Muere el pintor veracruzano Raúl Guerrero, precursor del arte abstracto en la ciudad de Veracruz

Su conocimiento sobre el arte iba más allá de las aulas en paz descanse Raúl Guerrero/ Jorge González

Por: Jorge A. González 

Murió uno de los primeros representantes  de la pintura abstracta en la ciudad de Veracruz, el maestro Raúl Guerrero Domínguez, docente de innumerables generaciones con quien compartió no sólo su vida, también su amplio  legado intelectual en las aulas del inmueble conocido como Difusión Cultural de la Universidad Veracruzana  (UV).

Maestro incansable de la pintura, siempre atento, amable y cordial  en cada encuentro. Vigilaré del trabajo y desarrollo de sus alumnos. Verlo pasearse en el aula entre los caballetes de sus pupilos era como ver a un pez en el agua.

Guerrero nació en el Puerto de Veracruz en 1932. Primero fue empleado de Correros de México en el área administrativa donde se jubiló muy joven. Fue ahí cuando decidió dedicarse de lleno a su pasión por la pintura como su forma de vida, desde hace más de 40 años fue catedrático del Taller Libre de Pintura de la UV desde 1981.

Estudió en la Escuela de Artes Plásticas de esta ciudad y dio cursos de grabado, escultura y experimentación plástica. Fue becado por CONACULTA de 2001 a 2002. Realizó exposiciones individuales y participó  en muestras colectivas en diversos estados del país.

Raúl Guerrero/ EPD/ Jorge González

Pocos saben que Guerrero fue el primer pintor porteño que se atrevió, en la inauguración del Museo de la Ciudad Manuel Gutiérrez Zamora, a exponer arte abstracto en una época escéptica a las nuevas tendencias ante las arraigadas  corrientes nacionalista que se resistían a sucumbir; una idea impulsada por el entonces director del inmueble y reconocido escritor, Juan Vicente Melo.

Cuando se cortó el listo y pasaron a la galería, la de criticas e insultos de la gente que tuve que aguantar, porque decían que eso lo podía hacer hasta un niño de primaria”. Más tarde, llevó esa misma obra a la capital Xalapa, donde la percepción del público fue contraria, tuvo magníficas críticas, comentarios de parte de escultores, pintores e intelectuales. 

Su fallido debut  en su ciudad natal, lo marcó tanto que decidió dejar la pintura, comenzó a leer y viajó a Cuba donde pudo observar las influencias europeas, así como en Polonia. A su regreso a México  había renacido el entusiasmo de retomar su camino, desde entones jamás pintó obra figurativa, el abstracto ya era parte de él.

A plomo, el artista no claudicó en su corriente abstracta, llegó con la firme convicción de que su elección era correcta y no debía

temer a la crítica; así comenzó a producir obra que lo llevaron a exponer en países como Japón  y España, donde fue reconocido por su aporte a esta corriente para entonces moderna.

Su conocimiento y determinación lo motivaron a pasar por todas las fases del arte abstracto como: “el abstracto concreto: cuya base son los trazos geométricos; el gestual: que se manifiesta a través de manchas, y del gesto, con una fuerte carga emocional”.

Le tenía mucho respeto a esta corriente pictórica, nunca fue para él un trabajo de pinceladas y colores sin sentido; “el abstracto siempre será válido mientras existan parámetros conceptuales, lo importante es el manejo técnico de la composición, la textura,  la armonía de colores y el aporte individual del creador”.

Guerrero Domínguez, quien falleció ayer, sabía más de lo que un docente de niños y adolescentes tenía para darles. Ese hombre estrujado por el tiempo, de piel morena y de caminar lento, soñaba con que movimientos como estos no fuesen sólo un eco o un residuo de otras obras; “lo ideal es que sean creativos, estéticos, sensitivos y genuino”.

Y a pesar de su avanzada edad, se resistía a dejar el pincel y el lienzo en blanco, su evolución como artista plástico continuaba a partir de su contexto, especialmente de sus lecturas, ahí encontraría su última etapa creativa.

“Dentro de mi corriente geométrica abstracta ha habido cambios; depuraciones, tengo una influencia oriental sobre todo del Budismo Zen, a encontrar menos materia, menos barroquismo, síntesis  y más espacios vacíos que me han llevado a una pintura aparentemente sencilla, que ha sido mi línea”.

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