Lo que más subió de precio a principios de agosto fue el tomate, la cebolla, el gas doméstico LP y la electricidad

- en Finanzas

CIUDAD DE MÉXICO (apro).— La inflación continuó cediendo en la primera quincena de agosto al registrar una tasa anual de 4.67%, informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Al interior del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), la inflación subyacente que elimina los precios más volátiles como energéticos y agropecuarios, se ubicó en 6.21% anual, con lo que sumó 13 quincenas desacelerándose.

Por su parte, la inflación no subyacente se elevó 0.13%. Este tipo de índice solo integra los costos de la energía y agropecuarios, los cuales tienen la característica de ser volátiles.

Los productos que más aumentaron sus precios fueron el jitomate, la cebolla, el gas doméstico LP, la electricidad, la gasolina de bajo octanaje, la universidad, la reparatoria, así como los costoso de las loncherías, fondas, torterías y taquerías.

En contraste, los que más disminuyeron fueron el chayote, el transporte aéreo, el aguacate, ejotes, pollo, chile serrano, los servicios turísticos en paquete, la papa y otros tubérculos, principalmente.

De acuerdo con el análisis del Banco Ve por Más, se prevé que la inflación interanual continúe desacelerándose hasta septiembre y que, por un efecto aritmético, repunte en el cuatro trimestre del año.

Posteriormente, señaló, retomaría su tendencia descendente; sin embargo, derivado de la renuencia a disminuir en algunos componentes, estimamos que la variable vuelva al rango de tolerancia del Banxico del 3% hasta el primer trimestre del 2025.

“La dilución de los cuellos de botella, los menores precios de materias primas, la disminución en costos logísticos, la apreciación del peso mexicano y la expectativa de menores presiones de demanda –aunque el consumo privado ha sido más resiliente a lo esperado-, son factores que consideramos que contribuirán a que la inflación mantenga una tendencia descendente”, explicó.

Por otro lado, agregó, las distorsiones en los procesos de formación de precios y las presiones salariales, resultantes de un prolongado y agudo periodo inflacionario, ocasionarían que el componente de los servicios, dentro del índice subyacente, siga resistiéndose a bajar.

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