‘El hotel se movía como gelatina, fueron tres minutos de terror’: testimonio de Daniela Jácome

- en Foro libre

Era jueves 7 de septiembre, hermoso mes patrio, las 9 de la mañana y concluía la primera emisión del noticiero, después de las noticias preventivas con motivo de la llegada del huracán Katia a nuestro estado de Veracruz, llegó mi jefa con mis compañeros, teníamos que salir de viaje con rumbo a la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, para tomar un curso de Marketing y ventas que se llevaría a cabo en aquella ciudad, como parte de nuestro trabajo en la radio.

Hubo retrasos en la salida, lo que estaba programado para las 8:30 am salimos 10:30 am. El viaje tormentoso, 11 personas distribuidas en dos autos pequeños, por auto debían ir 4 pasajeros, en el más pequeño viajaron 5 y en el segundo 6.

8 horas de viaje hicimos de Veracruz a Tuxtla, retrasos en la carretera nos hicieron tardar de más.

Sin comer, malhumorados, cansados, torcidos, llegamos directo a junta con el jefe que nos esperaba en su oficina, no tardamos mucho y nos indicaron que fuéramos al hotel para comer y dormir y estar listos la mañana del viernes a las 8 am que habría de iniciar el curso y así lo hicimos, nos fuimos en busca de reposar nuestros cuerpos y comer algo pues más de uno nos sentíamos mareados a falta de alimentos.

Eran las 9 de la noche, llegamos al hotel María Eugenia, nos instalamos en las habitaciones y bajamos a cenar, la noche pintaba bien y bonito, creíamos que sería una bonita experiencia grupal y sobre todo teníamos ganas de conocer un poco de Tuxtla, comimos y subimos a nuestros respectivos cuartos.

Eran casi las 11 pm y me metía a bañar, apenas nos disponíamos a acostarnos por lo cansado del largo viaje y las incomodidades del camino.

11:30 y empezó el horror.. mientras platicábamos la cama comenzó a moverse, despacio pero constante, en segundos todos nos quedamos viendo unos  a otros, mi cuerpo se erizó y no sabía qué hacer, me quedé fría y no daba crédito a lo que sucedía, en cuestión de segundos todo el edificio del hotel se movía como si fuera gelatina, quise correr pero sentía como si mis pies no avanzaran, “quédate en la puerta” me gritaban mis compañeros, “calma” “ya va pasar”, escuchaba por todos lados, no sé quién me hablaba, no sé quién me jaló  y me puso debajo del marco de la puerta de entrada a la habitación cuando estaba a punto de bajar las escaleras de emergencia que por suerte estaban al final del pasillo junto a la habitación.

Levanté la mirada y mis dos compañeras de córdoba luchaban por salir del cuarto, pero no se podían mantener de pie, yo tampoco, el terremoto incrementaba su fuerza. Fueron 3 minutos y 30 segundos aproximadamente que parecieron horas y horas.

El sonido de un edificio moverse de lado a lado, de esa forma, estando en un cuarto piso, es aterrador, el cuerpo se contrae, los pensamientos llegan a tu mente, lo primero que pensé fue que ya no volvería a ver a mi familia, que no quería morir ahí, quería volver a ver a mi madre, a mi hermana, a mi papá, a mi novio, quería estar en Veracruz en esos momentos, no podía explicarme que estaba haciendo allí, creí en Dios en ese momento, le pedí que nos diera la fuerza para salir de allí y regresar a casa, le pedí con una fuerza como jamás pensé hacerlo, le pedí que terminara, escuchaba voces cerca de mis oídos, rezando diciéndome que Dios era más grande, yo no podía hacerlo, se me había olvidado el padre nuestro, cuando de pronto se sentía más fuerte, levanté la mirada y el techo comenzaba a desprenderse, trozos de concreto caían y las  paredes se oían tronar, era un miedo incontrolable lo que se puede llegar a sentir, volví la mirada hacia atrás y vi caminando por los pasillos a un par de viejitos tomados de la mano orando en voz alta el padre nuestro, mis compañeras caminando tomándose de las paredes hasta llegar a donde estaba yo a punto de salir por las escaleras de emergencia.

De pronto cesó el terremoto, mis manos no dejaban de temblar, bajamos por las escaleras de emergencia hasta el patio del hotel y salimos a la calle, llantos, vómitos, y gritos abundaban esa noche la avenida central oriente, no daba crédito a lo que acababa de pasar, comencé a vomitar, mis nervios no se controlaban y de repente comencé a llorar, pensé “Dios gracias por dejarnos vivir”.

Las líneas de comunicación no funcionaban no podía saber cómo estaba mi familia, fueron minutos angustiantes, que parecían nunca acabar, no pasaron ni 5 minutos cuando la alerta sísmica comenzó a sonar de nuevo, las réplicas iniciaban, durante dos horas sonaron cada dos minutos, por fin pude comunicarme y todos estaban bien, sentí que respiraba mejor.

Es increíble el terror que se siente cuando crees que estás punto de morir o cuando te das cuenta que la vida es tan frágil, solo somos seres humanos que tenemos un plan y un motivo en este mundo, estoy segura que Dios nos advierte que estamos fallando, que vienen cosas peores, que debemos cambiar y hacer de este un mundo mejor, no sé si mis palabras lleguen a alguien, pero espero que sí, espero que reflexionemos de todo lo mal que hemos hecho y seamos felices con las personas que queremos, que se lo hagamos saber, cuanto los amamos, porque la vida en un segundo se nos va y la muerte no avisa, ante la fuerza de la naturaleza no hay nada que hacer, nos estamos matando y no hemos despertado, tenemos que cambiar.

2 am y comenzó la lluvia, estábamos en l calle el hotel había cerrado, corrimos a los vehículos, ya  no pudimos regresar al hotel, tuvo daños graves la estructura se dañó y el temor nos invadía, a esa hora salimos en búsqueda de gasolineras funcionando para cargar los tanques y salir de allá, lo único que queríamos era regresar a casa, es tan extraño el sentimiento, lo único que quería era estar en Veracruz.

Vagamos por las calles inundadas con corrientes que parecían ríos, nosotros quejándonos en Veracruz por las calles anegadas y allá son literal ríos por si fuera poco con lodo, hay como una especie de barro en las calles que se vuelve lodillo y para colmo atasca uno de nuestros vehículos.

3:30 de la madrugada y 4 compañeros, los hombres, luchaban por sacarnos del hueco lodoso y lleno de ese barro horrible que no nos dejaba avanzar, casi media hora hasta que por fin salió el auto.

Por suerte, una compañera de la estación de radio de Tuxtla nos brindó ascilo en su casa, fue nuestro Ángel de la Guarda, si no hubiéramos pasado la noche en alguna gasolinera esperando que pasara la lluvia y que amaneciera, dormimos algunos a las 4:30 am otros a las 5 am medio descansamos.

A las 7 de la mañana sonó mi celular, una llamada de un grupo  de radio muy conocido en el puerto de Veracruz, solo me despertaron para nada. Pero de allí todos se levantaron y acordamos regresarnos a Veracruz, fue así como huimos de Chiapas a las 10 am  y tras 11 horas de viaje de regreso llegamos a Veracruz cerca de las 9 de la noche, nunca me había sentido más segura en Veracruz que ahora.

No sé si sea cotidiano los temblores en Chiapas lo único que sé es que si está dentro de mi poder decidir si  no volver, no vuelvo jamás. Y lo que ahora nos quedó fue una unión grupal que estoy segura que ningún curso podría haber logrado, cuando está en peligro la vida realmente valoras todo lo que tienes a tu alrededor…

Comentarios

  1. Lo que pudo ser una crónica excepcional por estar en el sitio de ocurrencia del sismo, se transformó en un relato muy personal, respetable, pero, fin oficio periodístico, huyeron del lugar?
    Bien por ustedes a nivel personal, mal por el oficio
    Buen domingo a todos

    1. Por qué quienes escriben en este medio informativo no toman un curso elemental de redacción. No se pide que aprendan periodismo, sino por lo menos que no agredan a la sintaxis, a la ortografía y a la inteligencia.

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