Los redentores y cincinato

Los veracruzanos sugragaron por un redentor/ www.fotover.com.mx
- en Foro libre

Wenceslao Vargas Marquez/

México aspira a un estado de derecho. La ciudadanía aspira al eterno ideal de la justicia para todos. Hace un año recordábamos a Morelos en el bicentenario de su muerte y repasamos que sus ideales siguen vigentes.

La democracia en Occidente (más sus cualidades, más sus defectos) es hija de Grecia (que nos dio la filosofía y la razón) y Roma (que nos dio la administración y la política) en un sustrato judeocristiano que le dio rumbo y sentido. Occidente y sus valores democráticos han decaído mientras la sociedad se harta. El reflejo de este hartazgo son los ascensos de Donald Trump o Miguel Ángel Yunes Linares o López Obrador (quien hace propuestas políticas con frecuencia caóticas y pretende ser el monopolizador de la justicia). Son casos (y hay más) donde la sociedad no busca un gobernante sino un redentor ante el agravio y la impunidad, fijándose o no si los redentores pertenecen al mismo grupo que se repudia.

Una encuesta reciente levantada en noviembre de 2016 por el diario Reforma y publicada el 4 de diciembre pone a López Obrador por encima de cualquier opositor. Lo que la sociedad desea es justicia. Un maldito de nuestra historia, el emperador Maximiliano de Habsburgo, tenía como divisa de su gobierno: Equidad en la justicia. Ya quisiéramos desde aquí que algún partido político (cualquiera) hiciera suyo ese lema un sexenio de estos pero, lástima, están cortados con la misma tijera.

Trump recibió la presidencia y la mayoría en sus dos cámaras legislativas. Fue electo democráticamente. Es frecuente compararlo con Hitler que también fue electo democráticamente sobre las ruinas de la república de Weimar (1919-1933) y sobre las ruinas de una Alemania humillada por el tratado de Versalles que cerró la primera Guerra Mundial. Alemania, en 1933, no quería un gobernante sino un redentor y lo encontró en Hitler hasta volverlo un monstruo sin contrapesos. Pude conseguir un ejemplar de ‘Mi Lucha’ en 1977 en una edición fechada en la Ciudad de México en 1975, bajo Ramírez Editores. Reviso algunos párrafos para reencontrar las analogías.

Como se sabe, ‘Mi Lucha’ está fechada por Hitler en octubre de 1924, mismas fechas en las que Plutarco Elías Calles hacía una gira por Alemania después de haber ganado las elecciones mexicanas (gracias a Obregón, su duunviro) para tomar posesión el primero de diciembre de ese año. Falta explorar cuánto de la experiencia que le significó a Calles ese viaje fue utilizada para fundar al abuelo del PRI en 1929, partido político que crearía en el presidente de la república la figura de dictador romano desechable cada seis años (inicialmente eran cuatro).

Cuando Roma (dirigida por un duunvirato armado sobre dos cónsules) estaba en peligro, nombraba a un funcionario público llamado ‘dictador’ para salvarse ese peligro, y luego de seis meses ese dictador terminaba su encargo y volvía el duunvirato a su trabajo ordinario de dirigir al Estado en condiciones de normalidad. El dictador era un funcionario temporal de excepción. Un caso histórico, un caso de antonomasia fue Cincinato, cinco siglos antes de Cristo, dos veces dictador, dos veces volvió a su casa después de cumplir su encargo y sin haber robado ni un peso del erario.

México no ha tenido Cincinatos en su historia. Acaso uno, acaso el único, fue el presidente Juan Álvarez (1855) que dirigió la revolución final contra Santa Anna (hasta verlo caer en desgracia) y prácticamente de inmediato se fue a su casa dejándole el cargo a Comonfort y a la brillante generación de la reforma. Juárez no supo ser un Cincinato ni en1867 ni en 1871 que fueron sus dos enormes oportunidades. Juárez nunca pudo ser sino un dictador, en el sentido romano, para enfrentar la guerra de reforma y la intervención francesa.

En Occidente no buscamos dirigentes sino redentores en la figura de dictadores providenciales temporales a causa de tantos atropellos a la justicia y al estado de bienestar. Occidente decae, y México decae con Occidente en los temas que Morelos y el Habsburgo pusieron sobre la mesa: la equidad y la justicia. Gracias a Borges llegué, hace algunos años, a Oswald Spengler y a su voluminoso texto ‘La decadencia de occidente’ (Der Untergang des Abendlandes) en dos volúmenes. Fue publicada en 1923. Mi ejemplar es electrónico con traducción del alemán de un genio de la filosofía latinoamericana como lo fue el maestro Manuel García Morente (firmado Manuel G. Morente) de Espasa-Calpe, publicado en Madrid en 1966. Spengler, en 1923, vaticinaba lo de hoy: la decadencia del hemisferio.

¿Por qué México no puede vivir en un estado de derecho que haga a todos iguales ante la ley? ¿Por qué un político puede infringir la ley y no ser castigado? ¿Por qué el más viable candidato a la presidencia 2018 ofrece desde ahora amnistía a la mafia del poder y a los delincuentes del cuello blanco? El gobernador Yunes Linares recibe en sus manos a Veracruz y a su tormenta financiera perfecta y ya empezaron los pactos y la amnistía. Ya empezó también la sugerencia para limitar o eliminar las manifestaciones o las protestas. Por la prensa se sabe de un pacto y una amnistía para un diputado federal a cambio de dos aeronaves. Yo he buscado a alguna autoridad educativa que me exima de la evaluación docente del INEE por estar mal diseñada, o que no me cesen si no asisto a evaluarme y ninguna autoridad quiere (me lo explican con rayitas, manzanas y un cariñoso zape) porque se viola la ley.

Si uno le da un vistazo a los diez tomos de ‘México a través de los siglos’ o a los diez tomos de la ‘Historia Universal’ de Jacques Pirenne (Grolier-Jackson), logra penetrar en el esquema de que todos los gobernantes de mano dura proceden igual: limitan las libertades públicas bajo cualquier justificación. Ojalá no sea el caso de Veracruz. La sociedad veracruzana, harta de peculado, saqueo, impunidad y fosas clandestinas, dio el viraje y tiene un nuevo gobernante a quien se le encarga limpiar los establos de Augías. De una manera extraña (pero comprensible) la sociedad veracruzana no ha buscado a alguien que gobierne sino a alguien que redima, no ha buscado un gobernante sino un redentor y seguramente así ocurrirá en 2018 contra todo tipo de lógica y ortodoxia política.

Después de que llegan al poder que buscan, a los electores veracruzanos no nos queda más que ejercer sobre ellos una severa vigilancia para que se cumplan las exigencias de la sociedad y aplaudir si una vez que han cumplido cabalmente con su deber se convierten en un nuevo y agreste Cincinato.

Comentarios

¡Síguenos!

A %d blogueros les gusta esto: