Por Alberto Osorio/
El problema de lo escrito en nuestros tiempos es que prácticamente es imborrable e inolvidable, algunos bytes siempre serán el respaldo…
La ventaja, es que toda la información es mediática, al menos para la mayoría de la sociedad , como ya se ha visto, no importa si es una niña muerta o 43 universitarios, una casa blanca, la liberación de un narcotraficante, agua hecha pasar por quimioterapia, las contradicciones de un político o las mentiras del fenómeno llamado infodemia, sea de un señor con bigotes en el noticiero, de un multiopinologo (que se autodenomina analista) o de un «un profesionista» tratando de hablar de los temas del momento…
La realidad es que en el mundo de la red global, todo es volátil y fugaz… Como bien expone Zygmunt Bauman (en La Vida Líquida) y hace muchos años atrás, Enrique Rojas (en El Hombre Light) o lo que apenas sospechaba Giovanni Sartori en 1998 (en su Homo Videns); se ha hecho incluso necesario escribir breve, porque el texto largo, tiene pocos lectores…
No obstante, a pesar de lo vertiginoso que pueda ser la información (más larga que una cadena de ADN), especialmente en las redes sociales más conocidas (Twitter y Facebook), literalmente, son la arena del coliseo de los hablantes y opinólogos actuales (gladiadores con celular en mano, desde el señor molécula hasta el Príncipe de Frenaaa)…
Pero por mucho que se pierda el hilo por las publicaciones que se acumulan (a ritmo de novedad), hay algo que queda grabado en el inconsciente de las personas (si no es que ya estaba ahí, como herencia, y sólo se activa, no como dato digital, sino como experiencia vívida), porque como dice Alex Grijelmo sobre las palabras: «viven en el sentimiento, forman parte del alma y duermen en la memoria. Y a veces despierta», de una manera tal que rompe los yunques del aparente olvido… «porque tienen su propio inconsciente y… no sólo significan: también evocan…» y se rellenan de historia, y de diversos significantes, aunque tengan su propio significado, por los usos diversos que ha tenido, y así, seducen (llegan al inconsciente del individuo y lo enamoran), persuaden (tocan el intelecto y lo convencen) o advierten (impactan fibras sensibles y lo alertan e incluso lo disuaden)…
Pero las palabras, también revelan quién somos en lo más profundo de nuestro ser, especialmente aquellas en las que «nos equivocamos» o «decimos sin querer», porque las palabras se han impregnado de nosotros y de lo que somos… Y aunque dicen más los actos…
Quien no recuerda: «el Presidente no es Fuerza de Contagio, sino Fuerza Moral» del Dr. Hugo LG, o la frase «El PRI es así porque así son los Mexicanos» de Carlos Salinas de G., o la de «defenderé el peso como perro» del Sr. López Portillo o el «aiga sido como aiga sido» de Felipe CH… «Ante Dios y el mundo, el más fuerte tiene el derecho de hacer prevalecer su voluntad” (Hitler),
Pero también existen: «digan lo que digan, la tierra se mueve» (Galileo), «México, siempre fiel» (Wojtyla), «una cosa es una cosa y otra cosas es otra cosa» (Cochiloco, personaje ficticio) o «si no hay justicia para el pueblo que no haya paz para el gobierno» (Zapata) y está última deberán recordarla todos los gobiernos, sean de derecha o izquierda, así como sus ultra…
Bueno, ahora le tocó a la Dra. En Letras, Mtra. Letras y Lic. En Ciencias de la Comunicación, escritora de «Larga Vida al Sol», «Novelas Ficción», «Viejo Siglo Nuevo» y «Dos Revolucionarios a la Sombra de Madero», la No Primera Dama Beatríz Gutiérrez Müller…
– «No soy médico, a lo mejor usted sí. Ande, ayúdelos».
– «Están muy inquisidores los adversarios de mi esposo…».
-«… Si mi expresión <<no soy médico>> ofendió a alguien, ofrezco disculpas…».
Pero hubo otra:
– «No me asumo como primera dama de nada ni de nadie. Me topé con algunos responsables de estancias infantiles en la calle y con gusto transmito su preocupación… Repito: quejas al gobierno, diríjase al Palacio Nacional…».
El problemas principal no es lo que ha dicho, ni las disculpas que ha ofrecido a quienes se hayan sentido ofendidos (lo que revela que no admite culpa alguna, porque para ella, lo que ha dicho, está bien), sino lo que revela de su personalidad, la subyacente y que maquilla fácilmente y que lo mismo le hace pedir disculpas por su hijo agredido (lo cual es legítimo), que responder con limitado tacto.
Lo inmediato, es que no, ningún ciudadano cuenta con el apoyo real de alguien tan cercana al Presidente, a quien es muy presta a defender, así como a su política de gobierno y celebrar su «victoria» en 2018… pero muy omisa al tratarse de recibir mensajes para su esposo, en dos años que ha permanecido a su lado…
Sí, LO QUE HA DICHO, (LO) HA DICHO y ahí quedará, dejando su eco, para recordarlo, cuando le broten más palabras…
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