CDMX.- La tarde del 2 de septiembre, el Gobierno de la Ciudad de México oficializó el decreto que modifica el artículo 3 de la Constitución local referente al respeto de la propiedad privada, pública y social. El hecho ha causado polémica, pues muchos aseguran que ahora el Estado es dueño de las casas, departamentos e inmuebles de las y los habitantes de la capital. Pero, ¿sabes cuáles fueron los cambios? Aquí te explicamos.
De acuerdo con lo informado a través de la Gaceta Oficial de la Ciudad de México, el cambio fundamental al artículo 3 establece que, ahora, la propiedad privada se presentará “en los mismos términos que el artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”.
Anteriormente, la Constitución de la Ciudad de México establecía que el gobierno asume como principios:
El respeto a los derechos humanos, la defensa del Estado democrático y social, el diálogo social, la cultura de la paz y la no violencia, el desarrollo económico sustentable (…), la erradicación de la pobreza, el respeto a la propiedad privada, la igualdad sustantiva, la no discriminación…”.
“La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional, corresponde originalmente a la Nación, la cual, ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares, constituyendo la propiedad privada”.
En dicho artículo también se establece que la nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público, así como el de regular el aprovechamiento de los elementos naturales susceptibles de aprobación.
No obstante, distinto a lo que muchos refieren a través de redes sociales, la propiedad privada “no puede ser expropiada sino por causa de utilidad pública”, así como “mediante indemnización”.
Para Martí Batres Guadarrama, jefe de Gobierno de la CDMX, mediante esta reforma queda salvaguardado el interés superior de la nación, de la ciudad y de lo público, así como también quedan protegidas la propiedad privada, la propiedad pública y la propiedad social.
Despacito para que no se agiten las aguas, de a poquito para no acalambrar, total, ya hay mayoría calificada. En seis años máximo se consuma la locura. De ahí en adelante ya no habrá vuelta atrás
Cuando lleguen a sus casas con el grito de «exprópiese» y les quiten sus casas que tanto esfuerzo les causó a sus padres y abuelos conseguir, entenderán la importancia de la propiedad privada.