado “un elefante blanco”, como ahora describen a la Ceapp, que Jorge Morales aspira a dirigir desde la Secretaría Ejecutiva, si es que Miguel Ángel Yunes Linares no la desaparece de un plumazo.

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