En Chietla Puebla, al desamparo de familias enteras ahora se suma el saqueo de casas dañadas por el temblor

Algunas de lo edificios dañados/Plumas Libres
- en Sociedad

Por Francisco De Luna /

Chietla, Puebla.-El miedo no se ha ido de los rostros de las familias de Chietla, municipio ubicado en la zona mixteca del estado de Puebla. Ha transcurrido una semana desde que “miraron” de cerca a la muerte.

Era la 01:14 de la tarde del 19 de septiembre, cuando el terremoto de 7.1 destruyó en segundos a sus viviendas. En ese instante también desmoronó “corazones” y la esperanza de recuperar sus patrimonios.

Las familias viven en las calles –lo perdieron todo- están prácticamente a la intemperie para cuidar sus pertenencias; a un lado resguardan licuadoras, ropa, documentos, trastos, estufa, entre otros enseres domésticos.

Porque después de la tragedia, se sumó otra –la que ellos han calificado como la más miserable- la rapiña. No han podido dejar sus casas porque éstas son saqueadas.

Otras personas sólo esperan que sus hogares terminen de caer. Afuera, sentados y con la mirada puesta en las paredes agrietadas, cuentan que ya nada pueden hacer “el sismo nos trajo la tragedia, pero también a personas de gran corazón que se unieron para empezar a levantar a este pueblo”, cuentan y sonríen para no perder fortaleza.

*Dormir en las calles*

Doña Judith Marroquín Leal, de 39 años de edad deambula por las calles de su pueblo que hoy pareciera estar en “ruinas”; la acompañan su hija Marlén, su esposo Francisco Rodríguez, originario de Xalapa, Veracruz y un niño que era su vecino también les hace compañía.

Sentados en la calle Victoria –cuentan que ahí pasarán la noche- pues la vecindad donde vivían quedó destruida- ahora no tienen dónde vivir y así ha transcurrido toda una semana. Duermen donde el cansancio les gane y comen donde les llegan a invitar.

Ella y su familia rentaban un pequeño cuarto en la calle Barragán número 10 donde pagaban 400 pesos mensuales. Doña Judith es ama de casa y su esposo es jornalero “también es albañil, acarrea mudanza, chapea, trabaja en varios lados” dice la afligida mujer que esta noche no sabe cuál será su refugio.

Al momento del temblor no salieron a refugiarse, no sabían que ocurría, enseguida llegó el miedo y en cuestión de segundos escucharon cómo se quebraban las paredes. “Sacudió muy feo y me recargué en la puerta”, relata y abraza a su hija a quien tuvo miedo perder.

Mientras la señora platica, los sonidos del repicar de los cinceles se multiplican, el arrastre de la pala que levanta pedazos de concreto se escucha y esparce por todo el pueblo. Se trata de ecos colectivos que le dan la esperanza al pueblo de volver a estar de pie.

Pueblo fantasma/Plumas Libres

*Las cicatrices del 19*

La ayuda llegó primero por parte de los ciudadanos, dos días después de las autoridades estatales y municipales, cuentan los afectados quienes barren o acordonan calles para marcar las zonas de riesgo.

El parque se convirtió en el centro de acopio. Aquí decenas de lugareños, brigadistas, voluntarios y rescatistas se congregan. Ningún grupo se conoce, pero todos de inmediato se ponen de acuerdo y toman decisiones.

Este pueblo, se fundó en el año de 1895. Las casas en su mayoría son de adobe. Aquí habitan un promedio de 35 mil habitantes, distribuidos en once congregaciones. Colinda con el estado de Morelos.

Durante el recorrido en la cabecera municipal, se observa que el albergue poco es tomado en cuenta por los afectados. Algunos, y no más de 20 llegan a dormir a este espacio, pero se retiran al amanecer para poder continuar con el cuidado y rescate de sus pertenencias.

En la cabecera municipal no hubo fallecidos, sólo algunos heridos, aunque en rancherías cercanas sí hubo muertos y ya suman 19.

La imagen de un pueblo colonial, cambió por completo. Ahora las casas están marcadas con una “X” en color rojo para indicar la peligrosidad del inmueble. Cada calle, cada esquina es la misma escena de desolación.

Aceptarlo no es nada sencillo, menos observar las cicatrices del 19 de septiembre. Están ahí marcadas como heridas en cientos de paredes, techos, pisos, en ventanas carcomidas o puertas y herrerías retorcidas.

Los voluntarios/Plumas Libres

 

Llega la ayuda.

La ayuda de los veracruzanos llegó a Chietla, municipio ubicado en el estado de Puebla. Distribuyeron cinco toneladas de víveres a cuatro comunidades que resultaron dañadas por el sismo del 19 de septiembre.

La “Brigada Voluntarios Xalapa” acudió a las zonas destruidas. Acudieron médicos, rescatistas e integrantes de diversas asociaciones civiles de la capital veracruzana.

Aquí los afectados indicaron que llegó primero la ayuda ciudadana que la gubernamental. Pues dos días después del temblor las autoridades municipales comenzaron a reaccionar para buscar ayuda.

De acuerdo con Jobb Moguel Juanz de la fundación “Energía por Ayudar”, dijo que se sumó a los brigadistas de Xalapa para apoyar en casos de desastres como los ocurridos en los últimos días.

Recorrieron las congregaciones como Lagunillas de Rayón, Los Laureles, Tzompahuacan y Cuayuca, localidades donde hubo desde daños menores hasta aquellas afectaciones que derrumbaron las viviendas.

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