Del trato a nuestros mayores y ni madres

Adultos mayores recibirán doble pensión por veda de periodo electoral en Junio
- en Opinión

*** Quizá sea éste octubre jarocho con sus amaneceres grises y ventosos, con sus lunas enormes que ya pocos miran, quizá sea eso y el aire agradable, ligero, salitroso familiar, que anticipa los días de flores naranjas y altares, y el recuerdo de nuestros ausentes se acentúa…

*** Pero es inevitable hablar de lo que poco se habla en la familia, y sí bastante más de lo que uno registra, con amigos y hasta desconocidos, en forma de expresiones carentes del mínimo respeto y ya no digamos de afecto: “es que ya es muy mayor…” “ya están muy viejos…” “ella ya se puso necia…”; “es que él es muy terco…” “ya no ve bien…” “ya no oye…” “se puede caer…” “se le va el avión…”

*** Hablo con una pareja que ha llevado un matrimonio feliz de medio centenar de años: con hijos y nietos, y fiestas familiares que eran envidiables; se su historia desde que él, turista en Veracruz, cuenta, la vio a ella hermosa, paseando por el centro, y dijo: “esa será mi mujer…”; y se bajó del tranvía y la abordó como lo hacían antes los hombres: respetuoso, pero directo. “Y yo le dije que sí…” apuntalaba ella el relato, para dar pormenores de cómo fue él a conocer primero, su casa y después reunir arrestos para hablar con sus padres y formalizar un noviazgo que sería breve y récord …

*** Pero ahora me los encuentro tomados de la mano, como siempre, pero muy delgados, con la apostura y la dignidad de la ropa y el arreglo esmerado: “me fui a hacer las uñas…” me dice ella, pero la expresión de ambos es triste: supongo que las enfermedades los han golpeado. Pero me entero que realmente están acongojados porque ya no viven en el centro de la ciudad de Veracruz: donde vivieron sus años dorados, donde parieron a sus hijos y vieron llegar a los nietos. Donde conocen sus calles, sus tiendas, el zócalo, la Catedral, las panaderías  y a los vecinos

*** Los escucho y se me agrieta el corazón un poco más: porque sus quejas son las mismas que escucho de otros mayores, de otros adultos en plenitud cuyos hijos y nietos, han decidido por ellos, así si más: y los han arrancado de sus hogares, de sus sitios de toda la vida, para llevárselos a vivir a departamentos como cajones de zapatos o pretenciosos “condominios” encristalados con casetas de “vigilancia”, en las periferias de Veracruz, Boca del Río o hasta Alvarado: donde ellos, los jóvenes de la familia, puedan “verlos” y “vigilarlos”, aunque esto, generalmente no sucede…

*** Es la tendencia en Veracruz y su zona metropolitana: los jóvenes abominan de “la vieja ciudad…” que ciertamente ruinosa y con sus mil problemas, es amada a rabiar, incondicionalmente, por una generación que no tiene edad porque hace mucho decidió olvidarla…

*** Y entonces los mayores “no se hallan” en estos sitios donde no conocen a nadie, donde todas las calles se parecen y donde no hay nada que ver ni comprar como ellos acostumbraron durante décadas; y donde, para ver el mar, y la isla de Sacrificios, ya no basta cruzar algunas cuantas calles o sólo la avenida Independencia y a paso reposado, alcanzar el malecón, que ahora le dicen “macro plaza”, y andar el bulevard hasta donde se quiera o hasta donde se les atraviese una nieve o un coco o un volován…

*** Deberían existir manuales para hijos que no comprenden a los abuelos, a los tíos, a los padres: unas instrucciones sobre cómo quieren ser tratados ellos a futuro. Porque sacar a los padres de su hogar y poner el sitio en venta, es apresurarles la muerte: ¿tiene que ser así? Tratar a los padres como niños “porque están solos”, “porque están enfermos”, “porque ya están muy mayores y se pueden caer…”, no debieran ser las justificantes para el abuso y el maltrato: dejar a nuestros Mayores donde ellos quieran estar debiera ser el imperativo, la obligación Moral de todos quienes recibieron amor incondicional y vivieron una buena vida…

*** Hay tantas historias de vidas buenas que terminan en finales infelices sólo porque hay hijos cómodos insensibles y sordos…Escucho a una amiga narrar cómo su amiga ha decidido que su mamá “ya es muy mayor para tener clósets llenos de ropa, de vestidos que ya ni se va a poner…”; y que decidió, sin consultar a la madre, sacar la ropa y regalarla, repartirla entre sus propias amistades. Le digo que eso está mal, que es un abuso. Pero dice que no: mi amiga coincide con su otra amiga: “son vestidos algunos nuevos, que ya no se va a poner la señora, porque es muy mayor…”

*** No puedo evitar pensar que algo también ha fallado en la educación de estas hijas de su jija…Y me consuelo en el recuerdo de un amigo que estuvo toda una tarde, hace tiempo, contándome cómo “adaptó” la casa de sus padres porque su mamá “es muy mayor…” y obviamente no quiere que tenga accidentes ni incomodidades: su papá aceptó porque él les platicó primero, que eran adaptaciones no modificaciones, y así aparecieron “barras” por media casa; se abandonó la segunda planta y el proyecto a futuro es poner un “elevador”; pero mientras, los padres son felices con las pequeñas modificaciones que los preservan, no sólo en su sitio, sino en su dignidad: no les desaparecieron ni estudios ni papeles ni fotos, y las macetas al contrario, las reagruparon para que la jardinería siga siendo un pasatiempo y un ejercicio de bajo impacto. Eso es amor, pienso…

Y NI MADRES…

*** En Veracruz, muchos hombres de mediana edad y aún viejos, evidentemente enfermos, obesos o calvos, taxistas, empleados en hospitales o comercios, o meseros, se dirigen a todas las mujeres como “madre”. No les importa la apariencia de la mujer: “madre”, le sueltan…

*** ¿Madre? ¿De dónde sacaron este término? ¿Quién les dijo que es correcto y se oye y recibe bien? A las mamás incluso, les repele: ¿Madre? Pues sí, pero no tuya. Y peor: “madrecita”, pues ¿dónde les ven el hábito?  A las mujeres se les dice “señoras”, “señoritas”, “dama”, “Doña” (nunca “doñita” por favor…) o por sus títulos bien ganados: “doctora”, “maestra”, “ingeniera”. Si una adulta mayor, una “abuelita”, como dicen algunos que ya ni dientes tienen, quiere ser llamada “señorita”, está en su Derecho y es de mínimo Respeto. Así que, señores: “ni madres…”

VIERNES, QUERIDOS Y ESTIMADAS, PASEN UN FIN DE SEMANA AMOROSO Y PACÍFICO. NOS LEEMOS POR AQUÍ EL LUNES, CON AYUDA DIVINA…

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