El calentamiento global puede volver más peligrosos para el ser humano a hongos.

Imagen, captada mediante microscopio, que muestra a un hongo del tipo investigado. (Foto: U.S. Centers for Disease Control)
- en Salud

Las bacterias y los virus son los principales causantes de las enfermedades infecciosas que afectan al ser humano y los culpables típicos de las pandemias. Pero hay una clase de patógenos contra los que no hemos tenido que luchar tanto: los hongos.

Los hongos patógenos (Candida, Aspergillus, Cryptococcus y otros) son notorios asesinos de personas inmunodeprimidas. Pero, en su mayor parte, las personas sanas no han tenido que preocuparse demasiado por esos hongos, y a la inmensa mayoría de los hongos potencialmente patógenos del planeta no les va bien el calor de nuestros cuerpos.

Sin embargo, todo eso quizá esté a punto de cambiar.

Un nuevo estudio llevado a cabo por el equipo de Asiya Gusa, de la Universidad Duke en Estados Unidos, ha revelado que el aumento de las temperaturas hace que un hongo patógeno conocido como Cryptococcus deneoformans ponga en marcha sus respuestas adaptativas. Esto aumenta su cantidad de cambios genéticos, algunos de los cuales podrían conducir a una mayor resistencia al calor, y otros tal vez hacia una mayor capacidad de infectar y enfermar a seres humanos.

En concreto, un calor más elevado hace que más elementos transponibles del hongo, o genes saltarines, cambien de sitio dentro del ADN fúngico, lo que provoca cambios en la forma en que tales genes se utilizan y regulan.

«Es probable que estos elementos móviles ayuden al hongo a adaptarse al medio ambiente y durante una infección», explica Gusa. «Esto podría ocurrir aún más rápido porque el estrés térmico acelera la cantidad de mutaciones que se producen».

Puede que esto les suene a los espectadores de la nueva serie de HBO «The Last of Us», donde un hongo adaptado al calor se apodera de los humanos y los convierte en zombis. «Es exactamente el tipo de problema del que hablo, menos la parte de los zombis», dice Gusa, que acaba de ver el primer episodio.

«No son enfermedades infecciosas en el sentido de contagiosas; no nos transmitimos los hongos unos a otros», explica Gusa respecto a la acción cotidiana de los hongos nocivos. «Pero las esporas están en el aire. Respiramos esporas de hongos todo el tiempo y nuestro sistema inmunitario está preparado para combatirlas.»

Las esporas de hongos suelen ser más grandes que los virus, por lo que las mascarillas contra la COVID-19 probablemente bastarían para detenerlas. Eso, y nuestro calor corporal, al menos por ahora.

El estudio se titula “Genome-Wide Analysis of Heat Stress-Stimulated Transposon Mobility in the Human Fungal Pathogen Cryptococcus deneoformans”. Y se ha publicado en la revista académica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). (Fuente: NCYT de Amazings)

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