Por Ernesto Villanueva/
En relación mi columna anterior quiero precisar los siguientes puntos:
Primero. El formato de Cátedras de Conacyt por su naturaleza jurídica no es, en modo alguno, la mejor vía de acceso a la vida académica, habida cuenta que: a) Su fuente de creación y los instrumentos legales entre Conacyt y los jóvenes doctor@s son muy endebles; b) El tiempo no es de 1 o 10 años, sino que están sujetos a la “suficiencia presupuestal” que genera un estado permanente de incertidumbre laboral; c) Lo que se debió haber hecho es lo que dije que originalmente estaba previsto; es decir, se generara contractualmente o mediante otra vía normativa una vía de atracción temporal sujeta a una definitiva en un proceso prudencial en las diversas instituciones de adscripción a la luz de las mejores prácticas de evaluación, que ya se están aplicando, pero sin esa seguridad laboral.
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Segundo. Hoy, frente a hechos consumados, y de cara a la austeridad republicana existe inquietud porque se puedan invocar las cláusulas contractuales que se han firmado, pero dejo en claro que tengo la convicción, y estoy seguro que el actual régimen también, de que no se va a ejercer política alguna que vaya en contra de los intereses de los titulares de Cátedras. Frente a la ocurrencia irresponsable del pasado, debe primar la responsabilidad- en realidad ya lo está haciendo-, de suerte tal que se inicie el proceso gradual de hacer lo que – lo reitero-inicialmente debió hacerse: transitar de la zozobra a la estabilidad laboral en el tiempo, lo que conviene a todos, en virtud de que: a) Se reducen los incentivos para desplegar conductas ajenas a la vida académica que pueden prosperar en la duda y la inasibilidad laboral; b) Se genera un estado de ánimo que elimina el estrés y la duda en l@s beneficiarios de las Cátedras de referencia y c) Se crean mejores condiciones para el desarrollo científico y tecnológico al desaparecer las circunstancias de quienes llevan a cabo esas labores que genera un peso adicional a la investigación. En esa lógica, las instituciones relacionadas deben llevar a cabo los esfuerzos y tomar las decisiones pertinentes para avanzar en esa ruta. Estoy informado de que la actual administración de Conacyt ya empezó a realizar la parte que le corresponde para concretar soluciones de fondo en este rubro.
Tercero. Me es muy grato que el Dr. Octavio Paredes me haya enviado la siguiente misiva, la cual le informé la haría pública, y la cual a la letra dice: “En primer lugar deseo manifestarle que coincido con algunas observaciones en este texto dentro de Programa de Carmen Aristegui (se refiere a Aristegui Noticias).; especialmente coincido con usted en relación al Foro Consultivo Científico y Tecnológico; organismos privados que participan y no invierten recursos en el mismo. En segundo lugar, en mi artículo “Nuestros grandes rezagos” en Proceso, yo no estoy apoyando la transferencia de recursos públicos a organismos privados en la forma como se ha hecho; la estrategia sugerida es otra basada en experiencias científicas en este y en otros países. Me atrevo a pensar que su lectura fue incompleta. En cualquier caso, aprovecho para hacerle llegar un atento saludo.” Esta toma de postura del Dr. Paredes en la política científica tiene, sin duda, un peso específico que se inscribe en la misma línea que yo creo y defiendo.
Cuarto. Y ahora, Conacyt a pesar de las naturales resistencias de los intereses que se habían creado y nadie veía (veíamos) incluso se llegó hablar de una zona de reserva moral, pero ha venido quedando claro que la corrupción y los abusos habían permeado como en diversas áreas de la Administración Pública Federal. En efecto, véanse sólo algunos ejemplos que ilustran lo que afirmo, mientras que en todo el sexenio anterior el Conacyt destinó cerca de 30 mil millones a subsidiar al sector privado sin ningún beneficio para México, a la ciencia pública se orientaron sólo 3 mil millones; es decir, el 10% en el mundo al revés.
Y en el 2018 no hubo recursos para la ciencia básica. Ahora en estos primeros seis meses se han canalizado ya casi 800 millones de pesos a la ciencia básica; b) En la administración de Enrique Cabrero se contrataron despachos y servicios externos innecesarios por la cantidad de 350 millones anuales, lo que se ha reducido de manera sustantiva para dedicar ese dinero a las labores sustantivas del Conacyt; c) Y el supuesto comedor “gourmet” es parte de lo que se conoce como posverdad (mezcla de mentiras con algunos toques de verdad) pues no se ha erogado 15 millones de pesos, como se ha difundido, sino 6.4 millones de pesos, menos de la mitad, brindando a todos los trabajadores desde el más modesto al más alto exactamente la misma comida, pero con una mayor calidad nutricional con alimentos agroecológicos que se compran a los agricultores de la zona metropolitana generando de esta forma un círculo virtuoso, con independencia que se trata de una prestación laboral. Esa es la realidad. Y sí, desapareció el comedor exclusivo que usaba Cabrero y sus invitados, de lo que ¿causalmente? nadie dijo nada. En este caso particular hubiera sido paradójico que @ElenaBuylla, la directora de Conacyt, quien se ha dedicado a la investigación de frontera precisamente en esos temas, dejara de aportar su propio conocimiento especializado para beneficio común.
@evillanuevamx
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