Redacción MX Político.– La protesta inédita frente al Campo Militar 1 del pasado viernes para reclamar que se enjuicie a altos mandos militar por la desaparición de los 43 normalistas, encendió las alarmas al interior de la propia 4 T, como en las figuras militares señaladas por los manifestantes a quienes hacen ya reproches de tipo político.
Uno de esos personajes señalados es el propio General Salvador Cienfuegos, jefe de la Sedena con Enrique Peña Nieto y sobre quien se difunden un baja intensidad, diversas especies que hacen voltear hacia él, en la deshonrosa responsabilidad por acción y omisión, en los deplorables hechos del municipio de Iguala, en su calidad de responsable de las fuerzas armadas del Estado Mexicano, en la administración de Enrique Peña Nieto.
Es el mismo Cienfuegos quien por estas horas, habla con senadores de la oposición para convencerlos de apoyar la militarización.
Esta dualidad expresa muy bien los dos mundos entre lo que hace equilibrio el presidente: la militancia ideológica de Alejandro Encinas y Jesús Ramírez frente al pragmatismo de Adán Augusto López Hernández, el general Luis Crescencio Sandoval y el general Audomaro Zapata.
Detrás de ese escenario está Cienfuegos, que cabildea fundamentalmente sobre la bancada de senadores priistas, donde tiene múltiples enlaces. En Palacio Nacional dicen que esas conversaciones tienen buen curso y que entre los senadores del tricolor ya solo quedan cuatro que rechazan la militarización. Los demás estarían listos para ausentarse o acompañar a la 4T.
La duda queda ahora en el aire: Realmente… ¿Es sujeto de la pretensión punitiva el General Salvador Cienfuegos, hoy que esta corriente política en el poder necesita más que nunca al Ejército , su reputación y su aparato para lograr su permanencia el Poder Ejecutivo Federal?
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