Quien siembra vientos, cosecha tempestades

Toma del capitolio en E.U, todo por el capricho de un presidente populista que  primero perdió el piso y luego  las elecciones.  

Resulta lamentable el deprimente espectáculo que acabamos de ver en los Estados Unidos, con la toma violenta del Congreso por parte de manifestantes extremistas.

El éxito de esa nación está cimentado en la libertad que tienen sus ciudadanos, en su democracia ejemplar, en su respeto a la Ley y a las instituciones. Lamentablemente con las acciones que vimos, dicho sistema ha sido puesto en jaque. Todo por el capricho de un presidente populista que  primero perdió el piso y luego  las elecciones.

No obstante haber ganado su opositor por amplio margen, él se niega  a reconocer que perdió y no midió las consecuencias de sus incendiarios discursos.

Su actuación conflictiva como mandatario terminó dividiendo a su país y lo que resultó peor, convocó y azuzó a sus seguidores para que protestaran en el Congreso. La manifestación resultó violenta como era de esperarse, aunque sin llegar a los extremos que hemos visto en México, donde  grupos radicales de la CNTE, de la normal de Ayotzinapa o de las mujeres que piden la legalización del aborto pintarrajean monumentos, destruyen mobiliario urbano, saquean comercios, queman edificios y agreden a la policía.

Dos cosas me preocupan. Una es la posible pérdida de la confianza de los estadounidenses en la fortaleza de su propio sistema, lo que provocaría la caída de su economía y tarde o temprano terminaría afectándonos seriamente.

Otro tema de preocupación es la posibilidad de que el mal ejemplo cunda y otros mandatarios populistas acaben incitando a las masas para provocar desórdenes cuando pierdan el poder, en un intento desesperado de mantenerse en el cargo.

Ojalá y en esos casos, de darse, prevalezca siempre la sensatez.

Por otra parte, como si no tuviéramos suficientes problemas en nuestro país y sin medir las consecuencias el presidente López Obrador acaba de ofrecerle asilo a Julián Assange, considerado prófugo por la justicia norteamericana.

¿Qué necesidad tiene el Presidente de la República de embarcar a México en un pleito ajeno, que no nos conduce a nada y solo nos enemista con nuestro vecino y principal socio comercial?

Llego a la conclusión de que esas decisiones son en realidad distractores, para que miremos hacia otro lado y no notemos la enorme cantidad de problemas que tenemos en México, generados en buena parte por la forma de gobernar de la actual administración.

Solo que esos distractores resultan ser mucho muy riesgosos, porque nunca es bueno pelearse con los vecinos, ni con los clientes y menos cuando éstos son la potencia económica y militar más grande del mundo y cuando además millones de compatriotas han tenido que irse a trabajar allá, debido a que aquí no existen las mismas oportunidades. 

No les parece a Ustedes.?

Muchas gracias y buen inicio de semana.

Hasta pronto!

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