Pueblo de Nanchital indignado por asesinato de menor secuestrado

Por Pedro Páramo

El clima en la ciudad es desolador, entre las personas se respira miedo, inseguridad, tristeza y enojo. No es para menos, ha sido un fin de semana brutal; en las últimas 24 horas el municipio de Nanchital, ubicado en el sureste veracruzano ha sentido la fuerza del crimen organizado. Tres personas han aparecido sin vida, entre ellas un menor.

No es la primera vez, en lo que va del año, la pequeña ciudad se ha teñido de rojo más de cinco ocasiones. Sin embargo, el embate del crimen hoy duele más que nunca. Un menor ha perdido la vida en manos de la delincuencia organizada. El joven había sido secuestrado una semana antes mientras se recreaba en un parque deportivo.

Sebastián había terminado la preparatoria, estaba por iniciar la universidad. Su vida, sus ilusiones y sus sueños han abandonado este mundo. El animal que realizó la ejecución, decidió que no merecía vivir más.

Él sabe que no recibirá castigo, él sabe que la impunidad está de su lado, él sabe que en Veracruz no pasa nada con los delincuentes. Él sabe que tiene un 98% de probabilidad de seguir con una vida fuera de la cárcel.

Las instituciones que se encargan de la seguridad y la procuración de justicia de la sociedad han fallado enormemente. A un año y medio de haber iniciado el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares, los resultados han sido desastrosos, las instituciones policiales de seguridad pública en el Estado, no existen. Los municipios están abandonados en la zozobra por la inseguridad desenfrenada que están viviendo.

El intento de regresar el bando de seguridad a los municipios, fue un camino incorrecto. Justo ahora, las ciudades carecen de elementos policiales. El fracaso es tan rotundo que en lo que resta del año, la política implementada basada en la prevención del delito con más elementos de seguridad pública no cubrirá el 30% de los elementos que se requieren y si lo hace, los policías carecerán de la formación adecuada para lograr prevenir los delitos y brindar la seguridad a la ciudadanía.

Nanchital, con una población cercana a los 60000 habitantes, justo en estos momentos tiene cerca de 10 policías conocidos como “navales” y dos fiscales que además de atender a este municipio, tienen la carga de dos ciudades más; Ixhuatlán del sureste y Moloacán.

El panorama se vuelve aún más desalentador, con el cambio de gobierno, la ausencia de seguridad en los municipios se puede alargar hasta por tres años de acuerdo a la visión de los contendientes a la gubernatura. No hay un plan que pueda erradicar el mal de la violencia en un futuro próximo.

En el norte, en el centro y en el sur, Veracruz se ha convertido en un pueblo en vilo. Ciudades como Nanchital, Coatzacoalcos, Minatitlán, Acayucan, Córdoba, Veracruz, Poza Rica y otras más, han sido rebasadas por el crimen. La seguridad y la justicia están suspendidas hasta nuevo aviso.

Mañana, como es costumbre, el gobernador del Estado presentará una conferencia de prensa, criminalizará a las víctimas y se lavará las manos. Ya habrá cumplido con la sociedad y entonces regresará a su actividad primordial; meter las manos para que el nombre familiar perdure en el poder. También mañana, Sebastián pasará a ser un número más en las estadísticas de crimen del gobierno. Su archivo se anexará junto al de personas desaparecidas, feminicidios, secuestros y homicidios que están en el congelador, sin tener acceso a la justicia, pues no es la prioridad del Estado en estos momentos.