WEAVE comienza a investigar el cosmos.

En esta imagen, los colores azul, verde y rojo de la parte central indican las velocidades derivadas de los espectros del WEAVE y se superponen a una imagen del quinteto de Stephan compuesta por la luz estelar (del telescopio CFHT) y la emisión de rayos X de gas caliente (banda difusa vertical azulada, del observatorio espacial de rayos X Chandra). Las velocidades obtenidas por el WEAVE indican que la galaxia situada en la zona centroizquierda de la imagen (NGC 7318b, pintada de azul) está entrando en el grupo desde atrás a unos 800 kilómetros por segundo (casi 3.000.000 km/h). Esta colisión a gran velocidad provoca estragos en NGC 7318b. Las nubes de gas de hidrógeno —el combustible necesario para la formación de nuevas estrellas— se están retirando de la galaxia. Esto probablemente hará que el ritmo de formación de nuevas estrellas en esta galaxia se ralentice mucho. Los espectros del WEAVE ayudarán a averiguar el destino del gas expulsado a medida que se desplaza hacia el espacio entre las galaxias del grupo. (Créditos: Rayos X (azul): NASA / CXC / CfA / E. O’Sullivan. Óptico (marrón): Telescopio Canadá-Francia-Hawái (CFHT) / Coelum. LIFU de WEAVE: Marc Balcells.)

WEAVE es un potente espectrógrafo multifibras de nueva generación instalado en el telescopio William Herschel (WHT) del Observatorio del Roque de los Muchachos (La Palma, Islas Canarias, España) que se ha puesto en marcha recientemente y que ya está generando datos de alta calidad.

Astrónomas y astrónomos de toda Europa han planificado ocho muestreos para observarlos con el WEAVE que comprenden estudios de la evolución estelar, la Vía Láctea, la evolución de las galaxias y la cosmología. En sinergia con el satélite Gaia de la Agencia Espacial Europea (ESA), el WEAVE se usará para obtener espectros de varios millones de estrellas en el disco y el halo de nuestra galaxia, lo que permitirá hacer arqueología de la Vía Láctea. Las galaxias cercanas y lejanas se estudiarán para conocer la historia de cómo crecieron. Y los cuásares se utilizarán como balizas para cartografiar la distribución espacial y la interacción del gas y las galaxias cuando el universo solo tenía cerca del 20% de la edad actual.

En sus primeras observaciones, básicamente de prueba, el WEAVE apuntó hacia NGC 7318a y NGC 7318b, dos galaxias en el centro del quinteto de Stephan, un grupo de galaxias que interactúan entre ellas. Este grupo se había observado ya con los telescopios Hubble, Spitzer y Chandra, entre otros, y más recientemente también con el telescopio espacial James Webb (JWST). También es famoso por su papel cinematográfico en la película navideña de 1946. Qué bello es vivir (It’s a Wonderful Life). Las galaxias que lo componen, cuatro de ellas a 280 millones de años luz de la Tierra, están colisionando entre ellas, lo que proporciona un excelente laboratorio «próximo» para estudiar las consecuencias de los choques entre galaxias y la su evolución posterior.

Estas primeras observaciones se llevaron a cabo con el grupo de fibras llamado Unidad de Gran Campo Integral —LIFU, por sus siglas en inglés—, uno de los tres sistemas de fibras del WEAVE. Cuando se emplea el LIFU, 547 fibras ópticas muy compactas transmiten la luz de una zona hexagonal del cielo hasta el espectrógrafo, donde se analiza y graba.

El LIFU del espectrógrafo WEAVE ha medido una gran cantidad de espectros individuales de las dos galaxias centrales del quinteto de Stephan y su entorno, y ha examinado la intensidad de los colores de su luz, desde el ultravioleta hasta el infrarrojo cercano. Estos espectros revelan, entre otra información, detalles imprescindibles para el estudio de los procesos de colisión como el movimiento y distribución de las estrellas y el gas, y su composición química. A partir de estos datos, se puede averiguar cómo las colisiones de galaxias transforman a las otras galaxias del grupo.

Marc Balcells, director del grupo de telescopios Isaac Newton (ING), emplazado en el Observatorio del Roque de los Muchachos, explica: «Nuestro objetivo ha sido instalar un instrumento único que nos permita llevar a cabo investigaciones astronómicas de vanguardia. Ha sido fantástico recibir el apoyo financiero de las agencias nacionales de investigación de los tres países socios del ING (Reino Unido, España y Países Bajos), así como contribuciones de otros países que no pertenecen al ING (Francia e Italia). Nos complace demostrar que la parte LIFU de WEAVE no solo funciona, sino que produce datos de gran calidad. Los telescopios del ING continuarán ofreciendo resultados de alto impacto científico en los próximos años».

El WEAVE, un espectrógrafo de nueva generación

El espectrógrafo WEAVE utiliza fibras ópticas para recoger la luz de objetos celestes y la transmite a un espectrógrafo que separa la luz según sus diferentes longitudes de onda. Puede trabajar con dos resoluciones espectrales diferentes, que se utilizan para medir las velocidades de los objetos en la línea de visión (mediante el efecto Doppler) y determinar su composición química. La versatilidad del WEAVE es uno de sus principales puntos fuertes. Mientras que el modo LIFU contiene cientos de fibras en una distribución compacta, fundamentales para conseguir imágenes de áreas extendidas en el cielo, en el modo MOS se pueden colocar cerca de un millar de fibras individuales (mediante dos robots) para recoger simultáneamente la luz de estrellas, galaxias o cuásares. Durante los cinco primeros años de operación se espera obtener espectros de millones de estrellas y galaxias individuales, un objetivo que puede alcanzarse gracias a la capacidad del espectrógrafo WEAVE de observar tantos objetos astronómicos a la vez.

La contribución catalana al espectrógrafo WEAVE

En este proyecto participan científicos del Instituto de Ciencias del Cosmos (ICC) de la Universidad de Barcelona (UB), de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña (IEEC). Las instituciones catalanas han trabajado, desde el inicio del proyecto, en la definición de los objetivos científicos y en la selección de los objetos que se observarían —desde estrellas en diversas fases evolutivas hasta cúmulos estelares—, así como en el muestreo de cuásares, galaxias de núcleo activo muy lejanas extremadamente brillantes. En concreto, dos miembros del IEEC, Maria Monguió y Mercè Romero-Gómez, y uno de la UPC, Roberto Raddi, son miembros de los grupos internacionales de trabajo sobre estrellas jóvenes, arqueología galáctica y enanas blancas que integran el equipo de científicos responsables de planificar las observaciones. Teresa Antoja e Ignasi Pérez-Ràfols, también del IEEC, colideran los equipos de investigación responsables de la dinámica del disco galáctico y de los cuásares, respectivamente.

Maria Monguió, del Instituto de Ciencias del Cosmos, afirma: «Después de años de preparación, esperamos poder obtener en breve los primeros espectros de estrellas del disco de nuestra galaxia. La cantidad y calidad de los millones de espectros que esperamos observar nos permitirá, entre otros, analizar regiones de formación estelar reciente y medir cómo se mueven las estrellas. Estos datos, junto con los que aporta la misión Gaia, nos permitirán abordar cuestiones fundamentales sobre la formación y la evolución de la Vía Láctea».

Roberto Raddi, a propósito de la contribución de la Universidad Politécnica de Cataluña, comenta: «Nuestro equipo contribuirá al estudio de unas 100.000 enanas blancas previamente observadas por Gaia, y descubrirá los secretos que se esconden detrás de las últimas fases evolutivas de las estrellas similares al Sol, incluyendo el destino de sus sistemas planetarios, así como los mecanismos que llevan a las explosiones de supernova en los sistemas binarios con enanas blancas». (Fuente: UB).

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