En Venecia Carlos Reygadas confiesa que es el protagonista de su nueva película porque no encontró actores

Venecia. El director mexicano Carlos Reygadas se abre en canal hablando del amor en primera persona con Nuestro tiempo, una osada audacia que dejó impresionada a la crítica en el Festival de Venecia. El cineasta se coloca delante de la cámara junto a su mujer, Natalia López, en un ejercicio que podría correr el riesgo de derivar en una morbosa pornografía sentimental, sin embargo Reygadas negó que la crisis matrimonial que vive la pareja en pantalla sea un reflejo de su situación personal. Además también fue circunstancial que acabara delante de la cámara.

Como no encontraba los actores que quería, a dos semanas de que comenzara el rodaje decidió que fueran él y su esposa Natalia López los que mostraran la crisis que atraviesa una acomodada pareja por el deseo de ella de mantener una relación extramatrimonial.

«El único oficio que no había hecho en el cine es ser actor», comentó Reygadas durante su encuentro con la prensa. El hecho de que estemos en pantalla mi mujer, mis hijos o yo no significa nada, es algo secundario, una banalidad, agregó.

«No creo que la privacidad, lo que algunos denominan dignidad exista en nuestros cuerpos, en nuestros dormitorios, en nuestra ropa interior. No me da miedo mostrar nada de eso de mí. Para mí nuestro verdadero yo existe más allá de todo eso», explicó el realizador, que sí precisó que la casa en donde está rodada la cinta no es la suya, aunque en otras de sus películas sí ha mostrado su dormitorio. Con todo, el cine de Reygadas se alimenta de sus propias vivencias.

Al igual que hizo con la emocionante Luz Silenciosa (Premio del jurado en Cannes en 2007), el cineasta mexicano se traslada a un rancho en Tlaxcala, al oeste de la Ciudad de México, para confrontar el dilema de la pareja con la fuerza de la naturaleza y en especial de los toros que se crían en la finca. Y lo hace libre de ataduras narrativas o dramáticas, dejando respirar y reposar las emociones de los protagonistas durante casi tres horas.

«El tiempo es lo más hermoso del cine. Es donde se construye el ritmo. (…) Es una pena que eso a menudo no se entiende y mucho de lo que vemos trata sobre informar a la audiencia sobre eventos específicos o de información para hacer avanzar (la trama)», señaló.

Pese a que él considera que «cumple decentemente» como actor, precisamente su interpretación y la de López son el punto débil de una historia que emociona y funciona a pesar de ellos. La escena inicial de los niños jugando en el río, el largo plano que recorre desde el aire la Ciudad de México antes de anochecer o la secuencia de la lucha entre reses bravas en el rancho ensalzan esta disección de qué se busca en el amor.

La audacia de Reygadas ha dejado impacto en Venecia, donde más de un crítico veía ya su nombre en el palmarés. También fue recibida con aplausos July 22, una aproximación a la matanza que un extremista de derecha cometió en 2011 en la isla de Utoya en Noruega y causó la muerte a 77 personas.

Rodada en inglés, la cinta de Paul Greengrass, un experto en el cine de acción y en colocar al espectador ante situaciones límite (United 93, Bloody Sunday) cuenta con un reparto de actores nórdicos. El filme, que reproduce la matanza haciendo hincapié en la violencia sugerida y evitando hacer un espectáculo del sanguinario asalto, se centra en el testimonio de una de las víctimas.

July 22, la fecha del atentado en Oslo y la masacre en Utoya, se basa en el libro de Asne Seierstad (One of Us), que indaga sobre cómo pudo suceder que un treintañero criado en el país pudiera llegar a cometer semejante atrocidad.

Greengrass, que conversó y consensuó lo que iba a mostrar con el grupo de apoyo a las familias de las víctimas, se embarcó en este proyecto tras detectar las peligrosas tendencias xenófobas que estaban emergiendo en Europa con la crisis de la inmigración.

«Estamos afrontando un movimiento político sin precedentes en todo Occidente hacia el populismo, hacia el nacionalismo», señaló el realizador, quien considera que las democracias tienen que luchar para ganar la batalla a través de las ideas, no apoyándose sólo en un mayor aparato de seguridad o militar. Greengrass, que también aspira al León de Oro, explicó que la historia se prolonga hasta el juicio precisamente para mostrar cómo las víctimas tuvieron el coraje de ir a juicio y sentarse frente al terrorista en el banquillo para desarmar sus ideas.

Los cineastas, añadió, tienen que poner un espejo delante del mundo y mirarlo de cerca para ver el ADN de los tiempos corren, lo que está sucediendo y hacia dónde vamos. Precisamente por la resonancia de la historia el director quiso contar con el respaldo en la producción de Netflix, para que la cinta pueda llegar a una mayor audiencia, sobre todo a los más jóvenes.

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